La denuncia que lo llevó a prisión fue de 2 niñas violentadas, instruidas por el pastor para la sumisión, la obediencia y el castigo. Además tergiversó textos bíblicos cristianos para asumirse como la figura paterna de las dos hermanas y otras niñas, con la complicidad de quienes conformaban la secta.
Por Patricia Mayorga / Raíchali
Chihuahua.- El pastor de la secta Sendero de Luz, José Manuel Herrera Lerma, sentenciado a 26 años de prisión en julio de 2014 por el delito de violación agraviada contra dos niñas abusadas durante ocho años, fue puesto en libertad a principios de octubre de este 2023, a solo 11 años de su condena. El fallo causó indignación y temor en las víctimas y personas cercanas a ellas.
La jueza María Elizabeth Macías Márquez otorgó la liberación del pastor porque consideró su edad avanzada (72 años) y enfermedades adversas.
Las hermanas, a quienes nombraremos Alicia y Sofía para proteger su integridad, tenían 19 y 20 años cuando se atrevieron a denunciar en 2012. Fueron violadas durante 8 años y abusadas sexualmente años anteriores, cuando tenían 5 y 6 años, en la ciudad de Delicias.
Alicia y Sofía fueron “formadas” en la iglesia cristiana para el sometimiento y obediencia al pastor “siervo de dios”, quienes las amenazaba con la “tormenta del infierno” para ellas y su familia, si se negaban a acceder a los deseos de quien dirigía en ese municipio la secta Sendero de Luz, de la Asamblea Apostólica de la Fe en Cristo Jesús.
Las niñas tenían 5 y 6 años respectivamente, cuando llegaron a Delicias con su mamá. Comenzaron a recibir “doctrina” por Herrera Lerma, quien daba apoyaba a madres divorciadas solas y a sus hijas con mayor interés.
Un Tribunal Oral lo sentenció a 26 años bajo la causa penal 99/13, por el delito de violación agravada por la manipulación religiosa ligada al fanatismo como causa que impedía a las jóvenes resistir los múltiples actos de violencia, que se prolongaron hasta la mayoría de edad. Los jueces del Tribunal fueron Héctor Talamantes Abe, Mario Alberto de la Rosa Fierro y Ramón Gerardo Holguín Licón.
La sentencia fue de 13 años por cada víctima y el pago de 96 mil pesos para cubrir 96 sesiones de terapias con un costo de 500 pesos cada una, porque de acuerdo con los jueces, los actos provocaron secuelas psicológicas y la desestabilización emocional de las dos hermanas.
El Tribunal indicó que la regulación de iglesias no es de su competencia, por lo que deberían acudir a otras instancias y negó la disculpa pública porque el sistema privilegia el derecho a la no autoincriminación del imputado, quien aún puede impugnar la decisión del juez.
Una denuncia valiente
Alicia y Sofía rompieron el miedo y denunciaron. Las abogadas del Centro de Derechos Humanos para las Mujeres (Cedehm) se basaron en los artículos 8 y 9 de la convención de Belén Do Pará para solicitar la condena más alta. El Tribunal de Juicio Oral exhortó al Ejecutivo estatal a instrumentar programas de protección a la niñez y personas vulnerables, pero también de educación sexual.
Aquel año, el abogado defensor del pastor, Javier Robledo Zúñiga, pidió seis años de cárcel para el acusado, por su edad y porque padece diabetes, hipertensión arterial e hipertrofia prostática, enfermedades que, aseguró, le provocaron disfunción eréctil. Ese mismo argumento le sirvió esta semana para que la jueza lo liberara.
En la sentencia, el Tribunal sólo tomó en consideración el lapso de junio de 2008 a diciembre de 2010 para acreditar el delito de violación agravada. También tomó en cuenta las acciones del pastor, quien usaba elementos sagrados como la biblia para realizar actos aberrantes y perversa moralidad, de acuerdo con los jueces que lo sentenciaron.
Los tres jueces acreditaron los elementos que prueban la violencia sexual a partir de la cuestión moral, por lo que se basaron en los actos de culto a través de los cuales el acusado violentó a las víctimas y documentaron la magnitud de los daños causados.
