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La lucha contra el acoso sexual en la universidad solo acaba de empezar

“En la universidad nadie te da información, ni te dicen dónde ir a buscarla, ni mucho menos te dan facilidades. Se supone que te deben informar, pero realmente no nos han dado el “cómo”

Madrid / AmecoPress.- «Hace dos años acabé en comisaría porque una chica decidió denunciar y lo quiso hacer directamente a través de la Guardia Civil porque las herramientas de la UCM le hicieron sentir desprotegida. Se sentía más en peligro en la universidad que fuera». Mirari fue alumna de la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense y ella recuerda así uno de los momentos que vivió entre sus paredes, cuando tuvo que acompañar a una amiga a poner una denuncia por una violación. Esta es una de las más graves situaciones que se han dado, pero a día de hoy hay muchas personas sufriendo acoso sexual de muchos tipos, la mayoría de ellos normalizados por la sociedad.

«Claro que no me siento a salvo en la universidad, ni en ninguna situación de mi vida. En cuanto eres consciente de cómo nos tratan, de lo que somos para ellos… No puedes sentirte a salvo. Ellos tienen el poder y la libertad de hacer con nosotras lo que quieran sin ningún tipo de represalia, esto no puede seguir siendo así». Con estas palabras tan duras responde Sara, miembro de Olympias, cuando le preguntas por su seguridad en las aulas.

Y, aunque es cierto que se están empezando a poner en marcha medidas para la igualdad en la Complutense, la realidad es que aún no se ha conseguido lo que realmente es importante: proteger a las chicas (también hay casos de chicos) que están siendo acosados sexualmente en las diferentes facultades. Lo más urgente es asegurarles que si ponen una queja por el abuso sexual de un profesor van a estar a salvo. «Tú piensa que la universidad tiene todos nuestros datos. Teléfono, domicilio, familia… si te atreves a denunciar a un profesor, él se puede apañar para conseguir esa información y amenazarte de una manera u otra. Esto ha llegado a pasar. Es una relación de poder y al no haber unas herramientas eficaces la gente no se atreve a abrir la boca», asegura la ex alumna Mirari, quien durante sus años de máster en la facultad de Ciencias de la Información formó parte de la Asociación feminista Scila y tuvo la oportunidad de vivir en primera persona muchos casos de acoso sexual.

Lo más importante es poner medidas rápidas

Sara, que ha sido testigo de muchas alumnas que lo han sufrido desde la Asociación Olympias, tiene muy claro que se podrían hacer cosas con muy poco esfuerzo, medidas que no costaría nada aplicar. «Lo más importante es poner medidas rápidas, por ejemplo, si una alumna se siente acosada, cambiarla de grupo de clase al momento. Otra sería que le den la simple opción de cambiarse de asignatura. Ya ves tú qué complicado….». Otro de los puntos que esta alumna ve imprescindible es que las modificaciones se realicen a nivel facultad y no a nivel Complutense, porque si no la efectividad se pierde. «Los casos, los profesores, son muy concretos. Ir al Decanato o al Rectorado no sirve de nada porque ni conocen quien es el profesor. Las nodos de igualdad (profesoras voluntarias formadas en género), por ejemplo, al estar aquí les han dado clase a las alumnas, les pone cara, eso es cercanía, es contacto directo, podrían luchar más. Los cambios que realmente van a tener efectos son a nivel facultad».

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Estar día a día en las clases, los pasillos y en contacto con las alumnas y los alumnos es imprescindible para comprender la magnitud del problema y poder tomar decisiones adecuadas y efectivas que proporcionen herramientas reales. «En la universidad nadie te da información, ni te dicen donde ir a buscarla, ni mucho menos te dan facilidades. Se supone que te deben informar, pero realmente no nos han dado el “cómo”. Yo sé que hay un comité que se dedica a eso, pero en los momentos que ha habido denuncias, se quedan a un lado. Desde la asociación Scila lo que intentábamos hacer es dar ayuda a aquellas personas que nos la pedían, porque el protocolo no funciona», cuenta Mirari.

