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Cotidianas: Mujeres, Coronavirus, Violencia, por Kyra Núñez de León

Kyra Núñez de León, tuxtleca de nacimiento, es licenciada en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM con maestría en Relaciones Internacionales por la Universidad de Ginebra. Trabajó de corresponsal en el extranjero para medios nacionales como La Jornada, regresando a Chiapas en 2015 donde hace periodismo en El Sol de Chiapas y en medios informativos feministas. Escritora, tiene varios títulos publicados, como Mujeres en Vietnam, Jerigonza y el más reciente Rostros y Rastros de una Leyenda: Gertrude Duby Blom. Es Medalla Rosario Castellanos 2012. Actualmente es Consejera Consultiva 2018-2022 del Instituto Nacional de las Mujeres.


Cotidianas | Kyra Núñez (Consejera Consultiva – INMUJERES)

No tengo dudas respecto a la pandemia COVID-19 y sus efectos negativos para las mujeres dado que se les aumentará el tiempo que dedican a los servicios de cuidados de sus familias y al que por la cuarentena sanitaria están expuestas a sufrir violencia doméstica aún cuando sean mujeres las jefas de familia en 29 por ciento de los hogares mexicanos.

No tengo tampoco dudas del por qué de la inquietud de las organizaciones oficiales, tal el Instituto Nacional de las Mujeres y de la sociedad civil sobre la seguridad física y mental de las mujeres en este grave periodo de aislamiento físico y de quedarse en casa y esto porque resulta que los espacios hogareños pueden ser de los más violentos para las mujeres y las niñas.

Veo con aprobación las innumerables ofertas que circulan para confrontar casos de violencia en los hogares especialmente dirigidas a las mujeres porque, como dice la campaña “No estás sola” llama al 911 y en Chiapas al 961.462.9340, así como la vasta oportunidad de espacios lúdicos virtuales para cubrir el tiempo que transcurre intramuros que nos comparten institutos de cultura, académicos y hasta el IEPC chiapaneco.

El miedo o temor primordial -y es esto lo que me pone a pensar- es la violencia “normalizada” que pende sobre mujeres y niñas y también sobre personas que tienen otra inclinación de género fuera del femenino/masculino… ¿por qué tratar de quemar viva a una mujer policía por ser lesbiana? no, no piense que ignoro la razón, pero no me cabe en la mente que este tipo de violencia ocurra o que las amenazas se cumplan como aquella del feminicidio de la periodista veracruzana María Elena Ferral o que el presidente municipal de Tapilula crea que por su cargo se podrá librar de la justicia por cometer violencia familiar.

Las voces que se multiplican alertando sobre violencia doméstica a las mujeres y niñas, los carteles conteniendo los contactos para denunciar y pedir ayuda tan visibles por la ciudad -ignoro si es lo mismo en las comunidades indígenas- y los mensajes en la radio, televisión y en las redes sociales para contener lo que presumo podría convertirse en epidemia, la de violencia contra la mujer no solamente adulta porque 4 de cada 10 mujeres entre 15 y 17 años ha sufrido violencia sexual en sus casas.

No me queda pues la menor duda de que esta contingencia sanitaria en la que nos ha puesto el COVID-19 está visibilizando la situación real de las mujeres y llevándolo a un punto del no retorno. No al regreso a la represión, violencia y femincidio en los espacios domésticos, no al regreso a los estereotipos de que los servicios de cuidados competen tan solo a las mujeres asalariadas que semanalmente dedican 39 horas contra 14 por hombres y, sobre todo, no a la impunidad de la violencia doméstica, laboral y societal.

Es una oportunidad única de reflexión para que la sociedad y quienes somos parte de ella entendamos de una vez por todas que en este barco de Noé estamos todas y todos y que en igualdad podemos crear sociedades igualitarias, justas y paritarias. Es también la mejor de las ocasiones para que las dirigencias políticas -los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, así como partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil- identifiquen y conformen políticas apropiadas a la perspectiva de género y con presupuestos adecuados, para cimentar el rol de las mujeres en la construcción de un país en paz y en búsqueda del desarrollo.

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