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Caldero Feminista: Centroamérica feminista por Alicia Medea

Estamos volviendo la esperanza a un territorio de lucha de dictadura, estamos poniendo otras formas de organizarnos, rompiendo con esas relaciones de poder, haciendo esfuerzos por deconstruir poco a poco esa forma jerarquizada que nos han enseñado.


Por Alicia Medea Herrerías Muñoz del Colectivo Akelarre (Testigo Púrpuea)

Centroamérica feminista

Este año tuvimos la oportunidad de participar en el Encuentro Latinoamericano de Mujeres jóvenes, “Nosotras Decidimos”, llevado a cabo en El Salvador, que organizaron Fondo Camy, Fondo Semillas y el Fondo Centroamericano de Mujeres, en coordinación con organizaciones feministas latinoamericana con la finalidad convocar a 200 mujeres feministas de todo Latinoamérica y el Caribe para articularnos, compartir e intercambiar estrategias y experiencias en torno a la situación del Derecho a Decidir en sus propios contextos.

A este Encuentro acudieron mujeres autónomas y pertenecientes a colectivas de México, República Dominicana, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú, Chile, Argentina, Paraguay y Uruguay, que se dedican a la defensa de los derechos humanos de las mujeres, especialmente los derechos sexuales, y el acceso al aborto.

Durante tres días intensivos compartieron sus experiencias, retos, miedos y aciertos dentro del activismo que realizan día con día en sus países de origen.

En el evento se estableció una estrategia de participación justa que permitió dar prioridad a mujeres en contextos sumamente restrictivos en torno al aborto.

Participaron países como República Dominicana, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Países que, por ejemplo, no cuentan con ninguna causal legal para el aborto, y que viven día con día procesos de persecución y violencia. Al Encuentro acudimos también países como Argentina, Chile, Uruguay y México, que si bien en el tema jurídico pareciéramos estar un paso adelante, fue importante compartir y enunciar los retos que aun en situaciones de “legalidad”, siguen imperando como violatorios a los derechos humanos de las mujeres.

Las feministas latinoamericanas estamos enojadas, estamos furiosas, el feminismo soft, ya no es algo que distinga a las nuevas generaciones, y van a tener que acostumbrarse. No estamos desvirtuando nada, estamos encontrando otras formas de hacer las cosas. Todavía las que estamos entre los 28 y los 30 años de edad no lo tenemos tan claro, pero las de 25 años para abajo lo tienen seguro: ¡esto no se va a caer, lo vamos a tirar!, y no nos toca mas que acuerparlas, acompañarlas y escucharlas. Dejar de lado los discursos adultocentricos que hemos imitado por generaciones de nuestras maestras: “esas no son las formas”, y reconocer y validar estas “nuevas formas”. Esa reiterante preocupación por “desvirtuar” el movimiento está empezando a sonar trillada y cansada, porque en estos tiempos ya no tenemos la paciencia ni nos podemos dar el lujo de solo negociar.

Desde diferentes trincheras a las feministas de todos los feminismos nos toca hacer lo que podemos hacer, sin criticas, sin señalamientos negativos, sin desacreditar las luchas de las otras. Reconociéndonos en contextos paticulares, con estrategias particulares. Y hago especial énfasis en Centroamérica, porque de la misma forma el movimiento se divide entre las que prefieren dejar las cosas como están, (porque presienten que la visibilidad del enojo de las “nuevas feministas”, puede llegar a poner en peligro los pocos avances, que mucho trabajo les ha costado). En Guatemala por ejemplo, en estos momentos están llevando a pleno a votar una iniciativa para quitar la causal Salud (aborto terapéutico) del Código Penal (la única causal que tienen), y la respuesta de las más grandes es “ya ni le muevan” , “no salgan a marchar”, van a empeorar las cosas…. Pero, ¿qué puede ser peor?. Vengo de escuchar anécdotas de compas que no pueden portar el pañuelo verde sin miedo, porque corren el riesgo no solo de que les griten insultos en la calle, sino que las agredan fisicamente. No se pueden dar el lujo de ir a las marchas con la cara descubierta, no porcobardes, sino porque realmente se exponen demasiado al mostrarse y ser identificables dentro de una sociedad que las repudia. Un gobierno “laico”, que pide reformar la constitución para obligar al pueblo a hacer rezos una vez por semana, “para educar niños de bien, desde la Moral” … ¿les suena familiar esa palabra “Moral”?. Además una estrategia evidente en Centroamérica ha sido el restar presupuesto a los Ministerios de Salud y Educación, para dar mas recurso a las Fuerzas Armadas… repito, compañeras mexicanas, ¿les suena familiar?.