«La UCM se compromete a difundir y a dar a conocer este Protocolo, una vez se apruebe en Consejo de Gobierno, a todas las personas incluidas en el ámbito subjetivo de aplicación, y a su difusión mediante su publicación en la página web de la Universidad y en cualesquiera otros medios de comunicación disponibles, de modo que toda la comunidad universitaria, así como las empresas, entidades e instituciones que colaboren con la Universidad lo conozcan y sepan el procedimiento de actuación….». «La UCM se compromete a promover, a través de la Unidad de Igualdad de Género y de la Oficina de Diversidad Sexual e Identidad de Género, cursos y actividades formativas, de prevención, de concienciación y de buenas prácticas en relación con el acoso sexual, por razón de sexo, por orientación sexual e identidad y expresión de género.».

Así de claro queda, en el «Protocolo para la prevención, detección y actuación ante situaciones de acoso sexual, acoso por razón de sexo (sexista) y acoso por orientación sexual e identidad y expresión de género de la Universidad Complutense de Madrid», lo importante que es informar al alumnado de los cauces a seguir para enfrentar una situación de acoso sexual. Debido a la antigüedad del texto y a que la sociedad está avanzando mucho en todo lo que al feminismo se refiere, la universidad está trabajando en ello para mejorar los fallos que pueda tener. «Ahora estamos realizando un diagnóstico de los problemas y virtudes del plan aprobado hace cuatro años, para sacar este curso el nuevo Plan de Igualdad», explica Isabel Tajahuerce, Delegada del Rector para la Igualdad y profesora de Comunicación y género.

La visualización del «cómo» es uno de los primeros pasos para acabar con esta lacra. Pero es un hecho que hasta ahora hay muy poca documentación e información que dé al alumnado las herramientas para saber el modo oficial de actuar y, la poca que se da, es completamente inútil. «Ni durante el primer curso, ni ahora en cuarto de carrera me han informado sobre el protocolo de acoso», resalta Sara con una risa que a la vez demuestra una gran indignación. Esta alumna, muy luchadora y con una gran conciencia del cambio más que necesario para su facultad, está en cuarto de carrera y afirma que no informan ni siquiera de qué límites tienen el profesorado. No hay nada que frene a los profesores a acercarse, ni mucho menos que les de unas directrices del vocabulario que deben utilizar. Es más que necesario implantar una normativa que deje claro cuando pueden quedar con el alumnado, o si pueden verse o no fuera del horario que tienen establecido para tutorías. Todo eso no está limitado por Decanato.

“Tú, cómo estás muy buena y eres muy guapa, vas a tener trabajo”

Se está avanzando sobre el papel, está claro. Ahora hay una Unidad de Igualdad y desde el año pasado un protocolo oficial para actuar en casos acoso sexual. Incluso este curso se está empezando a repartir una guía para detectar este tipo de acoso. Isabel Tajahuerce destaca cómo se están implantando en todas las facultades «Nodos de igualdad» para que el nuevo Plan, que están planificando en estos meses, sea más participativo. Las nodos de igualdad son referentes que hay en cada facultad que les acercan cada una de ellas el plan de igualdad y, movilizan a su vez, a todo el alumnado y personal de la UCM y busca que estos aporten sus propuestas al nuevo Plan. Una de esos nodos es Yanna G. Franco, profesora de economía y Nodo de igualdad en Ciencias de la Información. Ella es la encargada de recabar información para la Unidad de Igualdad, con el fin de mejorar el protocolo de acoso sexual haciéndolo más efectivo y eficaz. «Es un puesto voluntario para una persona con formación en género y que quiera ayudar. Las nodos estamos para descentralizar el Plan de Igualdad porque la Complutense es muy grande y si no se producirían muchas diferencias», nos cuenta Yanna.