Asimismo, el delito se prolongó por la temporalidad y por el nexo que existía entre las partes, ya que el pastor estaba casado con una prima de la madre de las víctimas. Su esposa ya falleció.
Para la sentencia tomaron en cuenta la edad del agresor, pero no justificaron que pudiese enfrentar el proceso en libertad y las enfermedades no impedían la aplicación de la pena.
Más víctimas
Alicia y Sofía testificaron durante un año y medio que duró el juicio, que por lo menos había por lo menos otras trece víctimas del pastor. Algunas mujeres, niñas o jóvenes, lograron salir del círculo de fanatismo y abuso, pero no denunciaron y otras aún lo defendían.
Las niñas fueron instruidas para la sumisión, la obediencia y el castigo. El instrumento de Herrera Lerma fue la manipulación, ya que tergiversó textos bíblicos cristianos para asumirse como la figura paterna de las dos hermanas y otras niñas, con la complicidad de quienes conformaban la secta.
De acuerdo con las primeras defensoras de las víctimas, dicha secta no estaba dada de alta ante las instancias gubernamentales pero estaba afiliada a la Asamblea de la Fe en Cristo Jesús, que tiene otra sede en Juárez y otro lugar.
A las niñas les infundieron miedo con amenazas de sufrir la “tormenta del infierno”, en caso de que se negaran a acceder a los deseos de José Manuel Herrera Lerma.
Todas tenían que aprender a “tratar a un hombre” para cuando estuvieran casadas. El mecanismo de miedo era un pacto de silencio con cada una. Ni entre ellas podían hablar de lo sucedido con el pastor.
A las pequeñas, el pastor les decía que el semen era para curarlas de las enfermedades que tenían, él comenzaba a hablar en “lenguas”, en lenguaje extraño y temblaba, porque actuaba como “mensajero divino”.
Las víctimas intentaron salir de ese ambiente en varias ocasiones, principalmente la más chica de las dos hermanas, que fue más rebelde. Sin embargo, el “siervo de Dios” les infundía temor porque se irían al infierno junto con su familia.
Las hermanas comenzaron a trabajar cuando la mayor tenía 17 años, lo que les permitió ampliar su círculo de relaciones y la menor comenzó a tomar impulso para pedir ayuda. Una tía la llevó con una psicóloga y fue así como comenzó el camino hacia la denuncia, hasta que llegaron al Cedehm, organización que les ha dado acompañamiento durante años.
Una de ellas llegó a finales de 2011 al Cedehm, su hermana se negaba a denunciar por el temor de que también inculparan a su mamá, pero ella también recibió apoyo de la organización.
Después de más de 20 años, rompe el silencio
Con el proceso penal que iniciaron las hermanas, otras jóvenes se han animado a hablar. Una de ellas reveló el pasado 8 de marzo (8M), que también vivió la misma experiencia cuando era niña y se atrevió a romper el silencio de años: también a ella la violó José Manuel Herrera Lerma.
En sus redes sociales expresó horas después de la liberación del pastor. Este es el testimonio completo de la joven:
Aún me falta muchísimo por contar, las demás mujeres no se atrevieron a hablar, pero yo hablo por ellas y explico cómo un pastor manipulador pederasta nos hizo daño durante muchos años.Hoy lo cuento, porque mi yo del pasado, no pudo.
Morí como a los 12 años, pero como no hubo sangre, nadie se enteró.
Así empieza el infierno que viví.
Cuando yo estaba a punto de cumplir 12 años, me llegó mi periodo, lo cual fue tan doloroso, tan fuerte, que yo me refugié en mi mamá. Ella me dijo que todo estaba normal, pero que me esperaba algo increíble por ya ser señorita. En ese momento me imaginé que ya toda mi vida mejoraría, siendo una señorita que me iba a desarrollar o algo, no sé, eso fue lo que yo pensé, que me esperaba la mejor etapa de mi vida. Sin saber que realmente era un infierno al que yo empezaría a entrar. En el momento en que pasan los días se me termina mi periodo, empieza lo peor.
(…) Yo pertenecía a una iglesia en donde el líder era un pastor, que en ese momento era mi padrastro. Este ser empezó a tener ciertas alucinaciones diciendo que Dios se manifestaba a través de él y que las niñas debían ser guiadas por el espíritu santo.
