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Ser mujer y pobre, el peor escenario para la salud

Madrid / AmecoPress.- Si, en el año 2009, la Comisión para Reducir las Desigualdades Sociales en Salud en España indicaba que “España es uno de los países que tiene ya evidencia de la existencia de las desigualdades socioeconómicas en salud, pero donde las políticas para disminuirlas prácticamente no han entrado en la agenda política”, el informe de la EAPN indica que estas desigualdades no sólo no se han solventado, sino que se han incrementado.

El hecho de tener un trabajo o estar en desempleo tiene una influencia importante en el estado de salud percibido. Sólo el 18,6 por ciento de las personas que tienen un trabajo opina que su estado de salud es regular, malo o muy malo; sin embargo, esta misma consideración se incrementa en nueve puntos porcentuales (27,4 %) cuando se trata de personas en desempleo y a más del doble (43,6 %) cuando se trata de personas que ejercen labores reproductivas y de cuidado (“labores del hogar” como las denomina el INE) la práctica totalidad, mujeres.

El estudio muestra dos tendencias que inciden en la desigualdad y que deben controlarse en uno de los sistemas sanitarios más avanzados del mundo. En primer lugar, hay un mayor número de personas pobres a las que no se realizan análisis o pruebas médicas (tanto si se controla las variables por edad, sexo, nacionalidad o situación laboral). En segundo lugar, la falta de acceso por causas económicas tanto a medicamentos recetados como a la atención médica, dental, y de salud mental, es entre tres y cinco veces más elevada entre las personas pobres que entre las no pobres.

Otro eje de desigualdad importante es el determinado por el sexo. En este sentido, los resultados principales pueden resumirse en tres ideas:

1) Las mujeres tienen una salud más deficiente, pero se cuidan más. Así, las mujeres tienen peor salud percibida; más enfermedades crónicas y sufren más limitaciones para la realización de actividades, especialmente las actividades básicas de la vida diaria. Sin embargo, las mujeres obtienen mejores resultados en índice de masa corporal, consumo de tabaco y consumo de alcohol. Los resultados de los hombres son mejores sólo en el caso de la actividad física, cuestión que puede venir determinada por las diferencias de roles (por ejemplo, disposición de tiempo libre). También se alimentan mejor: consumen más fruta fresca, más verdura, menos carne, más pescado y, sobre todo, menos comida rápida.

2) Las mujeres parecen aprovechar mejor la atención sanitaria en aquellos aspectos que están bien cubiertos por la sanidad pública y peor en aquellas cuestiones con cobertura pública más deficiente. En otras palabras, la falta de recursos parece afectarles más. Por una parte, las mujeres van más al médico, a Fisioterapia y al dentista, y también les hacen más pruebas. Por el contrario, un mayor porcentaje ha sufrido falta de atención dental y de acceso a medicamentos por problemas económicos. También disponen de menos ayudas que los hombres en el caso de que padezcan limitaciones en las actividades básicas de la vida diaria.

3) El hecho de ser mujer agudiza las desigualdades de la pobreza. Los porcentajes de mujeres con falta de atención sanitaria por causas económicas son más altos que los de los hombres para todas las tipologías analizadas: atención médica, dental, salud mental y acceso a medicamentos.

Las personas pobres tienen peor salud que las que no lo son, pero la situación se empeora en el caso de las mujeres

A la mitad de las mujeres pobres no se les ha practicado nunca una mamografía, cifra que es un 30,7 por ciento -11,5 puntos porcentuales superior a la de las mujeres no pobres-. Además, si se considera la edad recomendada, que es entre 50 y 69 años, las diferencias aumentan enormemente, pues al 9,1 por ciento de las mujeres pobres -casi el triple que a las no pobres (3,4 %)- no se le ha practicado nunca. Respecto a las citologías, muy importantes para la prevención del cáncer de cérvix, las diferencias son parecidas (33,8 % de mujeres pobres y 18,4 por ciento de no pobres a las cuales no se ha practicado nunca una citología).

Con respecto a las prácticas preventivas de salud femenina, en Baleares, Cantabria y Andalucía el porcentaje de mujeres que no se ha hecho nunca o hace más de tres años una mamografía está muy por encima de la media. Por otra parte, el porcentaje de mujeres que llevan cinco años o más, o nunca, sin hacerse una citología es alto en las comunidades de Castilla y León, Andalucía, Cantabria y Extremadura, con cifras entre el 44 y el 55 por ciento.

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