Liliana Morán Rodríguez, Ciencia UNAM-DGDC .
La violencia de pareja ocurre mayoritariamente de hombres como agresores y mujeres como víctimas. La han sufrido en algún momento de su vida una de cada tres mujeres en el mundo, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud.
En México, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), en su Artículo 7 define a la violencia de pareja o familiar así: “El acto abusivo de poder u omisión intencional, dirigido a dominar, someter, controlar, o agredir de manera física, verbal, psicológica, patrimonial, económica y sexual a las mujeres, dentro o fuera del domicilio familiar, cuya persona agresora tenga o haya tenido relación de matrimonio, concubinato o mantengan o hayan mantenido una relación de hecho”.
Según datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021 del INEGI, al menos el 39.9% de las mujeres de 15 años o más han sufrido violencia a lo largo de su actual o última relación. El tipo de violencia que predominó, en situación de pareja, fue la psicológica con 35.4%.
Este tipo de violencia está definida así por la LGAMVLV en su Artículo sexto: “Cualquier acto u omisión que dañe la estabilidad psicológica, que puede consistir en: negligencia, abandono, descuido reiterado, celotipia, insultos, humillaciones, devaluación, marginación, indiferencia, infidelidad, comparaciones destructivas, rechazo, restricción a la autodeterminación y amenazas, las cuales conllevan a la víctima a la depresión, al aislamiento, a la devaluación de su autoestima e incluso al suicidio”.
Las relaciones de pareja difícilmente inician en un contexto violento, o al menos no en uno tan evidente para la víctima, es decir, no te conquistan con una cachetada o diciéndote algo ofensivo. La violencia suele ir escalonando con el paso del tiempo, en el que se pierde la equidad, alguno toma el papel dominante y coercitivo, mientras que el violentado es herido, atormentado, una víctima.
Manipulación de la realidad: dudar de ti misma
El Gaslighting (luz de gas) es un término que tiene origen desde el año 1938 en una obra de teatro titulada así. En la historia, el marido manipula a su esposa, trata de llevarla a la locura afectando su percepción de la realidad: en su casa, baja la intensidad de las luces encendidas por gas, negando que la luz cambia cuando ella lo señala. Así, ella duda sobre su cordura, luego escala a cuestionarse sobre sus propios sentimientos, instintos y conductas; por lo que le cede el poder y control a su pareja.
“Yo no lo dije así, siempre cambias mis palabras”. “Siento que creas que te quise lastimar porque no lo hice”. “Ya se te olvidan las cosas”. “No fue lo que realmente pasó”. “Estas inventado cosas”.
“Esta estrategia es una forma de manipular a nivel psicológico a otra persona para provocar confusión, haciéndole creer que su intuición, memoria, juicio y realidad no son correctas; de esa manera, la víctima acaba convenciéndome de que pensó algo, pero en realidad no había sido así o que imagino que se había hecho tal cosa, pero parece que no fue así porque el perpetrador le está diciendo que no sucedió así o que ella se lo imaginó.
Cambiar, tergiversar la realidad con el afán de que la otra persona dude y se confunda de lo que le puede estar sucediendo, es una forma de abuso que deja sin posibilidades a la víctima, es un asunto de poder para tomar ventaja de la persona a diferentes niveles o sólo el hecho de tenerla sometida.”, explicó la doctora Rozzana Sánchez Aragón, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM.
El maltrato emocional y la violencia psicológica en las relaciones de pareja pueden ocurrir únicamente en el ámbito del hogar, es decir que fuera de ahí no pase, por lo que puede confundir a la víctima y dañar su juicio. “Es parte de lo que la literatura en psicología, de las relaciones personales, se conoce como terrorismo íntimo.”
“Es posible en una relación de cierto tiempo, con un nivel de confianza e intimidad importante. Al tener una relación más establecida, es posible el acaparamiento, que esté solo conmigo, le hablo mal de los demás para que ya no vea a su familia y amigos porque eso la limita en las fuentes de apoyo que puede obtener. Yo me voy a volver su todo y cuando tergiverse su realidad ella no va a tener un punto de comparación, fuentes de apoyo que podrían contribuir a desenmascararme como victimario, por lo que puedo continuar con el abuso”.
¿Sólo las mujeres son violentadas?
La violencia doméstica y la de pareja es la forma más común en la que las mujeres son violentadas. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), un 38% de los asesinatos de mujeres que se producen en el mundo son cometidos por su pareja masculina.
Entre las diversas investigaciones que ha dirigido la doctora Rozzana, se encuentra la Tesis “Precursores del Terrorismo Íntimo: El Apego, La Cercanía, El Amor y La Adicción al Amor”, de su alumna de licenciatura Tania Juliette Taylor Hernández, en donde desarrollaron una muestra en mujeres mexicanas para estudiar lo que ellas consideran “la punta del iceberg” (el terrorismo Intimo) de la violencia doméstica.
