El Juzgado Segundo de Distrito rechazó la petición del ex mandatario poblano de arresto domiciliario
Puebla / Ernesto Aroche Aguilar (Lado B).- Será el martes próximo cuando se defina si el exgobernador Mario Marín Torres es liberado o se mantendrá en la cárcel, acusado de ser el autor intelectual de la tortura de la que fue objeto la periodista Lydia Cacho en diciembre del 2005.
Esto luego de que el propio Marín Torres solicitara al Juzgado Segundo de Distrito, con sede en Cancún, Quintana Roo, que se ampliara el plazo constitucional para presentar pruebas de 72 a 144 horas.
El priísta también solicitó le permitieran seguir el proceso bajo la figura de arraigo domiciliario para evadir la estancia en la cárcel argumentando que tiene problemas de salud, y por temor a contagiarse de COVID, pero la defensa y el Ministerio Público consideraron que existen amplias posibilidades de que el acusado se fugue, por lo que fue rechazada su petición.
Al respecto Leopoldo Maldonado, director de Artículo 19, organización que lleva la defensa legal de Lydia Cacho dijo: “nosotros alegamos que hay un peligro de fuga por que cuenta con los recursos materiales, políticos, económicos, de protección digamos, para escaparse, y también hay un riesgo para la víctima, prueba de ello es el allanamiento de su casa y el envenenamiento de sus mascotas en julio de 2019, lo que finalmente orilló a Lydia a salir del país”.
Maldonado también recordó que la Fiscalía General de la República tiene pendiente cumplir con las órdenes de aprehensión que se giraron en contra del empresario textilero Kamel Nacif, quién “en voz del propio fiscal de la República está en Líbano”, y de Adolfo Karam Beltrán “que por la información que tenemos sigue en México”.
También está pendiente la sentencia de tres policías estatales que están bajo proceso, y que esperan sea impugnada una vez que se dicte, “como uno de ellos ya lo hizo desde enero del año pasado, Juan Sánchez Moreno. Si esto no termina (con la detención de Mario Marín), al contrario, apenas empieza”.
Sobre el juicio, explicó Maldonado a LADO B “va a ser una batalla por sostener los elementos probatorios que se han recopilado a lo largo de estos años y que presentó la fiscalía al juez, y que ya fueron validados para girar las órdenes de aprehensión”
Y en esto, “parte fundamental son las conversaciones telefónicas entre Kamel y Marín, pero evidentemente hay otros elementos probatorios como los peritajes que acreditan la tortura, pero para eso primero hay que pasar esta aduana, y que se logré la formal prisión, a más tardar el próximo martes”.
Una red de complicidades que desarmar
Aunque la acusación que tiene en la cárcel al exgobernador Mario Marín es por el delito de tortura en contra la periodista —y eso será lo que se analice jurídicamente— lo que subyace de fondo es la red de pornografía infantil, trata y abuso sexual de niñas y niños que reveló Lydia Cacho.
Y eso, de momento, no está en investigación, o al menos el equipo jurídico de A19 no tiene indicios de que la FGR lo esté trabajando.
“Sabemos —dice Maldonado— que hay señalamientos por lavado de dinero. En la sentencia con la que le descongelaron las cuentas a Marín hay una solicitud de colaboración por parte de la DEA, por un supuesto blanqueo de capitales, y hay que tomarlo en serio, esto sumado a que hay señalamientos de que probablemente Marín sea parte de los 23 mexicanos que tenían dinero congelado en Andorra”.
También dijo que aunque la Unidad de Inteligencia Financiera impugnó el descongelamiento de las cuentas, “ahora será un tribunal colegiado el que resuelva si fue legal o no, o si se revierte la decisión, pero pues ya pudieron haber vaciado esas cuentas y trasladado ese dinero a otro lado”.
Y concluye: “En el caso de Lydia Cacho, lo que trataron de hacer fue anular el mensaje [de la red de pederastia] al anular a la mensajera, pero de fondo hay una red criminal que hace cosas más graves, mucho más graves”.
Por lo pronto Mario Marín seguirá detenido en la misma cárcel en la que Jean Succar Kuri purga una condena de más de cien años por ser la cabeza de la red de explotación sexual que Lydia Cacho reveló en su libro “Los demonios del edén”.
