Home > Opinión > Efecto Mariposa: El machismo que se ve y se ve doble en el funcionariado por Nancy Ortiz

Efecto Mariposa: El machismo que se ve y se ve doble en el funcionariado por Nancy Ortiz


Efecto Marisposa | Nancy Ortiz, Educadora y Socióloga (Testigo Púrpura)

El machismo que sí vemos es todo aquel que se manifiesta a través de una violencia directa y que casi cualquier persona es capaz de identificarlo (aunque no necesariamente nombrarlo), esa violencia directa incluye los delitos y agresiones más extremas como son: feminicidios, violaciones, mutilaciones, golpes, abusos, agresiones físicas y/o verbales.

Hay otro tipo de violencias que se da de una manera mucho más “sutil” o menos “violenta”, se disfrazan y se escudan en la cultura, el arte, el humor, la ciencia, las leyes e incluso, en el amor.

Las manifestaciones machistas en el funcionariado público es un machismo que se ve y se ve doble, la primera vez como “vida privada” y la segunda vez como “política pública”. Primero en su espacio familiar o entorno inmediato y después en el ejercicio de sus funciones como servidor.

Las manifestaciones machistas del funcionariado no son cosas menores. No es algo que una disculpa pública a través de twitter solucione. Son manifestaciones de una idiosincrasia muy arraigada que lesiona gravemente el ejercicio pleno de los derechos humanos, sobre todo, de las mujeres.

El machismo debe estar erradicado del quehacer político, no porque un puñado de feministas así lo quiera, sino porque es una ideología que tiene consecuencias graves de lesa humanidad y hay suficientes argumentos o herramientas jurídicas que así lo dictan; pero para erradicar el machismo del quehacer político, también hay que erradicarlo del ámbito privado.

Las y los servidores públicos están obligados a ejercer, entre otras cosas, con perspectiva de género, ya que constantemente están tomando decisiones, revisando leyes, dirigiendo o dictando la política pública nacional. Sin embargo, la perspectiva de género no es un vestido que se pueda poner y quitar a discreción, es justo eso, una perspectiva que se vincula con la praxis. Es decir, si un senador (o cualquier otro funcionario), ejerce violencia machista (aunque disfrace su violencia de cultura, humor o amor), esa violencia difícilmente se va a desvincular de su quehacer como servidor público; porque, como expliqué en la columna pasada, el machismo se reproduce por un sistema de creencias, un sistema cultural que es el más difícil de desarticular.

Adquirir perspectiva de género no es fácil ni sencillo, antes que nada, hay que entender la necesidad de ella, reconocer el machismo, comprender las formas en las que se reproduce, pero principalmente, hay que tener mucha voluntad política para hacerla realmente efectiva.

Print Friendly, PDF & Email