Recordemos que yo tenía 12 años (…) Y en esa edad hay demasiadas ilusiones. Como todos los domingos, íbamos a la iglesia, cantábamos, leíamos, aprendíamos muchísimas cosas buenas, porque se supone que en las iglesias te enseñan cosas buenas.
Punto importante, me enseñaban a ser buena mujer, buena esposa, buena mamá, buena en todo. Y se encargaron de que yo realmente metiera en mi cabeza que tenía que ser buena, si no… ganaba el infierno. En ese momento yo sabía que me tenía que esforzar muchísimo porque tenía que ser buena en todo.
Lo principal era tener una obediencia impecable, por lo cual, a las personas que yo tenía que agradar era a mi mamá y a mi pastor. Yo tenía muy claro que tenía que pertenecer a algo de la iglesia para que me miraran que yo estaba haciendo las cosas bien.
Empecé a ser parte del grupo de la alabanza de la iglesia, cantaba. Empecé a componer las canciones para poder alabar a Dios, sin saber que eso me llevaría más rápido al infierno, más rápido a ser parte del pequeño grupo de niñas que eran guiadas por el “espíritu santo”.
El pastor empezó a ser más cercano mío, a decirme qué tenía que ser, cómo tenía que comportarme cuando yo estaba en la alabanza. Y que también como había visto muchas cualidades en mí, debía estar a cargo de los niños, de los jóvenes, porque tenía muchísimo liderazgo. Y ahí empieza la manipulación masiva.
La manipulación empezó: ‘debes prepararte más, debes de leer más, capacítate más’. Y yo, claro que estaba emocionada por aprender más, como estaba a cargo de los niños y también de los jóvenes, yo tenía que ser una niña de 12 años preparada. Estaba tan orgullosa de mí, por haber logrado ese sueño de tener ese cargo tan importante en la iglesia. La preparación empezó normal, en la iglesia, los domingos antes o después del servicio. Todo estaba bien, todo parecía increíble.
Pasó aproximadamente un mes y el líder empezó a decir que yo necesitaba clases particulares, pero yo no iba a ser la única, que todas las niñas del cual yo estaba a cargo, también iban a pertenecer a ese pequeño grupo de niñas guiadas por el “espíritu santo” y que la fecha de inicio iba a comenzar pronto.
En lo que se acercaba la fecha, hubo muchos cambios: me quitaron mis cargos de ya no estar con los niños y con los jóvenes, que porque yo necesitaba toda toda mi energía, para poder aprender, para así después estar más preparada para poder estar a cargo. Por lo cual pusieron a una de mis hermanas mayores. Ella ya llevaba también la alabanza, también a los niños, también a los adolescentes. Pero me hicieron creer que eso era bueno para mí, no estar a cargo de las cosas sino que tenía que estar preparada para lo que se venía.
Empezaron a poner diferentes cargos a cuatro personas de esa misma iglesia. Ellos eran el líder, el pastor, no olviden que era mi padrastro; mi mamá, mi hermana mayor y una tía. Estos cuatro empezaron a tener reuniones para estar preparados para los estudios personalizados.
Por fin, se llegó esa fecha de los estudios personalizados que yo tanto esperaba. Y nos dijeron que tenían que entrar a cierta hora de la tarde, que yo tenía que llevar un cuaderno y mi biblia. Todo estaba bien, pero había puntos que se recalcaban con mucha intensidad como que yo debía ser buena mujer, ser buena esposa, ser buena madre para cuando me llegara mi momento. Sobre todo tenía que ser muy obediente a Dios y a los siervos de Dios, que eran los líderes de la iglesia.
Yo no podía desobedecer porque eso me generaría mala reputación ante la sociedad y ante los miembros de la misma iglesia que pertenecía. Entonces, imagínense el peso que yo empecé a tener, la carga emocional, la responsabilidad que me estaban dando yo la tenía que cuidar.
Empezaron los estudios bíblicos, en los cuales se estudiaba la Biblia y se había un examen depende de lo que habías aprendido. Pero pasaron las semanas y el pastor empezó a decir que también se tenían que dar masajes. Y yo dije: ‘¿para qué masaje? No lo necesitas y no tiene nada que ver con un estudio bíblico’.
