Cinco personas asesinadas. Años de descubrimiento. Un sistema que protege a los culpables y revictimiza a quienes exigen verdad.
Por Gely Pacheco
A 10 años del feminicidio en la Narvarte, la impunidad sigue teniendo nombre, rostro e instituciones que la sostienen. El 31 de julio de 2015, cuatro mujeres: Nadia Dominique Vera Pérez, Mile Virginia Martín, Yessenia Quiroz Alfaro y Rubén Espinoza Fueron brutalmente asesinadas en un departamento de la colonia Narvarte, en la Ciudad de México.
A una década de ese crimen atroz, no hay justicia. El caso ha sido plagado de regularidades, omisiones y silencios institucionales. Pero las madres, como siempre, siguen hablando. Mirtha Luz Pérez Robledo, madre de la chiapaneca Nadia Vera, escribe desde el duelo, la dignidad, la resistencia y la verdad que se intenta callar. Su voz es memoria,, exigencia y resistencia. A continuación quiero compartirles ese recordatorio que hace el día de hoy desde algún lugar de nuestro Chiapas:
LO QUE NO PUEDO DECIR. UNA DÉCADA DE IMPUNIDAD
La peor forma de injustica, es la justicia simulada. Platón
Hace 10 años que tenemos una sensación de impunidad, de complicidad y de encubrimiento porque la ineptitud de la fiscalía de la CdMx no tiene que ver, como pensamos al principio de los hechos, con la distracción y la falta de voluntad sino con una forma de operar que es sistemática; sin importar el partido al que pertenezcan, electos o no, se conducen como una ficha de dominó, los mueve la inercia y no van ni ven más allá de sus intereses.
El eco de mi grito llega amortiguado, distorsionado y muere en la penumbra donde burócratas escriben las reglas del juego que nosotros nunca podremos editar.
A una década de los asesinatos del caso Narvarte, ocurridos el 31 de julio de 2015, donde le fuera arrebatada la vida a mi hija Nadia Dominique Vera Pérez , al periodista Rubén Espinosa y a otras tres personas más, todavía no sabemos dónde está el arma, ni cuál fue el móvil y ,lo que sabemos por las investigaciones independientes , nos ha costado años que la fiscalía acepte: que fueron más de tres los asesinos .
No podemos decir nombres y apellidos pues nos fincan responsabilidades y nos rebajan al nivel de un criminal, al tiempo que defienden los derechos de los delincuentes y más aún si son empleados de dicha institución.
Aquí la palabra se vuelv , para decirlo con palabra de Bachmann , un oscuro decir.
Querer decir no nos hace decir, querer decir no nos permite decir lo que queremos decir.
Por ello escribo, para poder salir de esta experiencia del dolor; la palabra, estas palabras me dan la libertad y no soy fuerte como me pide el mundo pero, dignifico así, mi fragilidad.
Intento decir porque guardar silencio ante una institución que miente sería una postura anti-vida.
Acudir al lenguaje para tratar de nombrar lo innombrable, para hacerse oír, para desarticular la mentira, para reclamar la inacción.
Decir para exigir la verdad.
“Porque lo verdadero abre grietas en la pared, lo verdadero aparta la lápida de tu tumba”
La exigencia de la verdad quizá sea el único medio eficaz para socavar ese muro de silencio que los poderes fácticos han pretendido imponernos.
Así que aquí, digo que no puedo decir y no sólo porque el lenguaje es arbitrario, no puedo hablar porque no me dejan decir la verdad, porque ya no hay una verdad, hay muchas verdades que ocultan la verdad verdadera.
Digo que no puedo hablar porque el lenguaje de un sistema jurídico me excluye y, me vuelve vasallo del lenguaje impuesto, que si me atrevo a romper podría dejar libre no a uno, sino a tres asesinos.
Digo que no puedo hablar porque no me deja hablar la estrategia de los abogados: Sutilezas en aras de conseguir la mínima justicia.
Digo que no puedo hablar porque no me deja hablar el sistema operativo de un sistema judicial que copta a los operadores del mismo sistema que hace malas investigaciones y encubre a los criminales. Este sistema mete a las víctimas en una celda que en su infinitud, refleja el constante estado de desasosiego, la búsqueda incesante de un sentido que no se encuentra, como no se encuentra la impartición de justicia y no se encuentra la verdad. El sistema tiene un sordo bisbiseo que entreteje promesas no cumplidas y esperanzas fallidas
Los que dicen que imparten la justicia, los que investigan , son los que mienten y hacen como que hacen pero no hacen nada y dejan pasar el tiempo , prometen reuniones , y cuando las hay , llegan tarde y van de prisa y pierden los expedientes y confunden los números telefónicos de los depredadores pero exponen a las víctimas y las revictimizan; es una violencia institucional constante, permanente, que está respaldada por otra institución, aquella que dice proteger los derechos humanos pero, son un cónclave, una secta, una sociedad que encubre y resguarda sólo sus intereses y si te atreves a hablar, a decir lo que sabes, entonces convocan a la prensa y dan rienda suelta a su mentira y la prensa toda, salvo honrosas excepciones , repite lo que le han dado a repetir .
Digo que no puedo hablar . El que tenga ojos que mire y el que tenga oídos que oiga y el que quiera entender que entienda.
Mirtha Luz Pérez Robledo
La madre, la mujer, la ciudadana.
Podrán asesinarnos, pero nunca podrán destruirnos.
Julio de 2025