Según la OIT, hay 18 millones de trabajadores domésticos en América Latina. Con un 93% de personal femenino, esta ocupación es “una de las más importantes para las mujeres de la región”, dice un documento.
Sumido en un 77,5% de informalidad, el sector sufre “uno de los mayores déficits de trabajo decente” dadas la baja afiliación a la seguridad social, escasos ingresos, dificultades para la inspección o falta de mecanismos de negociación colectiva, agrega la OIT.
En México del total de los 2 millones 400 mil personas que trabajan en el hogar el 95 por ciento son mujeres y la mayoría no cuenta con seguridad social.
Sin embargo desde el 1 de diciembre y hasta febrero se detalla que la empleadas domesticas que prestan realizan actividades generales como limpieza, lavado, planchado, mantenimiento, elaboración y cocción de comidas y, en general, toda otra tarea típica del hogar, deberían ganar mensualmente unos 10 mil 781 pesos.
Al salir a la luz la película Roma, expone la discriminación racial y de clase que existe en México.
Trabajadoras del hogar
Lidia Rodríguez no ha visto Roma, pero no le hace falta para saber cómo es la vida de una empleada del hogar mexicana. Trabaja desde hace 21 años en varias casas de la colonia Roma y admite que su labor no es reconocida ni siquiera por sus empleadores. Su historia bien podría ser la de Cleo, la protagonista del filme de Cuarón, aunque ella divide su tiempo entre varios patrones. Recientemente ha escuchado en los noticieros televisivos sobre el programa para inscribirse al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pero no sabe si ella podrá calificar. “Me gustaría mucho, pero no sé si decirle a mis jefes”, cuenta a Verne. “Estaría bien que fuera parejo el trabajo, como dicen, pero no creo que sea fácil”, comenta.
Rodríguez tiene 42 años, pero nunca ha sido beneficiaria de un esquema de seguridad social. Sabe que si deja de trabajar por enfermedad, le costará caro. “Generalmente voy al centro de salud, o con el doctor Simi [una cadena privada de consultorios], a veces me toca gastar y es difícil”, señala y admite que no sabría qué hacer en caso de una emergencia.
La película Roma ha hecho mucho ruido mediático desde su estreno en diciembre y ha animado el debate sobre la situación de las trabajadoras del hogar, pero no de una manera masiva. Christian Mendoza, investigadora del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, una organización feminista mexicana que atiende también a trabajadoras del hogar, cuenta que la conversación ha crecido, pero no el número de inscripciones, por lo que esperan que en ese sentido se materialice en el programa del IMSS. “Hasta ahora solo se mantiene en un nivel donde se conversa al respecto para dejar de ver a la trabajadora como alguien que no tiene una relación laboral formal”, dice en entrevista.
«Una coincidencia afortunada»
Hasta ahora, la Ley del Seguro Social consideraba el trabajo en el hogar como sujeto de inscripción voluntaria. En diciembre de 2018, la Suprema Corte de Justicia de México declaró inconstitucional que las asalariadas no se encuentren registradas en el IMSS y determinó que su inscripción sea obligatoria. “Roma fue una coincidencia afortunada”, dice Mendoza respecto a su estreno y la determinación del Supremo mexicano. “Es un momento importante tras varios años de lucha de las trabajadoras”, señala.
La no obligación de inscribirse hasta ahora hace que sea difícil cuantificar de manera precisa cuántas personas están en esta situación, como admite el director del IMSS. “Lo cierto es que son cifras que no tenemos claras porque la situación de estas trabajadoras es esclavizante”, dice Martínez Cázares. Refiere que hasta hoy, alrededor de 200.000 trabajadoras cuentan con seguridad social.
“Ahora nos toca a todos hacer nuestra parte para que empiecen a hacer todo el proceso de la inscripción al seguro social obligatorio”, dice a Verne Norma Palacios, también secretaria en el Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar.
“Para nosotras es un expectativa positiva. Aún falta todo el trabajo que tenemos que hacer para difundir que esto es un derecho”, señala.
Uno de los temores de Lidia Rodríguez es que sus empleadores quieran reducir su sueldo debido a la cuota que tengan que pagarle al IMSS, ahora por obligación. Más del 80% de las trabajadoras del hogar cotizan con el salario mínimo, que es la base para entrar en el programa piloto. Según el tabulador de la institución, los empleadores o la trabajadora (de modo individual) tendrían que aportar desde 904 pesos al mes (unos 42 euros) para tener derecho a servicios de salud, ahorro para el retiro, servicios funerarios y derecho a incapacidad remunerada, entre otros. La cuota va aumentando conforme se incrementa el salario.
Florentina Reyes también trabaja en la colonia Roma, pero en siete casas distintas. A diferencia de su compañera Lidia Rodríguez, cree que será más sencillo que entre todos sus empleadores puedan pagar la cuota de inscripción al IMSS. “Yo sí les voy a decir que le entren al programa”, señala. “He visto muchas personas que tienen que pedir (dinero) porque no pueden trabajar y no quiero eso”, detalla. Flor, como la conocen en la colonia, tampoco ha visto Roma, pero sabe que Yalitza Aparicio es su paisana porque ambas nacieron en Oaxaca y ahora ya puede tener acceso a un seguro. “Espero poder ver la película con mi hija este fin de semana antes de los Oscar”, finaliza.
Fuente: Verne, La verdad y Tribuna Noticias