Como a los tres días hubo una reunión en la iglesia con los cuatro involucrados y ellos estaban en una oración super intensa, cuando el pastor fue “poseído” por un ángel. Este ángel nos habló directamente a cada una de las niñas diciéndonos, que en los masajes bíblicos se iba a incorporar la opción de masajes porque estábamos enfermas de nuestra matriz.
Cada vez que entrábamos a nuestros masajes, a los estudios bíblicos con masajes, era una exploración en el cuerpo. Pero para eso, teníamos que capacitarnos y las cuatro personas que estaban encargadas nos empezaron a enseñar cómo entrar al estudio bíblico, cómo comportarnos y cómo hacer que él entrara en un trance, en un momento de relajación. ¿Y eso cómo se conseguía? Dándole un masaje a él. Pero éramos una niñas, ¿cómo íbamos a saber eso? Pues simple: ellos nos empezaron a enseñar.
Él se desnudó completamente y nos empezaron a decir que teníamos que tocarle completamente todo el cuerpo. Al final teníamos que provocarlo para que él pudiera terminar, para así él entrar en trance y que ese ángel llegara hacia él para que nos sanara.
Fue muy extraño. Y yo salí inmediatamente y le pregunté a mi mamá: ‘mamá, ¿qué onda, qué es esto, qué está pasando?’. Y ella me dijo: Tú, todo lo que has aprendido lo tienes que obedecer (…) No hables nada, no digas nada y cállate y obedece, que esto va a ser bueno para ti. Recuerda que te van a sanar.
Pasaron las semanas y estos masajes, estos masajes tuvieron más intensidad. Empezaron a poner vibradores y nos empezaron a dar pastillas del día siguiente, anticonceptivas. que para poder sanar nuestra matriz. Algo tan extraño porque cómo una niña de doce años va a tener ese tipo de problema y cómo era posible que fuera sanada por medio de un ángel que ni siquiera existía, que se manifestaba a través de un supuesto siervo de Dios. Cómo es posible que nosotros sanáramos de algo que ni siquiera existía, pero la manipulación era tan fuerte que las tres miembras de ese grupo estaban tan cegadas que obedecían santo y seña que el pastor “siervo de Dios” les dijera.
Conforme pasaban los días, ellas estaban un poco extrañas, ya no tenían ni siquiera dominio propio entre ellas. Mi mamá empezó a comportarse muy extraña, comenzó a tener muchísimo coraje y más conmigo, porque yo hacía demasiadas preguntas. Pero seguimos en la iglesia y nada más a nuestro grupo nos contaban y platicaban cosas, a los demás los hacían a un lado. Poco a poco se fue yendo gente de la iglesia porque decían que, había una muy mala vibra, pero nadie sabía porqué.
Pasa el tiempo y empieza a haber cosas más extrañas como decir que este siervo de Dios necesitaba una esposa. Y una de las cuatro miembras que no era mi mamá, empezó a tener intimidad con él, tanto que le puso una casa rodante atrás de mi casa. Ahí, en ciertos días se manifestaba ese ángel y era poseído ese pastor. Ella ya sabía que en ese momento él había llegado e iban directamente a esa casa rodante a platicar porque tenía que tener su momento con su amada esposa.
Yo notaba a mi mamá extraña, yo le preguntaba: ‘¿cómo puedes tolerar eso?’. Me decía, no es que él sea mi esposo, es que él es un siervo de Dios y él necesitaba a alguien con quién tener descendencia.
Yo no entendía el porqué y empecé a tener demasiadas preguntas, a lo cual me llevó a tener muchísimos problemas con el pastor, con mi mamá, con todos los miembros del equipo, con todas las niñas. Eso me generó muchísima inseguridad y me generó muchos problemas en la iglesia, ya no me querían hacer partícipe de nada
(…) La descendencia tenía que pasar pronto, ya tenían que tener un bebé. Todo empezaba a ponerse súper turbio, pero seguíamos teniendo estudios y en esos estudios, cada vez se ponían más intensos. Cada vez la relajación de ese pastor era más intensa y él, cuando era poseído por ese ángel vibraba o temblaba o algo así. Pero yo, o cualquiera que estuviera ahí no teníamos qué voltear porque si no, nos deslumbrábamos con su luz. Es algo tan absurdo, tan tonto sí, pero eso pasaba.
