María Enriqueta Burelo Melgar originaria de Chiapas ha sido Coordinadora del Programa de la Mujer, Consejo Estatal de Población 1984, Fundadora del Departamento de Género, UNACH y fue Secretaria Municipal de la Mujer, Tuxtla Gutierrez ( 2015-2018). Se ha desempeñado como articulista y conductora de televisión. Colaboró en el libro Desde mi Piel, un retrato de 20 políticas chiapanecas en el 2015
Por la Cuarta | Enriqueta Burelo Melgar
“Todos los días son rosas, días de mujeres fuertes que no caminan solas”
Estudiaba en la Universidad cuando me enfrenté por vez primera al cáncer de mama, en esa época era la década de los setentas, el cáncer de mama no era una enfermedad tan conocida como hoy, se trataba de la mamá de mi mejor amiga y supongo que no tenía más de 50 años, para ella fue terrible se sintió mutilada, sintió que perdía una parte de ella, además en esa época las prótesis eran horribles, un pedazo de goma con la que rellenabas el brasier. Mi amiga y yo estudiantes de psicología en esa época, inferíamos que ella se sentía mal cuando tenía relaciones; debió ser difícil, su carácter había cambiado, tenía largos periodos de mal humor, todo como consecuencia de lo que estaba viviendo en el momento.
Ahora comprendo lo que debió sentir en esa época que las mujeres lloraban bajo la regadera, como hoy, y solían aparentar ser muy fuertes y no quejarse. Ella superó la enfermedad afortunadamente, ya es viuda debe tener cerca de 86 años y es autónoma, maneja aun en la ciudad de México y siempre me quedé con las ganas de preguntarle sobre cómo venció al cáncer de mama, sus angustias, el llorar a solas, debió ser muy difícil, y estoy segura que si su esposo hubiera tenido una amante lo hubiera aceptado estoicamente ya que ella se sentía como una mujer mutilada que no podía ofrecer a su esposo, “calidad en la vida sexual”. Ese sentimiento de vergüenza procede del “sufrimiento de ser amputada de una parte (del cuerpo) que simboliza la feminidad”.
Tras 25 años de matrimonio su esposo le pidió el divorcio a Z cuando se sometió a una mastectomía, en los primeros días de convivencia antes de pedirle el divorcio, su exposo la llamaba “mutilada” o “media mujer”
H conoció la humillación cuando su novio rompió con ella, justo después de que le anunciara su enfermedad y la mastectomía a la que fue sometida de forma urgente. “Me dijo: ’Quiero a una mujer entera, no tres cuartos de mujer”, recuerda, llorando, esta mujer de 30 años.
En el caso de S, una profesora de 32 años, fue ella quien dejó a su novio después de que le quitaran los dos pechos. “Preferí romper con él antes de que lo hiciera, su familia ya no me quería”
A es oncóloga y el año pasado se autodiagnóstico un cáncer de mama y comenzó a ver la enfermedad desde la otra orilla. «El cáncer –confiesa– te da una especie de libertad que antes no tenías. Te libera de cuestiones que van sujeta a tu persona. Cuestiones que nos estresan, como la ambición, la vanidad, la competitividad de la sociedad… se relativizan».
«El hecho de tener un cáncer te enfrenta a tu propia mortalidad, a las razones de tu existencia… te hace ser más auténtica, te ayuda a mirar la vida de otra forma y a vivir el momento presente con más intensidad. El cáncer te coloca en la realidad de tu vida y te ayuda a ponerte en un plano más sereno».
Un caso famoso fue el de Angelina Jolie, quien tomó la decisión de tener una doble mastectomía preventiva”, explicó la actriz de 37 años en un artículo titulado “Mi elección médica”. «Los médicos estimaron que tenía un 87% de riesgo de desarrollar cáncer de mama y un 50% de riesgo de cáncer de ovario. Llevo un gen defectuoso, el BRCA1, que aumenta drásticamente este riesgo. Una vez que supe que esta era mi realidad, me decidí a tomar la iniciativa y reducir al mínimo el riesgo lo más que pude
A lo largo de mi trabajo con mujeres he comprobado que una enfermedad puede ser una llave para abrir otra puerta, una ventana a una oportunidad, lo he visto con mujeres con VIH SIDA que el padecer esta enfermedad se convierten en lideres tanto de su vida como de otras mujeres, son la inspiración para ellas, en el caso del cáncer de mama tenemos una figura representativa en México, Alejandra de Cima, fundadora de la Asociación Mexicana contra el Cáncer de Mama, Fundación Cimab.ella cuenta todo su viacrucis en una entrevista y señala que como todas las mujeres que han pasado por un cáncer de mama, nunca pensé que ése era mi problema. Así lo reiteró mi ginecólogo, que cuando le comenté de la bolita que sentía en el pecho me dijo que me quedara tranquila: “a ti no te puede pasar eso, estás muy chica”. Pero la intuición femenina no me dejó quedarme con los brazos cruzados e insistí…¡afortunadamente!. Siete meses después me dieron la noticia: “es cáncer y muy probablemente, por seguridad y por estética hay que quitar los dos pechos”.
Empecé a llorar al darme cuenta de lo que acababa de escuchar. Para mí la palabra cáncer iba pegada al término “muerte”. Me concedí entonces sólo tres años de existencia. En unos segundos se me vino mi vida a la mente: 30 años, recién casada, con planes de ser mamá en un futuro cercano; tres años no me servían de nada. Al regresar a México, una noche que me la pase llorando en el cuarto; mi esposo subió y me dijo muy serio: “llora todo lo que tengas que llorar hoy, porque desde mañana vamos para adelante, a enfrentar y luchar contra la enfermedad hasta vencerla”. Aprendí a vivir día a día y a sacar lo mejor de cada uno. Me convertí en una persona directa que hace lo que siente correcto, está con quiere estar y goza cada minuto.
Las mujeres son seis veces más propensas a terminar separadas o divorciadas si se les diagnostica cáncer que si sus parejas son las que enfrentan los mismos problemas, el motivo por el cual los hombres dejan a su mujer enferma puede explicarse en parte por su incapacidad de ajustarse a la situación de convertirse en cuidadores y atender el hogar, pero también considero que está el hecho de la parte estética que les resulta difícil aceptar el cambio producido en el cuerpo de su pareja. Los matrimonios más prolongados eran más propensos a mantenerse estables.
Para concluir cito a Laura, una sobreviviente, nadie mejor que ella para decir algo:
Una frase que me gusta mucho es “Yo no soy mi cáncer”.
Yo sigo siendo Laura, maestra y madre y tengo una enfermedad y entiendo a los amigos, a la gente que te mira con lástima, con recelo porque también estuve al otro lado. Solamente con saber que están ahí y forman parte de tu vida es suficiente para salir adelante.