Home > Opinión > Por la cuarta: ¿Cuánto sexo necesitan las mujeres? por Enriqueta Burelo Melgar

Por la cuarta: ¿Cuánto sexo necesitan las mujeres? por Enriqueta Burelo Melgar

Enriqueta Burelo Melgar Programa de la Mujer, Consejo Estatal de Población 1984, Fundadora del Departamento de Género, UNACH y fue Secretaria Municipal de la Mujer, Tuxtla Gutiérrez (2015-2018). Se ha desempeñado como articulista y conductora de televisión. Colaboró en el libro Desde mi Piel, un retrato de 20 políticas chiapanecas en el 2015.


Por la Cuarta | Enriqueta Burelo Melgar

 

En un tiempo de buenas costumbres y de una sociedad patriarcal que consideraba a las mujeres simples objetos de usos, posiblemente la respuesta sería: “una mujer decente no necesita sexo, ella está dedicada a labores más sublimes como el cuidado del esposo, los hijos, la limpieza del hogar”, todo se reducía a  labores domésticas y a los rezos y a pesar de los escotes de las mujeres en la época de Napoleón Bonaparte, tenían que llegar vírgenes al matrimonio, a menos que su poder y capacidad de seducción, estuviera mas allá de cualquier cuestionamiento, ya que en todas las épocas hubo mujeres transgresoras que se saltaron las trancas. Algunas pagaron caro su osadía, pero otras disfrutaron de las mieles del poder, fueron mujeres empoderadas que asumieron los costos y salieron adelante, por ejemplo Georges Sand, amante de Chopin, escritora famosa y que se vestía de hombre, lo que no le impidió practicar sus poderes de seducción, sin embargo, tenemos a Mata Hari, acusada de espía alemana y fusilada.

Y es tanto el temor de una sociedad porque las mujeres disfruten de su sexualidad y la ejerzan como un derecho humano, natural, que en algunas culturas se practica la mutilación genital femenina, también llamada ablación del clítoris, con objetivo de eliminar el placer sexual en las mujeres, considerando razones culturales, religiosas.

Pero… ¿qué significa el sexo para las mujeres?

En Psichology Today se hacen esta pregunta y una psicóloga responde, vinculando el sexo al amor en la mayoría de los casos. “Muchas mujeres encuentran en el sexo la más profunda forma de amor y conexión”, explica, una concepción muy distinta a la de los hombres, que es mucho más física. ¿No es generalizar un poco o partir de premisas que, casi en 2020, quedan un poco anticuadas? Como si las relaciones platónicas fueran nuestro fin último, más que las físicas.

Ello me hace recordar mis años universitarios y aun ya de adulta, nos habían hecho tal lavado de coco que nos lo habíamos creído, que el hombre por su naturaleza necesitaba el sexo, sin vincularlo a un sentimiento amoroso y que también por lo mismo era infiel, que las mujeres teníamos relaciones pero con alguien a quien amábamos y que nos debíamos conservar castas y puras para el matrimonio, que éramos como una especie de botella de un perfume con su sello de seguridad que solo se quitaba en nuestra luna de miel.

Todavía en mi época quien se comía la torta antes del recreo, una forma de decir que te habías acostado antes del matrimonio y que habías resultado embarazada, era casi obligatorio que te casaras, a riesgo de que sufrieras el ostracismo social.

Alfonsina Storni, poeta y feminista suiza uruguaya hace una reclamo en el poema “Tú me quieres blanca”, del cual reproducimos un fragmento:

Tú que el esqueleto
conservas intacto
no sé todavía
por cuáles milagros,
me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡me pretendes alba!

Y, para nosotras, el sexo empieza en realidad en el cerebro. La descarga de testosterona -la hormona del deseo sexual- es mucho más rápida mientras que la femenina actúa más despacio. De ahí que esa parte ‘cerebral’ sea más importante para nosotras que para ellos y por eso siempre se ha pensado que nuestro deseo es menor, cuando simplemente es diferente.

Así, se remite a un estudio de 2015 que revela que, ante una situación de tener sexo con un atractivo desconocido/a, el 100% de los hombres contestó que sí la aprovecharía. ¿Y cuál fue el porcentaje de mujeres que harían lo mismo? Pues el 97%, es decir, que la diferencia es ínfima lo cual prueba que nosotras sentimos el mismo deseo sexual que ellos. Eso sí, a nosotras todavía se nos juzga -negativamente, claro- si lo manifestamos públicamente. Ya sabes, el que tiene un sinfín de relaciones esporádicas es un héroe; la palabra para definir a una mujer que haga lo mismo ya sabes cuál suele ser….

Los mandatos culturales a las mujeres establecen que su rol natural y social es la reproducción de la especie. Sin embargo, aun cuando se pretenda ligar maternidad y sexualidad, son dos cuestiones que si bien tienen ciertos vínculos, la maternidad es un proyecto de vida, es una decisión voluntaria, mientras que la sexualidad está intrínsecamente ligada a su condición de humana.

A partir de estos preconceptos impuestos, el feminismo contemporáneo denuncia la maternidad obligatoria y la heteronormatividad al proponer repensar los mandatos sociales, a la vez que separar sexualidad de reproducción y objetivar la maternidad como un proyecto de vida, por lo tanto planificada como todo proyecto.

Muchas mujeres a sus 60 años nunca se han visto sus genitales, a las mujeres nos han habituado socialmente a que escondamos esa parte de nosotras o nos sintamos avergonzadas.

La realidad es que las mujeres tenemos deseos sexuales y podemos desear, excitarnos y tener orgasmos en cualquier momento de nuestro ciclo menstrual, estando embarazadas y a lo largo de toda la vida. Una cosa es que la sexualidad de la mujer haya sido más silenciada, ocultada y perseguida y otra que no sientan y estén motivadas por deseos sexuales.

Hemos visto mucho cine de Hollywood donde los personajes se encuentran, hacen el amor, y alcancen el orgasmo en segundos, sin despeinarse, la realidad no es así, la sexualidad es comunicación, es aprendizaje continuo.

Así que, ante la pregunta de ‘¿cuánto sexo necesitamos de verdad las mujeres?’ la respuesta podría ser el mismo que podría necesitar cualquier hombre, desafortunadamente a las mujeres “Nos enseñaron que los hombres son los únicos que necesitan variedad y novedades cuando nosotras sentimos exactamente lo mismo”, explica. Una educación sexual centrada casi en exclusiva en las necesidades del hombre ha llevado durante ¿siglos? a creer que a nosotras no nos interesa el sexo, cuando la realidad es muy diferente. Para ofrecer una respuesta más precisa: cada mujer necesita el sexo que necesita,

– Para siempre… Para siempre…
No usemos esa palabra, no… me da miedo.
Yo te quiero, ¿y sabes?
hay algo muy importante que debemos hacer lo antes posible…

– ¿Y qué es?
– Follar.

(Kubrick, S. «Eyes Wide Shut», escena final)

 

 

 

 

 

 

 

 

Print Friendly, PDF & Email