Y como yo tenía ya el chip bien metido de que yo tenía que obedecer, pues no tenía que voltear. Y una de las veces yo volteé. Cuando volteé, ese ser se rió y se rió de una manera que se los juro, me dio el miedo más espantoso que yo pude haber sentido. Y dije: ok, esto es de parte de Dios, tengo que seguir.
En ese momento yo no quise tener más masajes, seguía mi turno de exploración y ustedes saben a lo que me estoy refiriendo con exploración. Yo le dije: sabes qué, necesito irme. Él me dijo: ‘no, tenemos que terminar porque tú aún no sanas y tienes que ser sanada porque Dios me mandó a, específicamente a sanarte a ti. Tienes muchos problemas en tu matriz y en demás partes del cuerpo. Y empezó a meter en mi cabeza que yo tenía más enfermedades y que yo no estaba bien psicológicamente. En eso terminamos, se termina lo que se tiene que terminar.
Y llega la hija de este señor, llega tocando la puerta de mi casa, porque todo pasaba en mi casa cerca de la iglesia. Cuando llega esta mujer, esta hija, toca la puerta, le abren y le dicen: ‘es que no está tu papá’. Pero ella se mete rápido y tocó en el cuarto que era una oficina, para entrar. Aún él estaba cambiándose y le dice: ‘espérame hija, voy para allá’.
Yo me quedé: ‘¿qué?, ¿cómo que hija?, ¿qué no eres un siervo de Dios en este momento, qué no eres un ángel que está aquí, cómo le vas a hablar así?’. Ahí fue cuando me entraron todas las dudas y empecé a reclamar y a decir. Salgo de esa oficina y ella se me queda viendo y me pregunta qué tengo. Le dije que nada, que le explicara su papá qué estaba pasando aquí. Él como si nada, como si nada lo hubiera poseído, se comenzó a comportar tan normal.
Recordemos que él era mi padrastro, entonces él tenía otra familia, eran dos hijos, una hija y un hijo. Pasa el tiempo, pasan unos días y ella sigue con la duda porque nadie le explicó nada de lo que estaba pasando ese día. Ella, en la iglesia me preguntaba: ‘¿qué es lo que está pasando, qué es lo que viviste en ese momento, por qué saliste con la cara tan asustada?’ Yo le dije que nada, pero siguieron pasando cosas, pasando estudios, pasando situaciones demasiado desagradables.
Mi mamá seguía cegada y me decía que obedeciera, que no importaba nada de lo que vivía en esa habitación. Ella decía que cerrara mis ojos y que pensara que era Dios el que se manifestaba de esa manera y que no había otra explicación más que esa.Como él empezó a decir que yo tenía problemas psicológicas, él empezó a meter cosas a mi mamá, a mis hermanas, a toda la iglesia, que yo era una mujer muy problemática y que todo lo que yo llegara a decir que no era cierto, que eran problemas que yo tenía mentales.
Mi mamá creía firmemente que yo tenía un problema, que todo lo que él le decía de mi era verdad, que no no estaba bien. Que realmente yo sí era un estorbo porque tal vez yo iba a hablar todo lo que estábamos viviendo. Les recuerdo: éramos un grupo de niñas, un grupo de niñas adolescentes con doce años. Éramos mis dos primas, otra niña más y yo. No recuerdo si se incorporó después otra niña. Pero éramos como cuatro o cinco niñas.
Estas niñas, todas, empezamos a tener dudas, todas empezamos a preguntar por qué esas actitudes tan extrañas, pero nadie nos daba respuestas y cada vez que hablábamos nos callaban y nos decían que teníamos que obedecer. Pasa el tiempo y yo empiezo a notar a mi mamá muy triste. Este señor, este “siervo de Dios”, con su esposa, viajaba demasiado y jamás se llevaban a mi mamá y mi mamá empezó a estar muy muy triste.