¿Qué tenemos en común en cuanto a nuestros retos, aciertos, errores, y demás anécdotas referentes a nuestras luchas continuas dentro de nuestras realidades culturales específicas?: La furia y la complicidad como respuesta ante un sistema que de manera generalizada pretende tener control sobre el cuerpo y la vida de las mujeres. Todas coincidimos en que las mujeres jóvenes somos las que estamos poniendo el cuerpo en esta lucha. Sin miedo nos estamos enfrentando ante un sistema que día con día insiste en llevarnos hacia atrás en el tiempo, en lugar de avanzar, restándonos derechos, usándonos como moneda de cambio para ganar elecciones, con promesas de prosperidad, pero dejándonos siempre en último lugar, porque todos los problemas que tiene un país siempre van por delante de los derechos humanos de las mujeres, los temas de mujeres pueden esperar… siempre habrá algo más urgente que atender, que las miles de niñas forzadas a ser madres a causa de la violencia sexual, que las muertes por abortos mal practicados, que los 14 feminicidios que ocurren al día en México, que la criminalización de las mas de 100 mujeres presas por abortos espontáneos en El Salvador, que la prohibición absoluta de la Pastilla del día Siguiente (PAE) en Honduras, que la dictadura que ha llevado presas a las mujeres por manifestarse por sus derechos, y por llevar agua a las y los presos en Nicaragua, que la criminalización a defensoras de derechos humanos de las mujeres…Todo esto cimentado y financiado por supuesto por los intereses del fundamentalismo religioso que impera en esos países, y que poco a poco va cobrando fuerza en México. Y esto último lo digo por la tremenda importancia de mantenernos alertas.

Siempre alertas. Sin dar un paso atrás.

También coincidimos en que nos estamos enfrentando además a unadultocentrismo exacerbado con nuestras propias “vacas sagradas” del feminismo, que siguen dictando las “formas” en que debe llevarse a cabo la lucha. Y con toda razón, pues años de experiencia les respalda. Pero también hay que reconocer que son otros los tiempos, y otras las necesidades que las jóvenes tenemos, y que si bien, las críticas son buenas, unas palabras de aliento e impulso, que validen nuestros actos, no estarían de más porque este sistema patriarcal así nos ha enseñado ¿qué le hacemos?, necesitamos de alguna forma el reconocimiento y validación de nuestros actos por parte de nuestras hermanas más grandes.

Por otro lado, impera una autopercepción de las mismas mexicanas que acudimos al encuentro de segregación, nos falta conocernos, aliarnos, aunque el territorio no nos permite estar tan cohesionadas como quisiéramos, sumando a esto la división geopolítica del país que nos limita para encontrar similitudes, para confabular juntas. Sin embargo, nos llevamos la tarea de unir fuerzas desde todos los puntos de nuestro país, dejando de lado las diferencias. Y además de todo, establecer un pacto de sororidad transfronteriza con nuestras compañeras centroamericanas, que nos necesitan, y hemos hecho ese compromiso con ellas.

A Centroamérica le tenemos que aprender mucho. La formación de redes de acompañamiento en centroamérica cada vez es más grande, a pesar del entorno tan restrictivo y riesgoso para las defensoras, están llegando a espacios donde antes no se llegaba, cada vez son más las organizaciones autogestionadas, de jóvenes mujeres que no necesitan ser convocadas, han hecho uso de las redes para hacer incidencia y para hablar de lo que pasa en su territorio, sobre todo han llevado a la práctica el tema del autocuidado, cuidarse para sanarse, dejar de ser mártires, deconsturir la culpa, reconocerse como seres vulnerables.

Es sumamente importante entender que latinoamérica es muy grande y que cada país tiene un contexto distinto, por lo cual es importante aterrizar estrategias particulares. en Honduras, por ejemplo, el movimiento feminista se marca en un antes, un durante y un después de la Dictadura.

“Antes del golpe de Estado, el movimiento feminista era cerrado, de adorar a unas cuantas “vaginas doradas”, adoradas como feminismos blancos, con los que hay que tener cuidado porque no nos representan”.

Después del golpe se crea una articulación del movimiento feminista, y se sostiene un frente que son las Feministas en Resistencia, que se vuelve ya una bandera de lucha que se posiciona, y rompe con el adultocentrismo. Y cuando en 2009 prohiben la PAE y en 2012 reformulan la de educación sexual…. les quitan todo.

Es también importante ser autocríticas, sobre todo a partir de la relación y convivencia con otros países. Es entender por un lado, el enfoque restaurativo que tienen las compas Argentinas, que es desde componer o ajustar un Estado de Derecho que ya existe, y que hay que redirigir en favor de las mujeres. Pero hay que tener en cuenta que la justicia patriarcal en centroamérica, no parte de un Estado de Derecho, sino de dictadura y fundamentalismos religiosos. Las Argentinas y las Mexicanas hablamos de la legalización del aborto desde un enfoque restaurativo, las centroamericanas al no tener un Estado de derecho, no pueden hablar de restaurar, sino de cancelar, de ser totalmente conscientes de que la legalización es un medio, pero no puede ser la meta, hay que es abolir el sistema patriarcal.

Bell Hooks, en su libro “El feminismo es para todo el mundo”, hace alusión a esto, cuando define al feminismo reformista, y al feminismo revolucionario: el primero que busca solamente alcanzar los derechos en igualdad con los hombres, pero derechos que dentro de un Estado al final buscará sacar provecho y tener el control sobre nuestros cuerpos. El feminismo revolucionario por el contrario, busca la manera de cuestionar y cancelar todo el sistema, desmantelarlo para crear otro no patriarcal, y este último pareciera ser el más congruente.

A partir de ello, se están generando otras formas de hacer incidencia: usando el arte como herramienta, las nuevas tecnologías, deconstruir formas tradicionales de organizarnos, las mujeres jóvenes siempre estamos poniendo el cuerpo, y buscando formas alternativas para que esta lucha no se caiga. Y no vamos a parar hasta que esto deje de ser un sueño, y se convierta en una realidad para todas.

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