El municipio de Cuetzalan del Progreso, en Puebla, México es uno de los primeros territorios que recibieron el título “Pueblo Mágico” en el año 2002. Dicho nombramiento fomenta el turismo en sus localidades y promueve la transmisión de recursos públicos para dicha promoción. Es una región de clima cálido-húmedo donde predomina el bosque mesófilo de montaña, por lo que existe una gran biodiversidad que permite a la vez una amplia gama de expresiones culturales y artísticas. Esto se traduce en acceso a fuentes abundantes de agua, de terrenos de cultivo fértiles y diversidad de alimentos como cereales, verduras, frutas, miel, entre otros. Además el café y la pimienta son mercancías que se comercializan al extranjero desde hace casi un siglo.
Sin embargo, el acceso al derroche económico que ofrece el turismo es desigual para la población: esto se traduce en que a pesar de ser Pueblo Mágico desde hace 20 años, de 2015 a 2020 el porcentaje de personas que viven en pobreza subió, ya que en el primer año referido 35 mil 208 habitantes se encontraban en esa situación y para 2020 pasó a 49 mil 229 personas.0
La resistencia de Cuetzalan
Desde hace cuarenta años aproximadamente existe una diversidad de organizaciones de la sociedad civil que promueven los derechos de las mujeres indígenas. Rufina Edith Villa, defensora del territorio, relató a Radio Tsinaka en su programa Yauitsin, que en sus inicios las organizaciones ayudaron a las mujeres para que aprendieran a leer y estudiar la primaria, pues durante sus infancias se les había negado ese derecho. Actualmente las organizaciones, agrupadas en la Red de Organizaciones para la Defensa de los Derechos Humanos de las Mujeres Indígenas, no sólo difunden derechos sino que acompañan legal y psicológicamente a mujeres en situación de violencia y se vinculan con autoridades para diversas actividades como la impartición de justicia y la perspectiva de género en las instituciones.
La violencia intrafamiliar tiene altos niveles en el municipio. Los feminicidios han sido constantes y están presentes en los recuerdos y las historias desde hace tiempo, pero han salido a la vida pública hasta hace apenas ocho años. De acuerdo con el testimonio de Susana Mejía, quien ha participado en organizaciones como CADEM, CAMI y Yolpakilis, los feminicidios se ocultaban en la familia, y ahora los ocultan las instituciones:
“Todavía no había un nivel alto de feminicidios, sí había mucha violencia contra las mujeres, mucha, por eso la existencia de muchas organizaciones. De unos diez años para acá han ido en aumento pero desafortunadamente son tapados encubiertos por las mismas familias como por las autoridades. Entonces cifras concretas no podemos tener pero en el último año públicamente se reconocieron dos, ambos en investigación”.
Comunicar el feminicidio, una necesidad
Los medios de comunicación de nuestra región, la Sierra Norte de Puebla. Reproducen esquemas de hostigamiento que favorecen un terreno fértil para la violencia en sus diversas formas. En un diagnóstico realizado por Radio Comunitaria Tsinaka en el año 2022, pudimos detectar prácticas como las bromas vía telefónica que se utilizan para ridiculizar a radioescuchas. También detectamos la casi inexistencia del tema de violencia de género y de la carencia de una perspectiva de género en el trabajo periodístico.
Desde el año 2018, Radio Comunitaria Tsinaka comenzó con el reto de adoptar una política feminista en su organización y en sus contenidos. Dicha inquietud es un proceso que nace de motivaciones personales, colectivas y que esperamos tenga impacto en la sociedad. Para ello comenzamos de nuestros propios contextos personales y comunitarios llenos de retos para lograr un contexto equitativo, a generar reflexiones y acciones de manera colectiva.
Entre las actividades que consideramos pertinentes comenzamos con la conformación de un equipo de reporteras comunitarias que abordaron temas relacionados a las diversas luchas de las mujeres en sus contextos familiares, comunitarios y sociales. Además, nos aliamos con organizaciones de la sociedad civil de nuestro municipio que llevan más de tres décadas acompañando a las familias en la promoción de los derechos humanos y luchando contra la violencia de género en el municipio.