Yo un día la vi muy triste y le dije qué pasaba, me dijo que se iba a ir a vivir a otro lado y voy a dejar que todos vivan felices. Yo dije, ‘¿qué está pasando aquí?’ Me dijo que siguiera obedeciendo las cosas que Dios me mandaba. Ahí empezó más mi rebeldía, más mis preguntas, mis ganas de preguntar porqué yo estaba viviendo esto, por qué me estaba pasando esto y a todas las demás niñas. La respuesta de mi mamá fue: ‘tú sigue creyendo, tu sigue siendo fiel, Dios está contigo’. Ahí entendía que sí, que Dios estaba conmigo, que no era verdad que un ángel llegaba y poseía a él, que todo esto era algo enfermo que estaba pasando.
¿Y cómo ella podía tolerar que su esposo estuviera con otra mujer, supuestamente porque era un siervo de Dios y el siervo de Dios tenía que tener otra mujer? Pasa un poco más de tiempo y ya no nomás éramos niñas, también había mujeres, mujeres divorciados y él se aprovechó de esa vulnerabilidad. Fue tan difícil que todas nos volteábamos a ver y nadie podía decir nada. Nadie podía decir qué era lo que le pasaba cada vez que entraba a un estudio bíblico (…) Era súper extraño porque cómo puedes ver a una persona teniendo tanta verdad qué platicar y qué contar, y no poder decir nada porque si contabas, estabas fallando a Dios, estabas fallando al siervo de Dios, estabas rompiendo las reglas.
Me empezaron a dar muchísimos ataques de nervios, que muchas cosas olvidaba. Empecé a pelear y decir que no quería entrar a esos estudios, que pasara lo que tuviera que pasar. Yo le decía a mi mamá: ‘ya párale porque tú me dices que yo crea, que esté firmemente y tu ni siquiera me apoyar’. Y ella solamente se quedaba callada. Al fin de tiempo ella no se fue, ella se quedó en casa soportando todo lo que estaban viendo sus ojos, todo lo que estaba viviendo. Y yo dije adiós, me voy, y me fui de la casa.
Me fui y empecé a ver que lo que yo había estado viviendo no era algo normal, no era algo real ni tenía por qué vivirlo. Pero a los pocos días mi mamá regresó por mí, me dijo que volviera a la casa, que ella me necesitaba como hija. Pero sabía yo perfectamente, que ella más bien no quería que yo me fuera lejos porque podía contar lo que había vivido, y ella tal vez tendría problemas con la policía.
Yo regreso y es cuando un domingo, en una orilla de mi cama me senté y me puse a recordar cuánto daño nos habían causado, cuántas mentiras, cuánta manipulación había existido en todo ese tiempo. Habían pasado años de demasiado dolor. Ese día mi fe creció demasiado y me acordé que Dios estaba conmigo, que era el único que sí existía y que no me iba a dejar sola.
En ese momento cerré mis ojos y le pedí a Dios: ‘ya no puedo más, ya estoy hasta el tope de todo esto. Es demasiado injusto, demasiada tristeza, demasiada manipulación, demasiado daño. Necesito que me ayudes. O tú haces las cosas por mí o yo las voy a hacer por mi propia mano’. En ese momento cerré mis ojos y les juro que sentí algo hermoso que pasó, algo que me hizo sentir que estaba segura, algo que me hizo sentir: ‘aquí estoy, discúlpame por haber permitido todo esto’. Cuando estaba cerrando mis ojos, sentí que alguien me abrazó y dije que esa era la respuesta, me salí y me fui con un amigo.
Pasan las horas y me hacen la mejor llamada de mi vida. Me habla mi mamá diciendo: ‘Se llevaron a mi esposo, llegó a un carro y se lo llevó’. Me fui otra vez a mi casa porque algo había pasado y no sabíamos exactamente qué. En eso llego y le hablo a unos amigos que en ese momento eran del Ejército y les dije que me ayudaran para saber porqué se lo habían llevado. Yo no sabía que mis primas habían hablado. Ellas hicieron todo por debajo del agua, no me podían decir nada ni a nadie le podían decir nada pero se encargaron de que a ese hombre se lo llevaran preso.