“El terrorismo intimo es un tipo de violencia promulgada en el servicio de llevar el control general de la pareja. También llamado patrón de control coercitivo violento donde el modelo básico es el uso de múltiples tácticas de control (violentos y no violentos) para tratar de tomar el control general de la propia pareja”. Las tácticas varían de un caso a otro, en lo económico, aislamiento, abuso emocional, intimidación, uso de los hijos, entre otras.
La doctora Rozzana nos comparte algunos datos:
- En relaciones heterosexuales es perpetrada mayoritariamente, aunque no exclusivamente, por los hombres a sus parejas. Más del 74% de las personas violentadas son mujeres.
- Quienes más la reportan son personas mayores de 40 años, en comparación de personas desde 15 hasta 80 años.
- Es predominante en personas con escolaridad más baja primaria y secundaria, en comparación con personas con preparatoria, Licenciatura o posgrado.
- Es un poco más común en mujeres solteras, divorciadas y separadas que en casadas. A pesar de creer que estas últimas podrían estar cautivas más fácilmente.
- Es más común cuando la mujer tiene hijos, las hace presas más fáciles porque el victimario tiene un camino para hacer presión y dominar a la pareja.
En la mencionada investigación, la ahora psicóloga Tania Taylor Hernández, se cuestiona ¿Por qué las mujeres tienen mayor probabilidad de ser receptoras de violencia? Una de las teorías es:
“Los géneros masculino y femenino, son asignados a hombres y mujeres a partir de su sexo al nacer y, con esto, se define para cada uno una red de creencias, rasgos de personalidad, actitudes, sentimientos, valores, conductas y actividades que los diferencian”
Aclara que esto es producto de un largo proceso histórico que establece diferencias, implica desigualdades y jerarquías entre ambos género, dando como resultado relaciones de poder.
“Situando así el poder racional y económico en el género masculino, donde además se exalta la expresión de la fuerza para demostrar virilidad (permitiendo la violencia) y, por otro lado, el poder de los afectos en el género femenino un rol pasivo educado para el cuidado, amor y la receptividad”.
En su tesis, de acceso libre, explora varias teorías incluido el apego como posible clave para la seguridad psicológica, la búsqueda de protección y como punto de partida para sentir que así se enfrenta al peligro. De ahí que la manipulación de la realidad pueda crear mayor dependencia hacia el violentador.
Dudar de ti, perder la confianza en tu intuición, sentirte exagerada o loca te obliga a confiar en quien está ejerciendo una manipulación muy sofisticada para que le cedas el poder. ¿Cuáles son las consecuencias?
“Tiene mucho impacto en la salud mental de las personas víctimas porque se van sintiendo solas, pero a la vez están debilitadas porque sienten que no pueden hacer nada sin apoyo, autorización o supervisión de la otra persona (victimario). Disminuyen su autoestima porque sienten que no son capaces de decidir nada, entonces le creen todo al otro, lo ven como alguien más valioso y más listo que ellas mismas.
Después, voluntariamente no quieren salir porque se han despegado tanto que ya no saben cómo convivir con otras personas o qué hacer. Esto facilita la ansiedad, la depresión y pensamientos suicidas, por haber desarrollado una relación de codependencia”, advirtió la investigadora Rozzana Sánchez.
La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH-2016) proporcionó datos a los que se les consideró “Información de Interés Nacional” con relevancia para los estudios de género en el país. En el 2020 el INEGI presentó el documento el Panorama nacional sobre la situación de la violencia contra las mujeres, parte del análisis dejó ver que la violencia física viene acompañada de la emocional o la psicológica.
El aislamiento, las amenazas, la degradación emocional, la indiferencia, la intimidación y el acecho dañan por sí mismos a la víctima; si alguien logra salir de esa relación, puede repetir la historia con otro personaje que quizá también escale la situación a violencia de otro tipo como la económica, la sexual o la física.
Si detectas que tú o alguien más viven algún tipo violencia en su pareja busca ayuda y denuncia:
-En una emergencia marca al 911 para solicitar que acudan autoridades a donde te encuentres y te brinden apoyo de resguardo, denuncia, etc.
-Busca asesoría en Línea Mujeres: https://311locatel.cdmx.gob.mx/
-Denuncia en CDMX: https://mujeresseguras.cdmx.gob.mx/como-denunciar/
-En otros estados: Instituto Nacional de las Mujeres https://www.gob.mx/inmujeres/articulos/servicios-de-atencion-a-mujeres-en-situacion-de-violencia-de-los-estados?idiom=es
UNAM: 01800-ABOGRAL (01800-226-4725) o 5622-2222 Ext. 82634, 82635, 82666, 82667 y 82668. Mediante correo electrónico a las direcciones: 01800abogral@unam.mx y denunciaunad@unam.mx.