Formuló una solución que revolucionaría la higiene personal
Elena G (FreedaMedia).- Aunque a finales del siglo XIX, el lavado de manos se consideraba ya una medida de higiene básica, en la década de los 60 en Estados Unidos muchas personas todavía no tenían acceso a agua y jabón, por lo que Guadalupe (Lupe) Hernández, estudiante de enfermería, formuló una solución que revolucionaría la higiene personal: el gel desinfectante a base de alcohol o gel hidroalcohólico.
Curiosamente, poco ha trascendido acerca de la biografía de esta enfermera, más allá de su profesión, su origen latino y su ciudad de residencia de aquellos años, Baskerville —a unos 160 kilómetros al norte de Los Ángeles—, que sería escenario de su pequeño gran descubrimiento en 1966. La población de Baskerville se dedicaba en su mayoría a la agricultura y a la minería, por lo que contar con la posibilidad de lavarse las manos cuando no tenían fácil acceso a agua y jabón, era importante para los trabajadores de estos sectores. Compuesto en un 60 o 65 por ciento de alcohol, el gel antibacterial es capaz de matar el 99,9% de los gérmenes de las manos en tan sólo 30 segundos. Y es que el alcohol se viene usando como antiséptico, según documentos históricos, desde el siglo XIV.
Sin embargo, nadie en el entorno de la futura enfermera se imaginó en aquel momento que el alcohol en gel pasaría a ser uno de los productos fundamentales en el entorno médico, convirtiéndose en uno de los más demandados durante la epidemia del SARS a principios de los 2000 y también ahora, cinco décadas después de su invención, con la crisis de Covid-19.
Según contaba The Guardian en un artículo especializado a mediados de 2012, la popularidad que el desinfectante de manos ha experimentado en los últimos tiempos es asombrosa. Solo en Estados Unidos, su crecimiento en el mercado de valores ha sido exponencial: valorado en 28 millones de dólares en 2002, su valor se incrementó hasta los 80 millones en 2006 y se calculaba que, en 2015, alcanzaría los 402 millones. Los últimos pronósticos realizados –antes de la pandemia de Covid-19– y ya augurando el aumento de consumo más allá del área médica, es que su valor supere los 5,5 billones de dólares en el año 2024.
La joven Lupe Hernández, que en su momento vio el tirón comercial del producto, llamó a una línea telefónica televisiva de inventos para registrar y patentar su nuevo descubrimiento de cara a su posterior comercialización. Suponemos, porque su nombre no ha trascendido prácticamente hasta hace unos días, que Hernández no debió sacar una tajada proporcional a la repercusión que históricamente tendría su invento, pero tras patentarse, lo cierto es que el gel fue inmediatamente usado en hospitales y servicios médicos, convirtiéndose en un elemento de higiene esencial para los profesionales y, a finales de la década de los 80, una empresa estadounidense lo lanzó como un producto de higiene personal y para el hogar.
Práctico y efectivo, 20 segundos bastan para higienizar bien nuestras manos, frotando el gel entre los dedos y en las palmas, siguiendo un sencillo ritual (aunque conviene recordar que, siempre que sea posible, es más efectivo lavarse las manos con agua y jabón). Hay botecitos que caben hasta en el clutch más pequeño y, aunque hoy está agotado en la mayoría de farmacias, todo apunta a que a partir de ahora el invento de Lupe Hernández pasará a ser uno más de nuestros imprescindibles.