Todo eso está muy bien, es un avance. Pero la realidad y el día a día es un cuento diferente. Las medidas que existen no tienen casi efecto en la vida de las personas que sufren estas agresiones. «Nosotras queremos que los profesores sepan que si hacen algo que no es mínimamente correcto va a tener consecuencias porque ahora mismo no es así, se sienten con toda la libertad, ellos son los que se sienten a salvo. A una amiga un profesor en una tutoría le dijo: “Tú, cómo estás muy buena y eres muy guapa, vas a tener trabajo”. Yo no quiero que un profesor pueda decir eso», lamenta la integrante de Olympias.

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Sara forma parte de esta asociación feminista que fue creada en 2016 para luchar sin descanso por conseguir la verdadera igualdad dentro de la universidad. El origen de Olympias está en un grupo chicas de Colombine. Ellas se dieron cuenta que no había un espacio en la facultad para las mujeres y que solo existían asociaciones de estudiantes centradas en el tema estudiantil. «No encontrábamos ningún refugio para nosotras y sobre todo para luchar contra las múltiples agresiones de profesores a alumnas, de las que éramos conocedoras. Y, sobre todo, quisimos crear un espacio en el que estuviésemos nosotras solas, para hablar de los temas que nos importaban y que no nos sentíamos seguras, ni cómodas, hablándolos delante de los chicos, porque no nos iban a entender de la misma manera que en un espacio solo de mujeres».

Acercándote a estas mujeres, escuchando sus historias y sus experiencias eres consciente de la gran necesidad que hay en estos centros de cambiar las normas establecidas durante décadas y de lo difícil que es conseguirlo. «Nos han escrito con casos muy graves de acoso, hasta incluso de violaciones. Chicas que se crean cuentas falsas en Instagram para contarnos situaciones terribles que viven aquí en la facultad. Es desesperante que no tengamos apoyo de ningún tipo y que las chicas tengan que recurrir a esos métodos para hablar con alguien de lo que les pasa. De todos los casos de acoso sexual que ha habido en la facultad, que han sido cientos te lo aseguro, solo hay sido penalizado un profesor. Ha habido tantas mujeres que han querido presentar quejas… pero la mayoría no lo hace, porque saben que no va a servir para nada».

Toda esta situación de impotencia que relata esta alumna queda en evidencia si miras los números y las estadísticas. La misma Unidad de Igualdad de la Universidad Complutense realizó el año pasado una encuesta al 25,7% de la población universitaria, un total de 21.500 personas que contestaron a sus preguntas. Los resultados son más que alarmantes.

Los micromachismos como chistes, bromas o piropos ofensivos de carácter sexual los han sufrido más de 5.500 personas. El 25,5% de la gente encuestada se ha sentido incómoda o invadida por gestos y miradas lascivas. Casi 4.000 han tenido que escuchar comentarios sexuales que no deseaban. Más del 4% de los que respondieron a las preguntas han sufrido tocamientos que bajo ningún concepto querían. Es difícil creer que 135 personas han sido chantajeadas o sobornadas a cambio de beneficios laborales o académicos, pero es real. Los abusos con relaciones sexuales no consentidas en la UCM llegan a la friolera de casi 150. Y más de 100 personas han tenido que vivir un asalto o agresión sexual con fuerza física. Todos estos datos proporcionados por la propia universidad representan a menos de la mitad de la gente que habita la Complutense, lo que deja en clara evidencia la necesidad de medidas urgentes y radicales para frenar y acabar cuanto antes con estos comportamientos.

Es cierto que vivimos en una sociedad en la que por desgracia el acoso sexual aún está a la orden del día y que para que haya un cambio en las instituciones debe producirse antes en los individuos, pero un centro educativo tendría que ser el primero en dar ejemplo y representar valores como la igualdad para todo el alumnado. Deberían buscar soluciones sencillas para proteger a todas aquellas personas que están indefensas. Puede parecer complicado, de hecho cambiar las cosas lo es, pero implantar medidas que influyan en el día a día de una alumna acosada por un profesor es posible.

