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Nawal al Saadawi, una de las referentes y escritora feministas más empoderadas y brillante


Escritora, psiquiatra y, sobre todo, inconformista, Nawal al Saadawi fue una feminista y conocida disidente política del mundo árabe que nunca aceptó autoridad alguna sin cuestionamiento. Tachada de blasfema por amplios sectores, consideraba que la religión es política. Sus libros y escritos la llevaron a la cárcel y al exilio

Madrid / AmecoPress – Agencias.- El 21 de marzo pasado, murió Nawal al Saadawi a los 89 años de edad y se ha perdido con ella a una de las referentes feministas más poderosas, y a una de las escritoras más lúcidas y brillantes del mundo. Como la historia simple de una mujer simple que soñaba con la justicia, la dignidad, el amor y la libertad definió Nawal al Saadawi la historia narrada en su libro quizá más famoso “Mujer en punto cero”, escrito en plena persecución del gobierno egipcio, en los años 80, que hizo que perdiera su trabajo y, como ella misma dijo, propició que tuviera más tiempo para “pensar, contemplar y escribir literatura, además de hacer investigaciones sobre las mujeres en el campo de la salud corporal, psicológica y social”.

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Su larga y fructífera vida

Escritora, psiquiatra y, sobre todo, inconformista, Nawal al Saadawi fue una feminista y conocida disidente política del mundo árabe que nunca aceptó autoridad alguna sin cuestionamiento. Tachada de blasfema por amplios sectores, consideraba que la religión es política. Sus libros y escritos la llevaron a la cárcel y al exilio y a pesar de las amenazas de muerte, continuó en la batalla para mostrar la necesidad de luchar por el cambio. Y a pesar de las consecuencias que le ha acarrearon decir lo que pensaba decía que preferia morir antes de no poder expresar su opinión.

Nació el 27 de octubre de 1931, en la aldea de Kafr Tahla, y fue la mayor de nueve hermanos. Su padre, licenciado por la Universidad de al-Azhar, la más prestigiosa en la enseñanza de las Ciencias Islámicas y funcionario del Ministerio de Educación, luchó en la revolución de 1919 y como resultado de ello fue desterrado a un pequeño pueblo en el Delta del Nilo y castigado por el Gobierno durante diez años. Su madre provenía de una familia de la clase alta egipcia.

Ingresó en la Facultad de Medicina de El Cairo en 1949 y finalizó sus estudios de psiquiatría en 1955, trabajando en la universidad y en el Centro de Salud Rural de Tahla, donde pudo observar las dificultades y desigualdades con que se enfrentaban las mujeres rurales. Más tarde estudió en la Universidad de Columbia, Nueva York, y obtuvo una maestría en Salud Pública en 1966. Se convirtió en la Directora de Salud Pública de Egipto y fue despedida en 1972 a causa de su libro “Women and Sex”, publicado en árabe en 1969 y prohibido por las autoridades políticas y religiosas, en el que abordaba el tabú de la sexualidad de la mujer musulmana y se manifestaba en contra de la ablación o mutilación genital femenina. Igual suerte corrió como directora de la revista Salud fundada por ella y que fue cerrada en 1973. Desde entonces, sus libros y novelas, la mayoría centrados en temas sobre la sexualidad de las mujeres árabes y musulmanas, en el contexto de una autoridad y tradición religiosas represivas, la convirtieron en blanco del régimen egipcio y de las autoridades religiosas islámicas.

Criticó abiertamente el sistema patriarcal y abordó otros temas tabú como el aborto, el abuso de menores, y las diversas formas de opresión a la mujer. Denunció el patriarcado de las religiones y argumentó la teoría de que Egipto en la antigüedad era originalmente un matriarcado.

Se casó tres veces. La primera con un estudiante de medicina pero el matrimonio fue corto, y largo el camino para conseguir el divorcio, debido a las normas restrictivas de la mujer en el Islam. Su segundo marido no aceptaba que ella escribiera, por lo que el matrimonio también terminó en divorcio. En 1964 Nawal se casó con su actual marido Sherif Hetata, médico y novelista, que ha traducido varios de sus libros al inglés.

Apresada en 1981 por sus ideas sobre la igualdad de la mujer y sus abiertas críticas políticas

De 1973 a 1978 trabajó en el Instituto de Literatura y Ciencia. También fue investigadora en la Facultad de Medicina del Cairo y trabajó para las Naciones Unidas. Y a su vuelta en septiembre de 1981 fue encarcelada. Sus ideas sobre la igualdad de la mujer y sus críticas políticas abiertas fueron consideradas como una amenaza al régimen opresivo. Fue liberada a finales de noviembre de 1981, dos meses después del asesinato de Sadat. En la cárcel escribió su libro “Memorias de la mujer en la prisión”, en un rollo de papel higiénico y con un lápiz de cejas que alguien le pasó de contrabando del pabellón de las prostitutas. Sobre su estancia en prisión cuenta: ¨Cuando salí de prisión habían dos rutas que pude haber tomado. Pude haber sido una de esas esclavas de la institución gobernante, y por lo tanto adquirir seguridad, prosperidad… o pude haber continuado en el difícil sendero, aquel que me llevo a prisión… El peligro ha sido parte de mi vida desde que tomé una pluma y empecé a escribir.
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En 1982, fundó la Asociación para la solidaridad con la mujer árabe, la primera organización legal feminista independiente, dedicada a la promoción de la participación activa de la mujer en la sociedad árabe. Esta organización se opuso a la Primera Guerra del Golfo en 1991 y fue prohibida por las autoridades egipcias, al igual que su publicación, la revista Noon de la que era directora. Los fondos de esta Asociación, una vez cerrada, fueron traspasados a otra denominada “Mujeres en el Islam”.

De 1988 a 1993 su nombre figuró en las lista de amenazadas de muerte emitida por varias organizaciones fundamentalistas, por lo que se exilió con su marido en los Estados Unidos, y regresó a Egipto en 1996.

Nawal El Saadawi fue Doctora Honoris Causa por tres Universidades y recibió varios premios literarios nacionales e internacionales. Sus obras han sido traducidas a varios idiomas y algunas forman parte del programa de estudios de varias facultades.

En diciembre de 2004 se presentó como candidata presidencial en Egipto, aun sabiendo que nunca se le daría la oportunidad de acceder al gobierno. Cree que la religión es producto de la política y no entiende cómo algunos “se matan por ello”.

“¿Quién de vosotras ha elegido su religión?, la hemos heredado”, le espetó a un auditorio heterogéneo pero atónito por igual ante su dialéctica. Para ella, “seguir adorando el Corán es un peligro. “Hay que adaptar el texto a la realidad, no la realidad al texto”. Afirma que decir “soy palestino, soy musulmán o soy judío” es caer en el comercio religioso y anima a que en el futuro todos creamos en la justicia.

Después de estudiar el Corán, el Evangelio y la Torá tenía claro que hay muchas similitudes en cuanto a la opresión de la mujer y el racismo porque “los otros que no creen en lo que yo creo son unos apóstatas”.

Ya, con 80 años, se sintió feliz cuando estalló la revolución egipcia, en la que participó de forma activa acudiendo a la calle todos los días. Confiesa haber soñado con ella durante mucho tiempo. “Las mujeres participamos en todo lo que sucede. El régimen nos quitó muchos derechos después de la última revolución en Egipto.

Ahora somos muy prudentes. No dejaremos que eso vuelva a suceder. Y voy a decir lo mismo a las mujeres tunecinas. Que sean conscientes de los peligros y no se den por vencidas”.

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