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La violencia sistémica que vive la naturaleza nos afecta tanto como a ella: Alma Narváez


Tuxtla Gutiérrez, Chiapas / Stephanía González.- Cada 4 de junio se celebra el Día Mundial de Medio Ambiente para crear conciencia sobre la destrucción de nuestro entorno natural. La NASA informó que casi el 85 por ciento del país enfrenta condiciones de sequía y presas en todo México se encuentran en niveles “excepcionalmente bajos”, esto a consecuencias sociales y económicas.

Cada tres segundos, el mundo pierde una superficie de bosque equivalente a un campo de fútbol, en el último siglo, hemos destruido la mitad de nuestros humedales y el 50% de nuestros arrecifes de coral ya se han perdido, ha informado las organización de las Naciones Unidas y se espera, que si no se crean actividades para mejorar el medio ambiente, en el 2050, podrían desaparecer hasta el 90% de los arrecifes y el calentamiento global aumentaría más de 1,5°C.

Platicamos con la Bióloga, Alma Narváez Barrios, activista, ecofeminista y fundadora de la colectiva Eco Ch’ulel en Chiapas, quienes brindan educación ambiental con perspectiva de género de manera gratuita en lugares donde la educación es inaccesible, fundada en 2017 por la necesidad de “comunicar e intercambiar saberes de cómo tenemos que relacionarnos con la naturaleza”.

Desde hace un par de años Alma inició su activismo de manera personal, posteriormente se ha sumado a diferentes iniciativas y campañas tanto locales como nacionales e internacionales, una de ellas han sido las recomendaciones en el Convenio de Diversidad Biológica y en la Cumbre de Cambio Climático.

 

 

De acuerdo a varios informes como el de “Género, cambio climático y salud” de la Organización Mundial de la Salud (OMS) las mujeres son las más afectadas  por el cambio climático y perdida de la biodiversidad y de maneras muy diversas. Uno de los ejemplos es ante la crisis del agua y ante las olas de calor, efectos que ya están cobrando víctimas en diferentes estados de México. Pues son las mujeres, las encargadas de recorrer grandes distancias en busca del agua, aún más en zonas de marginación y pobreza, una forma de explotación pues además se encargan de las actividades dentro del hogar.

“La violencia sistémica que la mujer padece es igual a lo que vive la naturaleza y nos afecta tanto como a ella”, expresó Alma, “sin embargo (ellas) son las que tienen mayor desventaja ya que en los países en desarrollo, las mujeres rurales del sector agrícola son las principales productoras de alimentos básicos. Ellas están expuestas a  riesgos que resultan de las sequías y de la variabilidad pluvial. En muchos países el cambio climático implica que las mujeres y las niñas tengan que caminar más lejos para acarrear agua, especialmente en la estación de secas”, comentó.

Otro de las consecuencias de la perdida de ecosistemas y biodiversidad es la aparición de la COVID-19 pues de acuerdo a la ONU al reducir el área de hábitat natural para los animales, hemos creado las condiciones ideales para que los patógenos, incluidos los coronavirus, y se propaguen.

“Estamos atravesando una crisis climática y civilizatoria donde es urgente hacer un llamado a la acción para resolver las problemáticas que enfrentamos, consecuencia por este despojo y falta de desconexión con el medio natural… vivimos la sexta extinción masiva por la degradación de suelos, incendios forestales, la mala regulación del turismo, relacionado también a la falta de una consciencia sobre lo que nuestras acciones pueden repercutir en la naturaleza y en nuestra salud ya que esto está íntimamente ligado” agregó Narvaez

La propagación de este virus nos llevó a vivir en confinamiento y bajo nuevas medidas estricta de higiene; y aunque “fue un respiro momentáneo” porque “disminuyeron actividades económicas que liberan cantidades enormes de CO2 a la atmósfera y la  movilidad vía aérea y terrestre disminuyó” afirma Alma, también existieron consecuencias graves como el aumento de plásticos.

“Una de las consecuencias que trajo la pandemia fue el aumento de plásticos de un solo uso, justo en un momento histórico donde se estaba logrando dejar de usar en muchas partes del mundo y en muchos estados del país estaban adoptando nuevas estrategias para mitigar esta problemática y con la pandemia se rompió prácticamente con ese acuerdo internacional ya que el aumento de mascarillas, guantes y caretas han contaminado ríos, mares y creando problemas mucho más graves ya que mientras tenemos cielos despejados los plásticos siguen en aumento”, comentó.

Lamentó que “las políticas públicas no estén acorde a las necesidades y al contexto de lo que a la tierra le atraviesa, han sido años de despojo y saqueo tanto de su flora y fauna”. Consideró que es urgente resolver problemas como el saneamiento de aguas, calidad del aire, incendios forestales, el tema de movilidad y la infraestructura en las ciudades.

 

 

Invitó a la ciudadanía se sume al llamado a la Tierra, a crear propuestas desde lo local, generar comunidad y alianzas y alzar la voz cuando se violente y cometa un delito contra la naturaleza. Desde el tráfico ilegal de especies, saqueo de madera, introducción de especies exóticas “y un sinfín de atentados contra nuestra biodiversidad”.

Por ultimo comentó que es importante generar cambios desde lo individual hasta como sociedad al hacer consumir productos locales, generar menos basura, documentar e investigar de donde viene todo lo que consumimos, ver su impacto, crear huertos, compostas y sobre todo exigir “a los tomadores de decisiones que legislen a favor de la naturaleza, que se fomente la educación ambiental y climática en las escuelas, y que sobre todo se sumen a iniciativas que impacten de manera positiva en su comunidad”.

“Por lo que sí o sí tenemos que generar estos espacios de diálogo e interlocución intercambio de saberes donde todas las voces sean escuchada desde los diversos activismos y se hagan escuchar y sumar esfuerzos para atender estas problemáticas que nos debería ocupar a todxs. La educación ambiental  surge desde la necesidad de atender estas problemáticas y exhorta hacer acciones positivas y (la educación ambiental) propone justo reivindicarnos como especie, es una alternativa que nos hace replantearnos justo eso de cómo tenemos que habitar y compartir nuestra casa en común, la tierra”, finalizó.

 

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