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Día 1: Y los cuidados #LaPlayaDelPatriarcado por Coral Herrera Gómez


Coral Herrera Gómez es de Madrid, España. Es una escritora y comunicadora feminista española, conocida por su análisis y crítica al mito del amor romántico. Tiene una discapacidad auditiva y una familia multicultural: su compañero es salvadoreño y su hijo costarricense.

Coral Herrera Gómez | Blog

Día 1

En esta mini serie quiero compartir con vosotras como es pasar tu verano en la Playa del Patriarcado

Hoy es el primer día. En cuanto extiendo mi toalla en la arena me pongo la crema solar, abro mi libro para disimular, y me pongo las gafas violetas de analizar. No lo puedo evitar. Mi chico me dice que me paso todo el año analizando y que por favor desconecte un poco de la realidad, pero la Playa del Patriarcado es un sitio increíble que te permite palpar con tus propias manos lo que para mucha gente es una abstracción o un invento del feminismo.

Ayer en cuanto llegué me di cuenta de que el tema del día sería: uso del tiempo libre con perspectiva de género: ¿cómo disfrutan hombres y mujeres de su tiempo libre frente al mar patriarcal?

Llegó una familia formada por una mujer y su marido, dos hijas, y cinco nietas. El marido se llamaba Manolo, y nada más llegar hizo lo que hacen los astronautas en la luna: un pequeño agujero en la arena para colocar la bandera, en este caso, una sombrilla de color verde. Desplegó el artefacto protector, y una de las sillas. Se quitó su camiseta, se descalzó, se sentó en la silla, y se encendió un cigarro, mirando al horizonte patriarcal con cara de orgullo y satisfacción.

Carmen sacó de la nevera una cerveza fresquita y se la dio a su marido, como premio por su hazaña, y después se puso a organizar las mesas, las sillas, las neveras, los juguetes del playa, las toallas, y el carrito del bebé. Su hija mayor se puso a dar crema solar a cada uno de sus nietos y nietas mientas su hija menor cambiaba los pañales del bebé. Entre todas hincharon manguitos y flotadores, y después se pusieron crema en sus propios cuerpos. La hija menor se puso a dar teta, la mayor sacó un libro, pero su hija mayor la interrumpió enseguida: “mami, vente a bañarte con nosotras”.

Las dos hijas se bañaron con su prole mientras Carmen acunaba a la bebé, y a la salida volvieron a repetir la operación de la crema solar, mientras Manolo tomaba su tercera cerveza y fumaba su quinto cigarro, sin despegarse de su móvil. La hija pequeña daba teta al bebé y la mayor jugaba con los demás niños en la orilla, mientras Carmen llamaba a su hermana para preguntarle por su brazo escayolado, y por los resultados del análisis de su hijo.

Al poco rato las mujeres empezaron los preparativos para la comida. Al ver el menú me di cuenta del trabajo que habían estado haciendo las mujeres bien temprano en la mañana, antes de ir a la playa: tortilla de patatas, ensalada campera, boquerones en vinagre, filetes empanados, y bizcocho de postre. Cerveza para las adultas, agua y zumos para los niños. El día anterior fueron al súper a comprar los alimentos y las bebidas, anoté.

Después de comer las mujeres lo recogieron todo, y Manolo siguió sin mover un dedo. Echó para atrás su tumbona y se puso a dormir la siesta, mientras sus hijas recogían, limpiaban y llevaban la basura al contenedor. El tipo se dio unos tres baños en todo el día y se comportó todo el tiempo como si él fuese el rey, y las demás mujeres sus sirvientas: se le notaba como pez en el agua en la Playa del Patriarcado.

Al terminar la jornada, las mujeres levantaron el campamento y él esperó a que terminaran de recoger. Quitó la sombrilla, plegó su silla, y agarró la nevera para parecer un tipo fuerte y necesario. Mientras su esposa e hijas se dedicaban a quitarse la arena y quitársela a los niños y a los juguetes de los niños bajo la ducha de la playa, él estuvo mirando su móvil como si no se tratase de su propia familia.

Y como no llegaba a sus propios pies con la enorme panza que tenía, Carmen se agachó para quitarle la arena en el chorro de la ducha. A Manolo no le dio ninguna vergüenza, y acto seguido, se encaminó hacia su coche tan feliz a meter los bártulos en el maletero, mientras yo imaginaba lo que iban a hacer las mujeres al llegar a la casa: tender las toallas y los bañadores mojados, duchar a los niños, cambiar los pañales al bebé, poner una lavadora, cocinar la cena, recoger todo después de cenar, tender la lavadora, y preparar la comida del día siguiente, mientras Manolo se sienta frente al televisor a descansar y le grita a los nietos para que no molesten.

Y no se crean que es el único: en la Playa del Patriarcado se ve claramente que hay multitud de hombres que están disfrutando de sus vacaciones, mientras que sus esposas e hijas siguen trabajando. Para las mujeres de esta playa no hay días libres, ni vacaciones, ni baja por enfermedad, ni siquiera un salario: no hay reconocimiento para ninguna, porque así nos quiere Dios, sirviendo a los hombres y cuidando a su prole.

Al observar a las familias a la orilla del mar patriarcal, me vienen a la cabeza las cifras que nos ofrece cada año el Informe de Oxfam que revelan que:

-los hombres disfrutan del doble de tiempo libre que las mujeres,

– el trabajo gratuito de las mujeres equivalen a 16 millones de personas trabajando 8 horas todos los días, en España,

-a nivel mundial, el trabajo no remunerado suponen casi 11 billones de dólares al año.

Viendo lo necesario e imprescindible que es Manolo para este grupo de mujeres, me pregunto cómo será cuando Manolo ya no pueda poner la sombrilla por sí solo y sea una persona dependiente, al final de su vida. Las imagino aseándole, dándole las medicinas, dándole de comer, y él quejándose por todo. Me las imagino agotadas, turnándose entre ellas, durante meses o años, y me pregunto: un tipo que no cuida, ¿se merece recibir tanto amor y tantos cuidados?

Me pregunto cómo sería la vida de ellas sin tener que atender a este faraón del patriarcado.

Me pregunto si la monarquía de los hombres está en peligro de extinción. y qué eligirán sus nietos: si heredarán la corona y los privilegios de su abuelo, o si querrán trabajar en equipo junto a sus compañeras, compartiendo las tareas por igual.

No se pierdan los próximos capítulos de esta mini serie sobre mi verano en la Playa del Patriarcado, ¡mañana más!

 

Artículo publicado en Coral Herrera Gómez Blog

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