Llegan mis amigos y empiezan a investigar y si, estaba en el Ministerio Público. Ahí estaba ese traidor, ese manipulador, ese opresor, ahí estaba. Cuando me dijeron que ahí estaba, me di cuenta que Dios sí había escuchado mi súplica, sí había escuchado mi oración. No podía creerlo, se me hacía algo tan extraordinario que pudiese pasar, pero sí, estaba pasando, sí lo habían agarrado preso, sí estaba tras las rejas. Y yo por fin, mis primas y todas las demás mujeres, por fin iban a descansar. Me arrodillé en la calle agradeciendo que Dios sí había escuchado mis súplicas. Y cuando hicimos una videollamada lo vimos (…) con sus ojos rojos, llenos de rabia, llenos de ya no poder manipular a nadie, estaba preso, estaba detenido y ya no nos iba a poder hacer daño.
Pero lo extraordinario es que mi familia, sobre todo mi mamá, querían que mis primas le pidieran perdón por haberles levantado falsos. Yo no podía tener qué grado de manipulación había tenido mi familia y las demás mujeres porque ellas actuaban muy extraño, como si no fueran ellas, como si no tuvieran dominio propio, ni siquiera opinión. Y ahí estaba ese señor con un abogado, esperando su sentencia, pero también pensaba que le iban a perdonar porque tenía la capacidad de manipular, pensaba que todo iba a mejorar y que iba a salir al día siguiente. Se lo llevaron inmediatamente preso y ya no lo dejaron salir.
La víctima que dio este testimonio detalla que sus primas son quienes hicieron todo el proceso penal. Pero las demás no estaban dadas de alta como víctimas externas. Su mamá contrató un abogado para dar testimonio sobre el pastor y utilizó la manipulación afectiva con ella.
Ella no era afectiva conmigo, ella no era cariñosa, rara vez llegó a decirme ‘te quiero’. Ella y yo llevábamos una relación fatal porque recuerden que este señor se enfocó tanto en causar conflicto entre nosotros, que no había una buena relación. Cuando íbamos a ir con el abogado para declarar, ella se encargó de que yo me sintiera culpable si yo decía alguna palabra contra él. Me dijo: ‘ten cuidado, no vaya a ser que tú digas algo en contra de él. Imagínate cómo vas a quedar con la familia, cómo vas a verte ante la sociedad, ante todos. Por favor, te voy a pedir que no hables nada en contra de él.
Nos fuimos con el abogado, nos investigó a todos los que estábamos ahí, pero en especial me habló a mi. Me preguntó: ‘¿Es real todo lo que están diciendo, que él no hizo nada o realmente es una persona mala? Porque yo no puedo defender a alguien que hizo algo malo’.
Yo, con el miedo, con esa sensación de culpabilidad, le dije con mis ojos que sí, pero con mi boca le djie que no había pasado nada. En ese momento que estábamos con el abogado dijo que íbamos a ser investigados en la casa para ver qué pruebas podían encontrar para acusar legalmente a este pastor. Rápido nos fuimos para la casa, yo me salí de la casa por unos quince minutos. Cuando regresé, mi mamá, mi hermana, mi hermana más pequeña, estaban en velocidad máxima sacando todo lo de esa oficina. Pregunté y me dijeron que me callara, que no estuviera diciendo nada.
Les juro que estaba viviendo una pesadillla (…) cuando las vi que estaban echando en unas bolsas negras dije que eso no estaba bien (…) estaban echando todas las echando todos los vibradores, todas las pastillas anticonceptivas, todas las películas “nopor”, todas las evidencias y lo estaban echando a un carro que tenían en la cochera. Mi hermana, una de las involucradas estaba arriba del carro para en cuanto terminaran, se iba a ir.
En eso, fue lo peor que pude haber vivido. Empiezan a tocar la puerta, empiezan a tocar las ventanas: ‘Somos del Ministerio Público, salgan, abran la puerta’. Me empezó a dar una ansiedad, un ataque de nervios que jamás había vivido. Mi mamá me dijo: ‘hablas una sola palabra y de mi cuenta corre que mañana no amaneces’. Mi propia madre me estaba diciendo eso. ‘Tengo que abrir esa puerta, mamá, tengo que abrir’.
Ella me decía: ‘ no la abras, todavía tu hermana no se va’. Yo decía: ‘¿qué?. Lo que tenga que pasar va a pasar ahorita’. Y me fui, abrí la puerta. Mi mamá me dio un golpe en la espalda muy fuerte. Abrí la puerta y entró la jefa en ese momento, del Ministerio Público, con una hoja diciendo que era la orden de cateo. Entraron a mi casa y empezaron a investigar todo. Había helicópteros en mi casa, personas saltándose por las paredes, arriba de la casa caminando. Fue una sensación, una vivencia horrible. Cuando entraron, me vieron la cara de susto de miedo. La encargada, la jefa me preguntó qué estaba pasando.