Establecer buzones de denuncia públicos

«Lo primero podría ser establecer buzones de denuncia públicos. También sería importante que informaran de los protocolos existentes nada más entrar a la universidad. Y una de las cosas que me parecen más imprescindibles es que la Complutense se posicione claramente en contra del acoso sexual, que dé la cara y acepte los casos que se han dado». Estas son algunas de las sencillas ideas que nos cuenta Mirari y que podrían hacerse en unos pocos días. Ella misma comenta, una vez más, lo crucial que es proteger a las víctimas por encima de todo y que no se vuelvan a respaldar al profesorado que acosa sexualmente a alumnas y alumnos con total impunidad, llegando a colocarlos en otros estamentos o simplemente haciendo la vista gorda cuando estos eran denunciados. «Con uno de esos profesores pusimos un buzón de denuncia y nos llegó información de gente que hacía más de diez años que estaban fuera de la universidad. Osea que es algo que ha hecho sistemáticamente y nadie le ha parado los pies».

Gracias a personas como Sara o Mirari, que luchan para cambiar las cosas, a veces se consigue poco a poco ver luz al final del túnel. El año pasado unas chicas acudieron a Olympias para quejarse del comportamiento inapropiado de un profesor. Relataron los comentarios machistas, homófobos y racistas que se daban en su clase. Al ser muchas las alumnas y alumnos que protestaban, reunieron firmas y las llevaron al Decanato. Yanna, la nodo de igualdad, les informó de cómo ponerse en contacto con la Unidad de Igualdad de la Complutense. «A partir de ahí presentamos la queja y se hizo una investigación de servicio al profesor en cuestión, lo que implica que puede tener revisiones aleatorias en sus clases para dar parte de lo que hace. La queja sigue en trámite pero, gracias a todo lo que hicimos, este año ya no da clase en esta facultad. Incluso conseguimos que las chicas que se sentían acosadas fueran examinadas por otra profesora».

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Acudir a Olympias o a Scila son algunas de las acciones que pueden llevar a cabo todas aquellas mujeres que hayan sufrido algún tipo de acoso sexual en la Facultad de Ciencias de la Información, ellas seguro que harán todo lo que esté en su mano para ayudar. Desde que la asociación de Sara comenzó su andadura están consiguiendo pequeños cambios que seguro marcarán la diferencia para mucha gente. Transformaciones como el simple hecho de quejarse cuando un profesor en clase muestre una actitud machista. «Un día uno de ellos afirmaba: “Sí, porque el hombre en la historia de la humanidad…”, y yo no quiero que un profesor hable con ese lenguaje. Estoy en cuarto de carrera y nosotros vamos a crear el contenido de los medios de comunicación, que es un agente socializador, si yo tengo perspectiva de género, la gente va a leer desde esa perspectiva. Yo en el último curso de periodismo espero que un profesor sepa hablar desde un lenguaje neutro y no discriminatorio». Esta es una de las mil formas que Sara tiene para conseguir un cambio a largo plazo.

Elaborar un listado de palabras que son machistas y no se deberían utilizar en un aula

Desde su asociación están realizando un listado de palabras que son machistas y no se deberían utilizar en un aula, en el mismo añadirán las palabras neutras que pueden sustituir a las incorrectas. Su intención es que así el todo el alumnado se sienta incluido en el lenguaje. En el momento que la terminen la repartirán por todas las clases para que aquellos profesores y profesoras que quieran aplicarlo en sus clases tengan esa herramienta tan necesaria. «Con que un profesor lo aplique ya habremos ganado algo», afirma Sara con una gran sonrisa.

Los primeros pasos ya están aquí, pero solo es un grano de arena en la playa para muchas personas que, durante años, han tenido que sufrir situaciones como mínimo injustas entre las paredes de su universidad. Proteger, y con la mayor rapidez, es el paso más importante para que aquellas alumnas y alumnos que quieran denunciar el acoso sexual que están sufriendo. De no tomar las medidas necesarias el silencio seguirá siendo la ley máxima en las aulas.

 

Foto e imagen : Archivo AmecoPress y cedidas por Asociación Olympias.

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