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Por la  Cuarta: Te acompaño, porque tan solita, por Enriqueta Burelo Melgar

María Enriqueta Burelo Melgar originaria de Chiapas ha sido Coordinadora del Programa de la Mujer, Consejo Estatal de Población 1984, Fundadora del Departamento de Género, UNACH y fue Secretaria Municipal de la Mujer, Tuxtla Gutiérrez (2015-2018). Se ha desempeñado como articulista y conductora de televisión. Colaboró en el libro Desde mi Piel, un retrato de 20 políticas chiapanecas en el 2015.


Por la Cuarta | Enriqueta Burelo Melgar

Sola con mi soledad,
sola sin tu compañía,
sola por quererte tanto,
por creer a ciegas que tú me querías,
sola con mi soledad,
sola con mis sentimientos,
pero a pesar de todo
te sigo esperando, te sigo queriendo,
queriéndote, a pesar de tu olvido,
por qué aunque un rayo me parta tú.
Seguirás siendo mío.

Marisela interpreta con su voz impregnada de sentimiento la canción Sola con mi soledad y estoy segura que muchas mujeres se sentirán identificadas con ella, la soledad es una presencia constante en las mujeres, aun cuando se encuentren en un cuarto lleno de personas la soledad las invade, las paraliza, las aterroriza.

Nos han enseñado a tener miedo a la libertad; miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad. El miedo a la soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía, porque desde muy pequeñas y toda la vida se nos ha formado en el sentimiento de orfandad; porque se nos ha hecho profundamente dependientes de los demás y se nos ha hecho sentir que la soledad es negativa, alrededor de la cual hay toda clase de mitos. Esta construcción se refuerza con expresiones como las siguientes “¿Te vas a quedar solita?”, “¿Por qué tan solitas muchachas?”,  hasta cuándo vamos muchas mujeres juntas. Insiste Marcela Lagarde.

La construcción de la relación entre los sexos tiene muchas implicaciones y una de ellas es que las mujeres no estamos hechas para estar solas de los hombres, sino que el sosiego de las mujeres depende de la presencia de los hombres, aun cuando sea como recuerdo, o en una relación toxica, eso nos indica la canción citada.

Es terrible, oprobiosa, miserable y no sé cuántos calificativos más podría ponerle al hecho de que el sentimiento de soledad deriva de nuestra dependencia, léase estar pendiente de la mirada del otro, y también de la otra, Se espera de nosotras que generemos resultados exitosos en todas las áreas de nuestra vida. Y también somos nosotras mismas quienes nos lo auto-imponemos.

Estamos siempre a la espera de aprobación, retribución amorosa, que las amigas nos correspondan, aplausos a nuestro aportes, like o retweet a nuestros comentarios, que el espejo nos devuelva una imagen que es ajena a nosotras.

Cuantas veces no hemos llorado en la soledad de nuestra habitación, cuando no cumplimos con las reglas que impone la buena sociedad, casi casi como lo que se exige a  cualquier producto o servicio que cumplamos con las tres B: buena, bonita y barata.

Si somos solteras soñamos con el príncipe azul que nos rescate, si somos viudas o divorciadas, añoramos el mundo doméstico, y no recordamos los malos ratos, y pensamos: nunca volveré a tener otra cita, nunca nadie se fijará en mí, no podré “rehacer mi vida”, ese rehacer mi vida, está en función de alguien nos eche un lazo., no de mi misma.

Vivir en si no es fácil, siempre hay problemas grandes o chiquitos, nuestra capacidad de resolver y enfrentarnos a ellos, nos fortalece como personas y nos hace autónomas, sin embargo, no todo es de fácil solución, sino, llamaríamos al plomero o al electricista, combatir ese sentimiento de soledad, requiere voltear la mirada hacia nuestro yo interno, esa que nos dice “lo estás haciendo muy bien, te felicito, te cuido, te quiero, sigue adelante que vales muchísimo”.

Para enfrentar el miedo a la soledad tenemos que reparar la desolación en las mujeres, ese sentimiento desolación es el resultado de sentir una pérdida irreparable. Y en el caso de muchas mujeres, la desolación sobreviene cada vez que nos quedamos solas, cuando alguien no llegó, o cuando llegó más tarde. Podemos sentir la desolación a cada instante. Creo que muchas recordaremos ese horrible sentimiento en el estómago, en el corazón, en nuestro hígado, cuando el pretendiente nos deja plantadas, no nos llamó o llega tarde, es peor que la muerte.

Sobrevivir a esta aterradora experiencia no es fácil, cuesta trabajo comprender que para construir la autonomía necesitamos soledad y requerimos eliminar en la práctica concreta, los múltiples mecanismos que tenemos las mujeres para no estar solas. Demanda mucha disciplina no salir corriendo a ver a la amiga en el momento que nos quedamos solas.

Vivimos ancladas en la nostalgia que todo tiempo pasado fue mejor por ello oímos a los Beach Boys, a Rulli Rendo y nuestras noches de farra, lloramos cuando oímos a Leo Dan,  no está mal de vez en cuando , pero levemos anclas y sintonicemos otra estación donde escuchemos a , Julieta Venegas, los Ángeles Azules, los Tigres del Norte: Para sanar las heridas, voy a buscar otro amor

Casi arruinaste mi vida, golpeando mi corazón o también  cantar La Bruja, ese son jarocho tan antojador: Que diga y que diga y que dígame usted. Cuantas criaturitas se ha chupado ayer. Ninguna, ninguna, ninguna lo sé. Yo ando en pretensiones de chuparme a usted. Es mejor chupar a que nos chupen.

La soledad puede ser vivida como metodología, como proceso de vida. Debemos vernos con una mirada amorosa, aprobatoria, desde lo más recóndito de nuestro ser, de nuestros propios pensamientos positivos acerca de nosotras mismas. Celebrar nuestros logros, regalarnos paz, armonía, centrarnos en nuestro eje. Sin depender de la aprobación de los otros, es lo que nos permite combatir ese sentimiento de soledad, nada agradable por cierto.

 

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