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Marcela Lombardo, candidata a presidenta en 1994, dio un nuevo rumbo a la izquierda en México


 

El nombre de Marcela Lombardo es poco recordado en la historia de México, pero su candidatura en 1994 abonó a las posibilidades de una mujer presidenta.
Recordarla en los 70 años de la obtención del voto universal para las mujeres.

Ciudad de México / Melissa Galván.- Marcela Lombardo Otero –fallecida el 5 de marzo de 2018– es quizás la candidata presidencial menos conocida en la historia de México, sin embargo, su legado marcó un parteaguas en la izquierda y en la participación de las mujeres en los espacios políticos y sociales.

Con 68 años de edad, Marcela Lombardo fue elegida por el Partido Popular Socialista (PPS) para contender en las elecciones presidenciales de 1994. Así, ella y Cecilia Soto, abanderada del Partido de Trabajo (PT), fueron las segundas mujeres en competir por el cargo, solamente precedidas por Rosario Ibarra de Piedra (en 1982 y 1988).

Los resultados de las elecciones no favorecieron a Marcela Lombardo ni a su partido fundado por su padre, Vicente Lombardo Toledano. Tras obtener menos del 0.5% de los votos, su organización política perdió el registro ante el Instituto Federal Electoral (IFE, ahora INE).

El proceso electoral de 1994 estuvo marcado por una serie de hechos políticos y sociales en México y el mundo. La Unión Soviética –que influyó en la ideología de Marcela Lombardo– fue disuelta tres años antes; el candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta, fue asesinado; y la izquierda mexicana trataba de levantarse tras la “caída del sistema”, un presunto fraude de 1988 con el que los priistas se hicieron de la Presidencia de la República.

“La década de 1990 fue la época de las transformaciones, y ahí es donde aparece la candidatura de Marcela Lombardo, que enarbola a lo largo de su campaña que ‘la Revolución debe regresar a la Presidencia’ (…) Pero además Marcela ya representaba la incorporación de las mujeres en la vida productiva en las empresas, y para 1994 da una perspectiva femenina en el movimiento obrero y político”, destaca la doctora Artemisa Montes Sylvan, especialista de la Facultad de Derecho de la Universidad La Salle.

Si bien la candidatura de Marcela Lombardo pudo ser poco reconocida en aquella época, las especialistas consultadas por La-Lista coinciden en que destacó por su propia formación política y social, de la mano de su padre, manteniendo un liderazgo dentro de una estructura en la que la izquierda tenía pocas posibilidades de vencer al régimen priista.

“Por años, ella se dedicó a viajar como asistente de su padre, y esa cantidad de viajes le permite darse cuenta de la realidad que se vive en otras partes del mundo, (…) Eso tiene consecuencias en la manera en que Marcela ve las cosas, ella cree que los gobiernos deben entregarse y comprometerse con la gente”, expone Fernanda Vidal Correa, doctora en Ciencia Política e investigadora de la Universidad Panamericana (UP).

Después de su trayectoria política, Marcela Lombardo se desempeñó como directora emérita del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano hasta su muerte, a los 91 años de edad.

Hija del movimiento obrero

Marcela Lombardo Otero nació en la Ciudad de México el 20 de marzo de 1926. Al ser hija del sindicalista, filósofo y político Vicente Lombardo Toledano tenía una “singular circunstancia” favorable, pero también una mayor responsabilidad en su formación.

Estudió en la Escuela Nacional de Maestros, de la cual se tituló como profesora  de primaria y después cursó Economía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Además de su formación académica, Marcela Lombardo decidió acompañar a su padre, que para entonces ya era un reconocido líder sindical.

Vicente Lombardo fue un histórico líder del movimiento obrero en México, considerado el gran impulsor de las transformaciones que se dieron en la época revolucionaria y, sobre todo, en la consolidación de una lucha obrera con un proyecto no solo político, sino de dimensiones sociales y económicas. Ese pensamiento lo heredó Marcela Lombardo.

Así, establece Artemisa Montes, Marcela Lombardo se convirtió en la mano derecha de su padre y lo acompañó por el mundo en una época en la que no era común que las mujeres participaran en las actividades políticas y sociales.

“Si bien ella fue una mujer que en sí misma destacó, fue a través de una formación que viene de cuna que Marcela aprende el ejercicio de la política, y a partir de ser la asistente de su padre conoce el mundo bajo las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial”, señala Fernanda Vidal.

Ambas especialistas enfatizan que Marcela Lombardo se formó con su padre (de 1945 a 1960), pero no estuvo a su sombra, sino que se forjó con una perspectiva propia que incorporó el papel de las mujeres dentro del ámbito político, social y obrero.

