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La violencia digital contra mujeres debe visibilizarse para dimensionar el problema


Activistas coinciden en que esta violencia en la red tiene consecuencias que van desde la autocensura hasta el suicidio, por lo que es importante visibilizar y atacar el problema.

Ciudad de México / Dafne García (Lado B).- En México durante el periodo de junio de 2018 a junio de 2019, de acuerdo con el Módulo sobre el ciberacoso del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) hubo en el país 9.4 millones de mujeres víctimas de ciberacoso. Las tres principales formas fueron insinuaciones o propuestas sexuales (40.3%), contacto mediante identidades falsas (31.6%) y mensajes ofensivos (33%).

Ante esta problemática diversas activistas por la diversidad sexual, así como defensoras de derechos digitales coinciden en que es importante visibilizar este tipo de violencia tanto para tener estadísticas y estudios que ayuden a dimensionar el problema, y a partir de esto se de atención a las víctimas, evitando así la autocensura, el miedo, y hasta el suicidio, en los casos más extremos.

La violencia digital aumenta cuando se trata de mujeres lesbianas, bisexuales y trans

La violencia digital (que incluye el ciberacoso) aumenta cuando se pertenece a una minoría, como lo es ser parte del colectivo LGBTTTI (lésbico, gay, bisexual, trans e intersexual), es por eso por lo que las mujeres lesbianas, bisexuales y trans tienen mayor riesgo de sufrir agresiones y acoso por participar en distintas redes sociales y plataformas, hacer activismo desde internet o incluso por jugar videojuegos online.

Las formas de violencia

Desde la organización feminista el Taller A.C en Puebla Gabriela Cortés explica en entrevista para LADO B que como mujeres lesbianas activistas, han identificado varias formas de violencia digital hacia ellas, desde comentarios machistas, insultos y amenazas en las publicaciones y transmisiones en vivo que hacen desde su organización, hasta amenazas en sus perfiles personales.

“Recibimos un montón de mensajes de odio, de acoso, mensajes de ‘pinches viejas locas’ o los que preguntan cuánto cobramos”. Este último comentario, explica la activista, nunca falta cuando publican la convocatoria a la Marcha de las Putas.

Ante esta situación, en El Taller han optado por guardar capturas de pantalla de los mensajes, así como bloquear los perfiles desde donde las agreden.

“También algo que nos ha pasado incluso desde nuestras mismas redes personales son amenazas de ‘pinche lesbiana eres un asco, muérete’ y en ocasiones si preferimos ignorar o bloquear a estas personas que lo hacen, pero a pesar de eso existe un miedo que se queda”.

Según la activista, si bien la posibilidad de anonimato que ofrecen las redes sociales le da oportunidad a muchas mujeres lesbianas para visibilizarse e incluso hacer activismo digital, en las protestas en vivo la convocatoria es poca, pues se reconoce que en el espacio público estarían mucho más expuestas que en la red. Es así como la violencia digital surte efecto en la realidad, intimidando a las mujeres a visibilizarse en el mundo real.

Estos tipos de violencia digital no se limitan a una ciudad en particular. Esto se hizo evidente durante el foro “Las violencias digitales a mujeres de la comunidad”, organizado por el colectivo Defensoras Digitales Quintana Roo, en el que as activistas Nadia Fabela del colectivo Pride Cancún, Esther Chan de la organización LesVisibles y la gamer Aurora H. discutieron acerca de sus experiencias respecto a la violencia digital.

Para Nadia Fabela, la violencia digital que han vivido en el colectivo es igual a la violencia que han vivido en el espacio público: “cuando sacamos los posts de las actividades que organizamos nos empezaron a llegar comentarios de hate como los que recibimos en las calles cuando estamos marchando”.

La activista hizo énfasis en que el anonimato en línea también es un gran aliado de los agresores, además de que este tipo de violencia puede ir dando fuerza a que las agresiones traspasen el ciberespacio.

Esther Chan agregó que los estereotipos también juegan como un factor importante al momento de las agresiones:

“Si somos el tipo de lesbiana femenina esta chido, pero si no lo somos, seremos mayor blanco de violencia, porque hay toda una estructura y todo un sistema que nos dice que debemos agradar al consumo de los hombres [en este caso, siendo femeninas, poniendo el lesbianismo sólo como una fantasía sexual masculina], por eso es bien importante no omitir que estas violencias se dan en el momento de salir de una norma impuesta”.

En el ámbito de la comunidad gamer, la ruptura de esas normas heteronormativas también generan violencia, por ejemplo, cuando una mujer es una muy buena jugadora, más incluso que sus compañeros varones.

Aurora contó que, en ocasiones, cuando gana las partidas, algunos usuarios la han amenazado: “cuando un hombre ve que una mujer juega bien y le gana, se enoja y la agrede, la amenaza” es por eso que algunas mujeres de la comunidad han optado por no usar el gamer tag que haga referencia a su identidad de género por miedo a que las ataquen.

“Lo digital es real tanto en videojuegos como en redes sociales, en cualquier plataforma somo agredidas, acosadas e incluso, hay casos en los que hombres a los que les gana la partida una mujer, llegan a hackear sus cuentas y nunca vuelven a recuperarla” agregó.

También hay casos más extremos en que la violencia hacia las mujeres de la comunidad gamer termina en suicidio, como lo ocurrido con Chloe Sagan, una importante desarrolladora de videojuegos transexual.

Sagan creó un videojuego financiado a través de una plataforma de crowdfunding, pero fue acosada y acusada de usar el dinero que había obtenido para una operación de cambio de sexo. Derivado de esa campaña de odio, terminó suicidándose.

Las consecuencias de la violencia digital y la dificultad de su estudio

Uno de los obstáculos para el estudio de esta problemática es que no hay datos ni estadísticas obtenidas por instituciones que dimensionen adecuadamente el problema para generar estrategias de prevención y atención.

Sin embargo, gracias al esfuerzo de organizaciones de la sociedad civil como Luchadoras, que han realizado estudios como el presentado en 2017 titulado “la violencia en línea contra las mujeres en México”, comienza a ofrecerse un panorama.

En este documento, por ejemplo, se dan a conocer tendencias preocupantes de agresión en línea que tienen consecuencias en las vidas de las mujeres y en el ejercicio de sus derechos, algunas de las cuales tienen relación con la violencia que viven las mujeres del colectivo LGBTTTI.

Durante el foro, la activista Esther Chan señaló que la violencia digital justo puede materializarse offline: “en muchas ocasiones es alguien que te ubica o que busca tu información y, entonces, esta misma persona que te acosa y agrede digitalmente, será la misma que te violenta en la calle”.

Otras de las consecuencias de este tipo de violencia, que desde la investigación de Luchadoras se identificaron fueron: daños físicos (autolesión, dolor de cabeza, náuseas, falta o exceso de apetito), daños emocionales (estrés, angustia, ira, enojo), miedo a salir, autocensura, y abandono de tecnologías.

Finalmente, Mitu Rozenmuter, representante de la organización Defensoras Digitales Quintana Roo, hizo énfasis en que, mientras los gobiernos no estudien ni regulen las violencias que nacen en las plataformas digitales, habrá que “luchar desde varias trincheras”, desde las organizaciones civiles, por ejemplo, para combatir la violencia digital hacia las mujeres y, sobre todo, procurar su bienestar online y offline.

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