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Jeffrey Epstein: Asquerosamente impune, por Katy Aguiar


Katy Aguiar es Maestra en Estudios Políticos y Sociales, Feminista, Integrante de la Red Chiapas por la Paridad Efectiva / Voces Feministas

Por Katy Aguiar 

Estoy viendo la serie de Filthy Rich en la que relatan los abusos cometidos por Jeffrey Epstein; este depredador tenía una red importante de personas que soportaban su esquema piramidal de abusos sexuales, desde el trabajador que instalaba las redes de telecomunicaciones que vio que eran niñas y se hizo de la vista gorda, hasta su ex pareja -Ghislaine Maxwell- quien presuntamente era la principal reclutadora de jovencitas, todos lo sostenían en el abuso y la impunidad; de acuerdo con las declaraciones de las víctimas, Ghislaine y otras dos reclutadoras buscaban niñas y jovencitas y las convencían de trabajar para ellos dando “masajes” a Jeffrey, les llenaban la cabeza de sueños de grandeza, glamour, viajes, dinero y fama, para después llevarlas a la casa de Epstein en aquella Isla a la que él llamaba “Little Saint Jeff’s”, para que abusara de ellas repetidamente, hacerlas sus esclavas sexuales y traficar con ellas, en palabras de una de las víctimas: “el tráfico sexual implica que te obligan desde el principio, una vez que abres esa puerta, la cierran para que no puedas volver a salir”.

La mayoría de estas chicas que denunciaron el abuso sexual que sufrieron a manos de Epstein y cómo las vendía a sus amigos y conocidos (muchos de ellos famosos y hombres con poder) eran chicas que tenían sueños grandes como cualquiera de nosotras, que fueron engañadas y puestas al servicio de Epstein con la falsa ilusión de que su vida mejoraría, nada más erróneo, la vida de cada una de estas -niñas en aquel tiempo- fue destruida de todas las formas posibles, fueron abusadas por Epstein, por su pareja, por sus amigos, por los guardias del aeropuerto de las Islas Vírgenes que aunque no participaron veían a niñas bajar de su avión privado y volteaban a otro lado, por la gente que con descaro la llamaba “Isla de la pederastía” pero prefirieron callar, el sistema judicial que las revictimizó y acordó con este cerdo una condena paupérrima llena de lujos y libertades; y el sistema patriarcal que protege a los abusadores sexuales.

Para las chicas, la reflexión de lo peligroso es pensar que puede llegar a ser una salida, conseguir dinero a cambio de servicios fáciles. Lo realmente fácil, es caer en una red de trata, pederastia y prostitución; recordar que nada de esto es ajeno a la cosificación y sexualización de nuestros cuerpos; la pornografía y el género como categoría social que todos los días seguimos reforzando y nos sigue hundiendo en el lugar de la sumisión, del servicio a los hombres y para su consumo.

A la sociedad, los torturadores prostituyentes* están entre nosotros no siempre son magnates de Florida o Nueva York; es el que “se va de putas” una noche; el padre que lleva al prostíbulo a su hijo a “hacerse hombre”; ¿de dónde creen que salen esas mujeres? Muchas de esas niñas y mujeres salieron de su casa y sus familias nunca la volvieron a ver, son estos hombres quienes sostienen el sistema de trata y prostitución y ven a las mujeres como mercancía que se puede comprar e intercambiar.

Aún no la termino la serie y no puedo dejar de pensar en el peligroso discurso que hemos normalizado de los suggar daddy y la aspiración de muchas chicas (en broma o no) de conseguir un hombre mayor que les pague todo a cambio de relaciones sexuales y compañía.

Les recomiendo la mini serie.


*Torturadores prostituyentes, es un érmino acuñado por Sonia Sánchez, -abolicionista y sobreviviente de trata y prostitución-, para referirse a los mal llamados “clientes” de la prostitución.

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