Ciudad de México.- Por la pandemia, la proporción de mujeres sometidas a exámenes de detección del cáncer de mama disminuyó 5 por ciento en promedio entre 2019 y 2020, de acuerdo con nuevos datos analizados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
De acuerdo con la información publicada por el organismo internacional en el informe “ Panorama de la Salud 2021”, la pandemia por COVID-19 tuvo importantes daños colaterales en la asistencia sanitaria, ya que provocó interrupciones masivas en el tratamiento y la atención preventiva de muchos problemas de salud no relacionados con el coronavirus. Los hospitales y el personal sanitario estaban al límite de su capacidad para tratar a los pacientes de la COVID-19, y numerosas cirugías electivas tuvieron que ser retrasadas, como las operaciones de prótesis de rodilla y cadera.
Un ejemplo de este impacto fue la disminución de las pruebas de detección del cáncer durante la pandemia, lo que podría tener graves consecuencias en el futuro.
De acuerdo con la OCDE, la proporción de mujeres sometidas a exámenes de detección del cáncer de mama disminuyó de 9 por ciento en promedio entre 2019 y 2020 en siete países seleccionados para el estudio: Eslovenia, España, Nueva Zelanda, Islandia, Lituania, Chile y Turquía.
La mayor brecha la marcó Turquía al pasar de 36 por ciento de mujeres entre 50 y más años examinadas en 2019 para detección de cáncer de mama a 27 por ciento en 2020, año en que inició la pandemia por COVID-19. En España, por ejemplo, la disminución fue de 81 por ciento en 2019 a 74 por ciento en 2020. Sólo en Islandia se consiguió aumentar la proporción de mujeres examinadas al pasar de 59 por ciento en 2019 a 62 en 2020.
Al considerar todos los países de la OCDE, se observó que las pruebas de detección del cáncer de mama se redujeron en un promedio de 5 puntos porcentuales en 2020 en comparación con 2019.
De acuerdo con la OCDE, está demostrado que los retrasos en el diagnóstico aumentan la mortalidad de múltiples tipos de cáncer, ya que las pruebas de detección pueden tener un gran impacto en la supervivencia de la paciente, puesto que en muchos casos se requiere comenzar las intervenciones médicas lo antes posible.
El cáncer de mama es uno de los de mayor incidencia entre las mujeres en todos los países de la OCDE y la segunda causa más común de muerte por cáncer entre las mujeres.
Sin embargo, de acuerdo con el organismo, al inicio de la pandemia muchos sistemas de salud priorizaron las necesidades de atención urgente y los programas de detección del cáncer se detuvieron. Muchas mujeres también retrasaron la búsqueda de atención médica para reducir el riesgo de transmisión de COVID-19, lo que provocó una disminución en la aceptación de las pruebas de detección en muchos países de la OCDE y que retrasarán el progreso hacia un diagnóstico más temprano realizado en estos países que habían logrado un aumento en la proporción de mujeres en edad de detección que recibieron mamografías, del 57.3 por ciento en 2009 al 61.7 por ciento en 2019.
De acuerdo con la OCDE, los diagnósticos pueden representar cambios en el acceso oportuno a la atención del cáncer de mama de alta calidad. Durante 2010 y 2014, 51.5 por ciento de las mujeres con cáncer de mama fueron diagnosticadas en una etapa temprana y 8.6 por ciento en una etapa avanzada.
Los Países Bajos, donde se detuvo el cribado del cáncer de mama, por ejemplo, tuvieron una mayor proporción de pacientes con cáncer de mama diagnosticadas en una etapa avanzada durante la primera ola de la crisis en 2020 en comparación con el mismo período en los dos años anteriores.
La detección, el diagnóstico y el tratamiento retrasados pueden dar lugar a peores resultados para las pacientes con este cáncer en un futuro próximo. Para minimizar estas consecuencias, algunos países de la OCDE, como Dinamarca, han realizado esfuerzos adicionales para aumentar la aceptación de los exámenes de detección y reducir la acumulación de diagnósticos de cáncer.
La evidencia muestra que, desde el inicio de la pandemia, las pacientes y sobrevivientes de cáncer de mama tuvieron menos probabilidades de contactar a los médicos y experimentaron un deterioro en su funcionamiento emocional y salud mental.