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En México piensa que está chido reirte de un feminicidio: Audry Funk

Funk es una rapera poblana con más de 10 años en la escena del hip hop. Las canciones de la integrante del colectivo Mujeres trabajando son reflejo de sus convicciones: ya es tiempo de que las mujeres tomen el micrófono.


Ciudad de México / Mariano Yberry (Radio Formula).– Audry Funk no lo dudó: en cuanto vio que Johnny Escutia era tendencia se lanzó a denunciar al hombre que la acosó durante siete años con canciones y “bromas” amenazantes para luego pedirle ser amigos, acción bien conocida por otras de sus colegas raperas.

Canciones como “No me representas” incluida en Autogestión y resistencia son ejemplo de una compositora que rechaza la violencia como elemento esencial del arte y que busca ser congruente con su música y su vida.

Desde Nueva York, Audry habla de una cultura incomprendida pero bien capitalizada desde una errónea concepción que se basa principalmente en la violencia, el ejercicio del poder y la misoginia.

E.- Existe la creencia de que géneros como el hip hop o el rap necesitan ser violentos para ser reconocidos como tal. ¿Crees que esto es así?

No, yo creo que la gente está muy desinformada de lo que es la cultura hip hop. Vamos a desglosarlo, en términos reales y consciente el hip hop es una cultura que tiene cinco elementos: el graffiti, los DJs, el breaking , los MCs y el conocimiento, esos son los cinco pilares.

La cultura hip hop nace en los años 70, en el sur del Bronx, a raíz de la marginación de la población afrodescendiente y afrolatina que vivía en esos tiempos acá, donde realmente no había acceso a nada y el arte y la música y el baile sacó una esencia positiva del barrio. Que el rap -que viene del inglés rhythm and poetry- y toda la banda empieza hacer una poesía contando lo que sucedía en ese momento, ya es distinto.

En la calle claramente pasan muchas cosas, la calle puede ser violenta, pero también puede tener resistencia, puede tener cosas chidas.
De raíz, el hip hop como cultura nace desde la marginación y desde la comunidad, y el rap también, es reflejar lo que está pasando. No es estrictamente violento, no me parece que tenga que ser violento, es una idea errónea y me parece que tiene que ver mucho con el mainstream porque recordemos que los estereotipos son los que enraízan muchas cosas del capitalismo; el seguir un estereotipo que haga pensar que los demás son gangstas y que van a tener mucho dinero en algún momento cultiva una idea individualista y de consumo, pero que eso sea a lo que la mayor parte del mundo tenga alcance no quiere decir que eso sea.

E.- Café Tacvba cambió la letra de Ingrata tras varios reclamos feministas. ¿Se trata de cambiar lo viejo o buscar nuevos horizontes?

Hay mucha gente que hemos dejado atrás los estereotipos, lo que pasa es que no se nos ha dado la cobertura suficiente o somos artistas independientes o somos artistas que cantamos protesta

Yo creo que sí es tiempo de buscar otros horizontes en cuanto a la música porque me parece una falta de respeto para la sociedad pensar que hablar de un sólo tema es lo que se merece la gente. Yo no estoy diciendo que hablar de amor romántico o que hablar inclusive de un sexo consensuado en una canción sea malo.  No me parece malo. Lo que me parece terrible es que sólo se hable de esto y lo que también me parece terrible es que también se acepten canciones extremadamente violentas que incitan a matar y a descuartizar o a pegarle a una mujer o a alguien más cuando la gente no tenemos acceso a una educación emocional chida y no tenemos acceso a la formación de un pensamiento crítico.

Es un gran engranaje que al sistema en el que vivimos le conviene. Mucha gente está haciendo música independiente y me parece que ese es el camino, escuchar otras versiones de otras cosas.
Es un asunto increíble que Café Tacvba haya cambiado la canción de Ingrata, pero también ya es tiempo que nos escuchen a nosotras: cómo vamos hablar nosotras de lo que nos atraviesa a nosotras.

Muy chido que haya gente que se quiera sentir aliada, que haya vatos que se digan feministos -a mí me parece muy gracioso- pero es tiempo de que nosotras estemos en frente y a las luces, que se nos exponga exactamente igual que a un hombre que es músico y que se le dé el peso necesario a nuestras composiciones como a cualquier otro hombre en la escena. Ya es tiempo porque también qué flojera que siempre sea todo manejado por las mismas personas y por las mismas visiones. No podemos seguir la misma visión siempre.

E.- ¿Cómo te enfrentas a los prejuicios de tus colegas hombres en un medio donde son mayoría? ¿Cómo enfrentas el día a día?

Para mí ha sido bien importante hacer nexos con mis compas mujeres, feministas sobre todo. Yo siempre me catalogo como feminista, políticamente posicionada, y siento que ha sido una vida lucha, pero también una vida de mucha seguridad en mí y en mí talento, y aunque me digan que no en un lado voy y busco otros, y aunque sean diez, uno va a caer. Para mí siempre ha sido un asunto de tocar almas y no estar de queda bien con la gente. No tengo porque aplaudirle a la gente poderosa porque yo sí creo que la comunidad es más fuerte que cualquier industria. Si la comunidad demanda tu música, vas a llegar a cualquier lugar donde te dicen que nos vas a llegar.

Me la he rifado muy cañón porque tampoco es como que me hayan llegado las cosas. Me he tirado tours de dos meses completos en Europa y que la gente piensa que a mí me cargan las maletas y no: voy de mochila al hombro y a ver dónde duermo y esas cosas.

Si realmente quieres algo, tienes que luchar por eso, y si tu mensaje es la lucha, no puedes no luchar en tu día a día. Me gusta ser muy consecuente entre lo que digo y lo que hago.

E.- A partir de la polémica de Johnny Escutia y las reacciones, ¿cuál crees que es el horizonte para la escena?

Yo sí me siento bastante dañada porque este tipo me molestó a mí durante siete años. Su música no sólo era música. Es toda una estructura para joder a las compas que hacemos música. Su contenido es altamente violento y mucha gente me dice: “Pero también hay música que habla de cosas peores, pero están en otro idioma”. Yo no digo que esa música esté bien o esté en mi iPod. Tanto me parece terrible que se supervanaglorie la cultura del narco en México -tenemos como 25 series de narcos en Netflix, el mismo gran aparato que es Netflix con un chingo de lana poniendo a los “mejores”-, tanto me parece terrible que haya  un grupo llamado Marrano y hable de cómo se la va a meter a una morra 10 veces en una rola y que la gente la ponga en sus fiestas. En este punto exacto era la música y su manera delictiva en la que nos acosaba a todas.

Que yo no vaya a meter una denuncia contra el reggaeton o contra un corrido es porque la vida no me da pero tampoco es que yo quiera que esto exista o lo justifique. Esto se adjudica también a que la gente no tiene el pensamiento crítico y no le da el peso necesario a las palabras.

Se piensa que está bien chido reirte de un feminicidio en un país feminicida, en el que seguramente le pudo tocar a tu jefa o a tu mamá.

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