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La Silla Violeta, busca aumentar la inclusión social de las mujeres indígenas

Entre los pobres, las mujeres indígenas destacan por su nivel de marginación, así lo declaró Marcela Laguna, especialista en inclusión social de la Comisión de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Debido a esto, a través de la iniciativa La Silla Violeta se busca aumentar la inclusión de las mujeres indígenas representando su participación en eventos, debates, presídiums y demás espacios de diálogo y planeación.

Origen

En entrevista exclusiva para Debate, Laguna explicó que la iniciativa es parte de la Campaña Global para el Empoderamiento de las Mujeres Indígenas para el Hambre Cero. Manifestó también que las poblaciones autóctonas tienen un papel muy importante en la seguridad alimentaria y cómo las mujeres son una parte esencial que carece de atención:

«Todo lo que forma parte de nuestra dieta principal viene de los pueblos indígenas. Ellos tienen un conocimiento muy específico para conservar y procurar los alimentos. Las mujeres juegan un papel muy importante, pero no está visibilizado», dijo la especialista.

Marcela Laguna reconoció que generalmente hay muy pocas parlamentarias indígenas, pocas mujeres indígenas funcionarias o que estén en puestos donde se toman decisiones.

La silla que se coloca en estos espacios es un símbolo de que las necesidades, las agendas y las propuestas de las mujeres se tienen que incluir en todo lo que tenga que ver con estos temas de política agropecuaria y política que tengan que ver con los pueblos indígenas, añadió.

Trayectoria 

Esta campaña para visibilizar a las mujeres indígenas se ha utilizado en diversos países, en una serie de conferencias mundiales: las Jornadas Europeas del Desarrollo en Ginebra, en un evento de alto nivel sobre pueblos indígenas en Nueva York, en países latinoamericanos como Bolivia, Brasil, Chile y Honduras; países africanos como Ghana, Kenia, Ruanda y en Tailandia, en el continente asiático.

Igualmente, reportó Marcela Laguna, de la FAO, hay casi cien organizaciones alrededor del mundo, «entre academias, organizaciones de mujeres y de la sociedad civil, centros de investigación y organismos públicos y privados», comentó, se han sumado a la iniciativa.

La tarea 

Sostuvo la especialista en inclusión social que, dentro de las metas y las encomiendas del programa poseen el deber de preparar a las lideresas para que ellas también puedan participar en esta toma de decisiones: «Ellas tienen un conocimiento ambiental sobre la producción de alimentos, pero hay que trabajar la formación política y de reconocimiento de sus derechos para que también puedan hacerse presentes».

Camino por recorrer

Laguna añadió que, aunque México ha utilizado La Silla Violeta en diversos foros y talleres, aún falta mucho por hacer: «Todavía falta sensibilizar a la sociedad para que más factores se sumen y para que integren a las mujeres en el diseño de políticas públicas», explicó.

Contexto actual 

Ante el cuestionamiento de si la visibilidad y la participación de este grupo ha incrementado, la representante respondió positivamente, pues ejemplificó que diversos instrumentos internacionales ya tienen una serie de acciones para hacer notorio cómo las mujeres pueden participar en estos medios y cómo se pueden beneficiar del desarrollo.

Profundizó en la necesidad de que las mujeres reciban el beneficio de los proyectos por igual.
En este sentido, insistió en que si bien ha aumentado el acceso a los programas, «hace falta más, (pues) es el grupo de población que tiene el rango de marginación más alto».

Retos 

Entre todo lo que engloba ser una mujer del contexto autóctono, la analista puntualizó que los desafíos implican brechas en educación y salud, pero también en la riqueza: «Las mujeres indígenas poseen un grado más alto de pobreza», aseguró.

Es entonces que la iniciativa propone que estas mujeres no solamente aporten alimentos a la sociedad, sino que también la sociedad regrese todo lo que da el campo y las mujeres. Esto a través de presupuestos de políticas específicas que las incorporen plenamente al desarrollo:

Para lograr el hambre cero se requiere que las mujeres de procedencia indígena tengan el mismo acceso a los recursos naturales, a los créditos y a la capacitación», finalizó Marcela Laguna.
Indígenas en el mundo.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura en el mundo, hay aproximadamente 185 millones de mujeres indígenas, pertenecientes a más de 5 mil pueblos indígenas diferentes. En México —según datos del censo Inegi 2010— se tienen contabilizados 6 millones 913 mil 362 personas de más de tres años que hablan alguna lengua indígena: 3.4 millones son hombres y 3.5 son mujeres. Las mayores poblaciones están en Oaxaca (33.8 %), Yucatán (29.6 %) y Chiapas (27.3 %). La FAO reconoce que todavía existen limitaciones en el reconocimiento y en ejercicio de sus derechos.

DATOS

La iniciativa ha recorrido diferentes países del mundo, entre ellos países de América Latina, África y Asia.

Para participar en esta iniciativa y colocar La Silla Violeta en un evento o reunión, solicitar al correo: fao-mx@fao.org

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