Los contenidos de la emisora adoptaron desde 2018 una agenda alrededor de la visibilización de las diferentes formas de violencia que enfrentamos las mujeres indígenas. De forma inmediata comenzamos a tener algunas opiniones de la audiencia. En una ocasión una vecina de la comunidad solicitó abordar el tema de la violencia digital, ya que su familia estaba pasando por una situación en la cual era necesario que la sociedad dejara de difundir videos íntimos de un integrante de la familia. De esta manera pudimos darnos cuenta de que la postura política de la emisora en cuanto al tema era notoria y se percibía como algo muy útil.
Por dicha razón a partir del año 2021 comenzamos a elaborar reportajes de investigación que mostraron un incremento de la violencia intrafamiliar posteriormente a la pandemia. Esto en una serie llamada “Más allá de la pandemia: violencia intrafamiliar en el municipio de Cuetzalan”.
Aquí participaron jueces de paz, instituciones encargadas de la impartición de justicia, organizaciones de la sociedad civil y usuarias de la casa de sanación. De los resultados que pudimos obtener nos dimos cuenta de que un gran número de delitos graves como intentos de feminicidio, violaciones sexuales y ataques con arma blanca no son registrados por las instancias oficiales sino que se quedan en las comunidades a resolverse por medio de la “vía tradicional” debido al alto costo de los viáticos y la negligencia con la que operan quienes imparten justicia.
Otro resultado fue detectar que la violencia de género se incrementó durante la pandemia, particularmente la violencia sexual, física y psicológica. Y peor aún fue identificar una falta de perspectiva de género e intercultural en las autoridades que imparten justicia, lo cual permite un clima de mayor violencia.
En el siguiente año hubo dos feminicidios en el municipio y no fueron investigados como tales. En ese contexto le dimos seguimiento a los reportajes de investigación anteriores y decidimos investigar, nombrar y visibilizar los feminicidios y la negligencia de las autoridades para atenderlos. Con el apoyo del Proyecto de Subvenciones de Cultural Survival pudimos darle forma al reportaje “Cuetzalan no es mágico, es feminicida: el feminicidio en comunidades indígenas” y que puede ser consultado en Spotify.
En esta producción fue importante visibilizar que en ambos feminicidios hubo negligencia por parte del Ministerio Público cuando ambas mujeres estaban con vida. En el caso de la menor de edad Rosa María, quien estuvo desaparecida dos días antes de haber sido localizada sin vida, el Ministerio Público se negó a buscarla bajo el argumento de “se le pasará el berrinche”. Y en l caso de Genoveva, se negó a tomar la declaración de los testigos que presentó después de haber sido golpeada por su sobrino, pues según el ministerio público “al ser menores de edad no pueden declarar”. Posteriormente, Rosa María fue localizada sin vida y Genoveva estuvo en coma a causa de un derrame intestinal causado por los golpes que recibió. Ninguno de los dos casos ha sido esclarecido y mucho menos ha sido investigado como feminicidio.
A lo largo del reportaje podemos conocer el testimonio de familiares y organizaciones de la sociedad civil que nos explican las particularidades del feminicidio en comunidades indígenas: existe una mayor lejanía de las instituciones de impartición de justicia que además resultan reproducir una violencia institucional e histórica en la cual le niegan a las mujeres su derecho a exigir una vida digna. También es notoria la rabia e indignación que recorren nuestro municipio considerado “mágico” para el turismo pero que mantiene un clima hostil y peligroso para las mujeres y niñas que aquí habitamos.
Cuetzalan no es mágico, es feminicida, es un recordatorio a las autoridades y a la sociedad de que aquí estamos los familiares que no olvidamos, las organizaciones que acompañamos y luchamos y la radio comunitaria que nombra y visibiliza.
