Mariela Saldívar Villalobos (@Marielasvmx) es miembra del capítulo Nuevo León en Aúna y trabaja como activista en el sector privado. Fungió como diputada local en Nuevo León en dos periodos consecutivos y como subsecretaria de Políticas Públicas en el gobierno estatal de dicho estado. Es internacionalista por el ITESM, maestra en Administración de Empresas por Thunderbird School of Global Management, y maestra en Análisis Político por la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del ITESM. Editó: Gina Rodríguez.
Por Mariela Saldívar Villalobos (Aúna)
Desde el 2006, el Índice Global de la Brecha de Género del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) ha medido el progreso del mundo hacia la paridad de género en cuatro dimensiones: participación y oportunidades económicas, logros educativos, salud y empoderamiento político.
Nuestro país ha participado en la medición desde el primer año. En el 2011, Animal Político reportó que México era uno de los países peor evaluados, compartiendo niveles de paridad con Albania, Angola y Camboya. Ahora, en la medición del 2022, México reportó mejores niveles de igualdad de género que Dinamarca, y está casi llegando a los niveles de Holanda y Portugal. ¿Qué significa esto y qué fue lo que cambió?
Salud y educación estancadas
México reportó hace 11 años una reducción en la brecha de educación del 99% y de salud del 97.5%, por la igualdad entre hombres y mujeres en nacimientos, expectativa de vida, alfabetización y educación básica. Y prácticamente son los mismos puntajes reportados en el 2022.
Sin embargo, nuestro país retrocedió del lugar 1 al 54 en materia de salud, porque el índice incluyó dos aspectos donde nos estamos quedando atrás: en nuestro país no hay autonomía reproductiva de las mujeres, y se estima que al menos el 14% de las mujeres mexicanas sufre algún tipo de violencia a lo largo de su vida.
Retrocesos en participación y oportunidades económicas
México ocupa en la medición del 2022 el deshonroso lugar 113 en igualdad económica, muy cerca de Etiopía y Benín. De acuerdo con el WEF, las mexicanas son más propensas al desempleo, al empleo informal y al trabajo no remunerado (doméstico y de cuidado) que los mexicanos. Esta circunstancia mina el acceso de las mujeres a los créditos y a generar un patrimonio propio.
Si bien todas las mujeres del mundo sufrieron retrocesos en materia económica durante la pandemia, por el cuidado de enfermos y el cierre de guarderías y escuelas, en México esta circunstancia se acentuó un poco más, reportando un 59.7% de reducción de desigualdades en esta dimensión.
El salto cuántico en empoderamiento político
En el 2011, México reportó 13.9% de avance en la reducción de la brecha de género en el ámbito político, mientras que en el 2022 esta brecha disminuyó 49%. Esta mejora sustancial ubicó a México en la posición número 15 a nivel mundial de esta dimensión, dejando atrás a la mitad de los países de Europa Occidental. ¿Qué hicimos diferente?
Mientras que en el 2011 apenas 26% de nuestros congresos, y el 11% del gabinete federal estaban conformados por mujeres, ahora presumimos que el 49.2% de los escaños de los congresos del país son ocupados por diputadas, y 42% del gabinete presidencial está conformado por secretarias.
Esto es resultado de las reformas de paridad total en la función pública, que obligan a la conformación paritaria del poder legislativo y el judicial, de los gabinetes y de las candidaturas a cargos de elección popular.
En cantidad, la desigualdad política de género se redujo, ¿cuál es el impacto real?
Un ejemplo de la engañosa paridad parlamentaria
A finales de 2021, la Comisión Estatal Electoral del Estado de Nuevo León publicó el estudio Primera Legislatura Paritaria de Nuevo León: Experiencias y Reflexiones. En él, reconocidas académicas llevaron a cabo un estudio cuantitativo y cualitativo del impacto en el Congreso de la conformación paritaria de la Legislatura, a través de entrevistas anónimas tanto de diputadas como de personal técnico.
El estudio es revelador. A pesar de que la mitad de la Legislatura fue conformada por mujeres, las diputadas fueron relegadas a las comisiones menos relevantes, sus iniciativas eran más propensas a desecharse y ninguna pudo ser coordinadora de un grupo parlamentario con más de un integrante.
Sorprende leer los testimonios de coordinadoras de bancada, que pese a su cargo, en ocasiones no eran convocadas a las reuniones de toma de decisiones, como ejemplo de los numerosos relatos de invisibilización y normalización de la violencia política de género.
A juzgar por el estudio, algunas diputadas no perdieron el papel de subordinación, inferioridad y relegación que sufren muchas mujeres mexicanas.
Y eso se reflejó también en el trabajo legislativo: a pesar de la participación histórica de las mujeres, el Congreso de Nuevo León no legisló en materia de paridad para armonizar las leyes federales al ámbito local, e incluso aprobó reformas inconstitucionales para criminalizar el aborto.
No nos engañemos: falta trecho
La paridad política hizo posible que México mejorara su posición mundial en disminución de la brecha de género en la medición del WEF del 2022. Sin embargo, cantidad no es igual que calidad: falta más empoderamiento y condiciones menos hostiles para que las mujeres puedan impactar las políticas públicas hacia una reducción real de las brechas de género.
El indicador de participación y oportunidades económicas es especialmente revelador en México. ¿Cómo aspirar a una igualdad, si las mujeres no están empoderadas económicamente? Mientras sigamos retrocediendo en la dimensión económica, el camino por una igualdad sustantiva sigue cuesta arriba.