Pronto, Marcela Lombardo inició su ruta hacia los cargos de representación popular. Tras participar en diversos congresos internacionales sobre la paz, las mujeres y el populismo, así como ocupar cargos dentro del PPS, en 1976 resultó electa como diputada federal y en 1988 volvió a ganar una curul.

En sus postulaciones, Marcela Lombardo obtuvo la más alta votación entre sus compañeros en el entonces Distrito Federal (ahora Ciudad de México). De hecho, fue la única candidata que ganó la elección en su distrito por los partidos políticos de izquierda que conformaban el Frente Democrático Nacional (PPS, Partido Mexicano Socialista, Corriente Democrática, Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional).

Influenciada por la Unión Soviética

En la década de 1990, cuando Marcela Lombardo lanza su candidatura, el mundo vive una transformación a partir de la disolución de la Unión Soviética, y la izquierda que encabezaba Cuauhtémoc Cárdenas y los partidos del Frente Democrático Nacional migran hacia una reivindicación del nacionalismo revolucionario.

Durante su campaña presidencial, Marcela Lombardo –que tuvo cercanía con la Unión Soviética y que en sus viajes por el mundo conoció las realidades y necesidades de las mujeres y la clase obrera– destaca por ser la única candidata que centró su debate en hacer propuestas relacionadas con el fortalecimiento de la soberanía, la separación Iglesia-Estado y la defensa de los intereses populares.

“No es una candidata que aparece en la lucha política ni en el servicio público. Es una candidata que se forja en el campo de la lucha social. Su formación en la posguerra, donde los debates eran realmente ideológicos y políticos, la lleva a representar una de las últimas candidaturas que vamos a encontrar con propuestas políticas (…) A diferencia de los otros candidatos de 1994, Marcela tenía una propuesta política muy clara”, menciona la doctora Artemisa Montes.

Para Fernanda Vidal, la trayectoria de Marcela Lombardo destaca precisamente por la etapa que le tocó vivir y la oportunidad que tuvo de viajar como auxiliar de su padre en un mundo donde la izquierda se fraguaba.

“La Unión Soviética claramente marcó su vida. Ella visitó la antigua Yugoslavia, Bulgaria, Polonia, y los contextos de estos países la acercan a ideas relacionadas con la liberación de los grupos oprimidos, que en este caso eran las mujeres y los obreros”, puntualiza la investigadora de la UP.

La candidata que trazó la ruta

En su época, Marcela Lombardo reconoció la influencia de las luchas de otras mujeres, sin imaginarse que ella misma ayudaría a trazar la ruta hacia el contexto actual en México, donde la Presidencia se disputa por primera vez, hasta ahora, entre dos mujeres: Claudia Sheinbaum (Morena) y Xóchitl Gálvez (PAN-PRI-PRD).

De 1982 a 2018, seis mujeres se han postulado como candidatas presidenciales, aunque Marcela Lombardo se diferenció por pensar en la equidad de género y la garantía de derechos.

“No todas las candidatas pensaban en la legalización del matrimonio igualitario ni en la despenalización del aborto. Ahorita pensar en que una mujer política hable de las despenalización del aborto ya no es no tan controversial, aunque sigue siendo un tema tabú, pero ella sí se declaró a favor y marcó claramente cuáles eran sus ideales y creencias y las puso al frente siempre. Eso le pudo significar perder la candidatura dentro de su propio partido, pero nunca comprometió sus ideales por el quehacer político”, indica la doctora Fernanda Vidal.

En 1994, en una entrevista radiofónica que hoy forma parte del repositorio del INE (instituto Nacional Electoral), Marcela Lombardo criticó la prevalencia de la Iglesia católica en las decisiones del Estado mexicano, por lo que a lo largo de su campaña defendió la abolición de la influencia eclesiástica.

Marcela Lombardo fue una mujer de izquierda. Su partido le confió la candidatura no por ser la hija de Vicente Lombardo, “sino porque era la única que podía marcar una diferencia con una propuesta articulada, con conciencia y poniendo en el centro el tema de las mujeres y de los trabajadores”, manifiesta Artemisa Montes.

El panorama para las elecciones de 2024 no es el mismo que el de 1994. La izquierda ganó y arrasó en 2018 y ahora su representante es Claudia Sheinbaum. Tanto la morenista como Gálvez se enfrentaron –igual que sus antecesoras– al poder interno de sus partidos para ser las abanderadas.

Pero la pregunta que sigue resonando en México es si el país “está listo para una mujer presidenta”. Fernanda Vidal, al igual que Artemisa Montes, revira esa idea: “¿Cómo se ve una mujer presidenta? ¿Cuál es la diferencia? México no se preparó para tener hombres presidentes, simplemente lo fueron”.

 

Fuente: La Lista |16 octubre, 2023

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