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La desinformación en los medios, ¿afecta a los temas de género?


Por Samantha Páez / Ovigem

Hace unas semanas se presentó la investigación “Indicadores de riesgo en el mercado de medios en México”, en ella la organización Data Cívica y el Índice Global de Desinformación (GDI, por sus siglas en inglés) intentaron responder a la siguiente pregunta: ¿qué tan proclive es un medio a compartir desinformación en México? Para ello revisaron 10 notas anonimizadas de 31 medios de comunicación digitales nacionales, tomando en cuenta los siguientes indicadores:

Contenido. Evaluación de los artículos publicados en variables como credibilidad, sensacionalismo, discurso de odio e imparcialidad.
Operaciones. Evaluación de las políticas y garantías a nivel de dominio y de empresa, se basa en el Journalism Trust Initiative.
Contexto. Evaluación de las percepciones generales de la credibilidad y la fi­abilidad de los ámbitos de las noticias, a través de una encuesta.

Los resultados son bastante interesantes: el 80% de los medios tiene un riesgo medio de desinformación y 16% tiene un riesgo alto, tomando en cuenta que el estudio se realizó durante la pandemia, es alarmante. También se dio a conocer que 22% de los sitios web tienen políticas para garantizar la exactitud de la información en su sitio web y un tercio de estos sitios revelan poca o ninguna información sobre sus propietarios y fuentes de financiamiento.Sobre todo, me llamó la atención esta parte de la investigación:

“cuatro de los cinco medios de comunicación clasificados con alto riesgo se encontraban también entre los cinco con peores calificaciones en el pilar de Contenido. Muchos de los artículos evaluados de estos sitios no proporcionaban suficiente información en su título o no iniciaban con un hecho concreto. Estos sitios también suelen utilizar lenguaje sensacionalista y escribir artículos sesgados”.

 

Se preguntarán por qué tanto interés en esa parte, bueno, me hizo recordar los análisis que hemos hecho en el Observatorio de Violencia de Género en Medios de Comunicación (OVIGEM) sobre feminicidio en Puebla (pueden revisarlos aquí y aquí): porque el 44% de los titulares de las notas en 2018 y el 35% en 2019 no proporcionaban información suficiente sobre el feminicidio, para nosotras eso es minimizar el delito. También porque el 52% de los titulares en 2018 y el 35% en 2019 farandulizó el feminicidio, es decir, utilizó un lenguaje sensacionalista.

En mi cerebro se gestó una pregunta: ¿será que los medios de comunicación que comparten desinformación son los mismos que dan una cobertura poco digna a los feminicidios? Difícil saberlo, pero lo que sí puedo asegurar es que existe muchísima desinformación sobre los temas que nos importan a las mujeres. Las investigadoras Lucina Di Meco y Kristina Wilfore publicaron un artículo, en el blog de The Brookings Institution, donde mencionan:

“Alrededor del mundo, autócratas [régimen político donde una sola persona gobierna sin limitaciones] y sus aliados están desarrollando cada vez más desinformación de género para eliminar las críticas y consolidar el poder”.

Di Meco y Wilfore dicen que las mujeres en la política son objeto campañas de desinformación, llenas de humillación, imágenes sexuales y estereotipos de género, también hablan de que líderes autoritarios y actores conservadores utilizan la desinformación para hacer retroceder los derechos humanos de las mujeres y de grupos vulnerabilizados.

En ese punto se me ocurre toda la desinformación que circula sobre el aborto, por ejemplo, esta nota de siete24, donde se dice que Naciones Unidas exige a países pobres despenalizar el aborto, la declarante es Amparo Medina, quien se presenta a sí misma como ex consultora de la ONU en Ecuador y que fue desmentida por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés). Otro ejemplo es la nota de Los Ángeles Times, donde replica la afirmación de que las vacunas contra el Covid-19 “estuvieron basadas en investigaciones que utilizaron tejido fetal de abortos”, a pesar de que la comunidad científica ha explicado que no son células de bebés abortados.

A lo que voy con todo esto: si la mayoría de los medios digitales más importantes en el país difunden medianamente desinformación, ¿qué pasa con los medios locales? Mucha de la “información falsa, inexacta o engañosa diseñada, presentada y promovida para causar daño público intencionalmente o con fines de lucro”, como define la Comisión Europea a la desinformación, tiene sesgos machistas, racistas, clasistas y xenófobos, es por ello que sería urgente generar estrategias para acabar con la desinformación en todas las latitudes de México.

Esto se podría lograr, como sugieren Data Cívica y el GDI, con un compromiso de los medios por:

  • Explicar claramente sus fuentes de ingresos.
  • Publicar sus propietarios y los nombres del personal directivo.
  • Adoptar una declaración pública de independencia editorial y políticas para mitigar los conflictos de interés.
  • Establecer políticas transparentes sobre los procesos de chequeo y diferenciar el contenido de opinión.
  • Publicar políticas sobre cómo difundir adecuadamente y de forma transparente correcciones.
  • Transparentar cualquier política relativa a la atribución de historias, datos y objetos multimedia.
  • Establecer y aplicar políticas para reducir la desinformación
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