Ahí sentí el dolor más grande, la desilusión más dolorosa porque mi madre estaba consciente de permitir que su propio esposo estuviera abusando de mí, de su hija, de las demás mujeres que eran parte de su misma iglesia. Ahí fue cuando comprendí que qué terror tener una mamá así, y que todavía ella actuara como si nada. Aún la recuerdo y recuerdo cómo era su mirada perdida, y al mismo tiempo actuaba manipulándome para que siempre me sintiera culpable de lo que estaba viviendo.
Yo sé que eso no fue mi culpa, yo sé que todo lo que viví no fue mi culpa, no era porque yo lo permití. Era porque yo estaba totalmente confundida y con un chip muy metida de obedecer porque me decían que si no obedecía, Dios me iba juzgar de una manera horrible.
Pasaron unos días y este pastor estaba en el reclusorio municipal y teníamos que estarle llevando comida, no recuerdo si dos o tres veces en el día. Mi mamá ese día no pudo ir y me dijo que le llevara un desayuno, creo que era una torta de huevo (…) yo iba pensando muchas cosas en el camino, cuando llegué me revisan y entro (…)
Le dije: ‘aquí te vine a trae tu comida (…) no sé cuál es tu punto, yo no sé porqué nos causaste tanto daño pero ten cuidado en comerte tu comida’. Se quedó dudoso y me dijo: ‘contigo no puedo, pero con tu familia sí’. Me entró un miedo y al mismo tiempo me sentí con mucha fuerza interior y le dije: ‘ok, yo voy a defender a toda mi familia y de mi cuenta corre que no les vas a volver a hacer daño jamás porque estás encerrado y jamás vas a volver a tocarnos.
Salí del reclusorio y me fui llorando de impotencia pensando cómo iba a defender a mi familia de ese depredador. Se llegó el fin de semana y fue domingo de visita en el reclusorio. Fuimos todas las que estábamos en ese grupo y muchas personas de la iglesia porque se acercaba la fecha de la Santa Cena y en muchas iglesias se ponen de acuerdo para hacer lo que tienen que hacer.
Yo recuerdo que estábamos ahí en la zona donde a él le destinaron. Estábamos sentadas, éramos puras mujeres y él les dio un papelito con un encargo de lo que tenían que hacer ese día, a mi no me dio nada. Le dije: ‘¿y a mí qué me vas a dar?’. Me dijo que lo esperara un momento. No podía ponerme ahí a pelear o a decirle, estaba atada de brazos. Al final me dijo: ‘tú no te mereces nada, no te mereces nada de esta iglesia, ni de nada de lo que hacemos’.
Fue lo mejor que me pudo haber dicho. Salimos de ahí, nos fuimos a mi casa y por fin, agarré mis maletas y me fui. Me juré a mi misma que jamás iba a regresar a esa casa.
Pasaron años. Cuando a él lo sentenciaron, lo mandan a Chihuahua al reclusorio. Ya no supe más que se comunicaba con puras llamadas con mi mamá y mis hermanas. Él no dejaba ni un segundo de marcarles, le permitían una llamada al día y la aprovechaba, las manipulaba, les decía cosas, tenían código entre ellos para decirse cosas. Yo me sorprendí, qué manipulador tan increíble.
(…) Todo esto pasó en Delicias, Chihuahua. Yo me despegué completamente de mi familia, decidí alejarlas, no quería sabe nada de ellas. Yo estaba en un choque emocional de decir: ‘cómo es posible que voy a dejar a mi familia, cómo es posible que no voy a tener a nadie, que voy a estar sola, pero aún así fue una decisión muy difícil y la tomé. Después recibí una amenaza de él, directa, para decirme que ya dejara de meterme con sus mujeres, porque él era el que estaba a cargo de ellas y él se iba a manifestar en cada una.
A partir del miércoles 10 de octubre pasado, Herrera Lerma quedó en libertad para enfrentar su proceso desde su cada, en la ciudad de Delicias.