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¿Y dónde están las feministas? por Estela Casados González

Estela Casados González es Integrante de la Junta de Gobierno del INMUJERES. Docente Investigadora en Universidad Veracruzana. Observatorio Universitario de Violencias contra las Mujeres.


Por Estela Casados González (Testigo Púrpura) | @EstelaCasados

¿Y dónde están las feministas? 

La recta final de 2019 está siendo especialmente brutal con las veracruzanas. Aunque sabemos que muchos casos quedan fuera del radar de los medios de comunicación, encontramos en las noticias que diariamente se registran casos de agresión sexual en el estado.

La zona conurbada Veracruz – Boca del Río ha cobrado visibilidad por esta situación, sin que las autoridades de los tres niveles de gobierno hayan hecho algo más sobresaliente que culparse entre ellos y sacar raja política del asunto.

Sumado a esto tenemos que, en promedio, diariamente se asesina a una mujer en Veracruz. De acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, de enero a septiembre de este año, han sido asesinadas 295 ciudadanas. Particularmente, en lo que respecta al tema de feminicidios, la entidad es puntero nacional con 140 casos reportados por la Fiscalía General del Estado.

Abuso sexual, feminicidio y homicidios de mujeres constituyen la cara visible de las violencias. Sin embargo, dejamos de lado la violencia cotidiana que hemos normalizado y validado socialmente, por lo que se realiza con total impunidad.

Las agresiones hacia mujeres son como una bola de nieve: basta con que tenga lugar el primer hecho violento, la invisibilización del mismo, su correspondiente justificación y complicidad social para que prosperen aquellos actos que atentan contra la integridad sexual y vital de las mujeres.

Es decir, la sociedad en general es promotora de las violencias contra la población femenina. Esto hace difícil que nos observemos críticamente cuando se trata de asumir acciones que permitan frenar este flagelo.

Y no es que seamos feministas (o feministos, según sea el caso), pero tenemos buen nivel discursivo cuando se trata de hablar de derechos humanos de las mujeres; siempre y cuando hagamos la aclaración de que ellas tienen la culpa de la violencia de la que son objeto: que son alarmistas y exageradas, las primeras en atentar contra la cultura de paz, crían machos, que algo hicieron para merecer que las agredieran, que solo quieren llamar la atención o que necesitan terapia y madurar de una buena vez.

Cuando estos comentarios de ocasión quedan rebasados por la crueldad de los hechos, se socorre a un segundo argumento: ¿y dónde están las feministas? Desde el púlpito, las columnas periodísticas y redes sociales, distintos “líderes” de opinión se preguntan como si descubrieran la fórmula mágica que permite desplazar culpas hacia un movimiento social que no puede ni debe hacer las funciones del Estado.

Pero respondamos. ¿Y dónde están las feministas?

Trabajando con recursos propios y aportando económicamente desde una cartera menguada para acompañar a las víctimas de la violencia machista. Agazapadas en colectivas y promoviendo los Derechos de las Mujeres. Mostrando a las veracruzanas cómo sortear los vericuetos de la Fiscalía Especializada y reflexionando conjuntamente por qué el Instituto Veracruzano de las Mujeres no funciona y las revictimiza. Recordando a las muertas y exigiendo justicia. Acompañando a familias huérfanas por la violencia machista. Trabajando sin cobrar un quinto, mientras tratan de cumplir en el trabajo donde ganan un salario que les permite vivir y aportar a la causa.

El problema es que, al menos en Veracruz, las feministas que trabajan gratis o por un magro salario, que brindan este tipo de acompañamiento y lucha son un grupo pequeño. Ridículamente pequeño para un estado de más de 8 millones de habitantes.

Es entonces cuando me pregunto ¿y dónde está la sociedad? Esa que violenta y que valida la violencia. ¿Dónde podemos encontrar a los grupos que defienden la vida, a los que se pronuncian por todo tipo de causas buenas y justas? No queremos su dinero… únicamente, queremos su respaldo y su capacidad de agencia y de acción.

¿Dónde está la ciudadanía que se pronuncia a través del teclado de su dispositivo electrónico? ¿Dónde la población indignada que exige, pero que no hace?

Les estamos esperando.

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