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Por la Cuarta: “El amor no tiene cura, pero es la cura de todos los males” por Enriqueta Burelo

María Enriqueta Burelo Melgar originaria de Chiapas ha sido Coordinadora del Programa de la Mujer, Consejo Estatal de Población 1984, Fundadora del Departamento de Género, UNACH y fue Secretaria Municipal de la Mujer, Tuxtla Gutierrez ( 2015-2018). Se ha desempeñado como articulista y conductora de televisión. Colaboró en el libro Desde mi Piel, un retrato de 20 políticas chiapanecas en el 2015.


Por la Cuarta | Enriqueta Burelo Melgar

“El amor no tiene cura, pero es la cura de todos los males”

En  la película Love & Death, el director de cine, Woody Allen, nos ofrece un trabalenguas cantinflesco: “Amar es sufrir. Para evitar el sufrimiento no se debe amar, pero entonces se sufre por no amar, de modo que amar es sufrir y no amar es sufrir, y sufrir es sufrir. Si para ser feliz hay que amar, para ser feliz hay que sufrir, pero sufrir hace a uno infeliz, por lo tanto, para ser infeliz uno debe amar o amar para sufrir o sufrir de tanta felicidad, y dejémoslo que es un lío.”

Muchas personas se van con la finta que amar es sufrir, lo cual es totalmente falso y hay quien te dice, que lo cree firmemente, que quien te quiere te hará sufrir, nada más alejado de la realidad, a menos que tu galán sea el Marqués de Sade y tú una aprendiz de masoquista.

Hemos entendido mal lo que significa amar, guiándonos por lo que hemos visto en películas como Ana Karenina, Romeo y Julieta, Pretty Woman o las clásicas mexicanas en donde las mujeres lloraban desde las primeras escenas hasta el final, lloraban de amor, de desamor, de alegría o de infelicidad, picando cebolla o chile, pero lloraban, recuerdo una película de Arturo de Córdova donde una de las heroínas se atreve a irse con el  galán y dice una frase pegadora que no se me ha olvidado: “Más vale un minuto de felicidad que toda una vida de amargura, y uno parafrasea Más vale un minuto en el Dubai, que toda una vida estéril”, de repente recuerdas que son 15  minutos mínimo para llegar al orgasmo y dicesMás vale 15 minutos, donde sea”, y el galán debe invertir por lo menos 5 minutos en besos lo que genera la oxitocina y en 15 minutos estarás arañando la cama cual gato montés.

Y relaciono el orgasmo con la felicidad porque para muchas existe un vínculo entre el amor y el sexo, aun cuando otras almas se  ven reflejadas en la novela de Jorge Isaac, María, que hizo llorar a las de mi generación, el amor es versos y paseos, ella padece de epilepsia y muere prematuramente.

O amor es tomar riesgos como Ana Karenina que termina arrollada por un tren después de arriesgar su reputación, dinero y comodidad por seguir a su amado, y se transforma en un símbolo de que el amor es riesgo y muerte.

Si nos guiamos por el cine que es uno de los mecanismos que nos introducen en el amor romántico, tendremos en Notting Hill, una historia de amor a primera vista, ¿Sabes que encontrarte con Ryan Gosling, Bradley Cooper o Hugh Jackamn, en una cafetería y que se enamore de ti es solo eso verdad? Sí, un sueño.

El amor romántico es la herramienta más potente para controlar y someter a las mujeres, aun en los países en donde son ciudadanas de pleno derecho y donde no son, legalmente, propiedad de nadie.

Por amor las mujeres nos aferramos a situaciones de maltrato, abuso y explotación, somos capaces de humillarnos por amor y a la a vez de presumir nuestra intensa capacidad de amor, por amor nos sacrificamos, nos dejamos anular, perdemos nuestra libertad, nuestras redes sociales y afectivas

Son muchos los que saben que combinar el cariño con el maltrato hacia una mujer sirve para destrozar su autoestima y provocar su dependencia, por lo tanto utilizan el binomio maltrato-buen trato para enamorarlas perdidamente y así poder domarlas.

Este “amor” nos atrapa en contradicciones absurdas “debería dejarle, pero no puedo porque le amo/porque con el tiempo cambiará/porque me quiere/porque es lo que hay”. Es un “amor” basado en la conquista y la seducción, y en una serie de mitos que nos esclavizan, como el de “el amor todo lo puede”, o “una vez que encuentras a tu media naranja, es para siempre”. Este “amor” nos promete mucho pero nos llena de frustración, nos encadena a seres a los que damos todo el poder sobre nosotras, nos somete a los roles tradicionales, y nos sanciona cuando no nos ajustamos a los cánones establecidos para nosotras.

El romanticismo es un mito que nos convence a las mujeres de que en el amor hay que sufrir, sacrificarse, aguantar, renunciar y pasarlo mal. La recompensa que nos ofrecen es el paraíso romántico que nos venden en los cuentos de princesas,  una vez que hayamos pasado por el valle de lágrimas, el sapo verde se convertirá en “Príncipe Azul”, viviremos felices y comeremos perdices..

Parece difícil pero no imposible, los amores sin romanticismo son más libres porque no se construyen desde la dependencia mutua: se conciben desde la autonomía de cada uno, y se viven sin el miedo a perder a la persona amada.

Es hora de atreverse a romper con este mito romántico, y explorar otras formas de relacionarnos más allá del modelo idealizado que nos venden las películas y las novelas.

Hay que sacar a la luz todas las formas de quererse que existen, reivindicar nuestro derecho a construir las relaciones como queramos, y abrir nuestras mentes y corazones a todo tipo de relaciones amorosas basadas en el placer, el disfrute, la solidaridad, el apoyo mutuo, y la alegría de vivir.

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