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Escultura de ‘Tlali, el replanteamiento de un hombre blanco de lo femenino y de lo indígena


¿Qué pasa cuando un monumento parece ajeno al contexto social actual? “Está muy hecho a la ligera este proyecto, no porque esté mal hecho, sino que desde el planteamiento tiene muchísimos problemas”.

México / Ana Estrada .- ¿Para qué sirve un monumento? Para conmemorar, recordar o marcar el inicio de un hecho histórico. Pero, ¿qué pasa cuando un monumento parece ajeno al contexto social actual? ¿Puede cumplir con el cometido de resignificar un espacio público aunque la persona o el grupo aludido no se sienta ni mínimamente representado como pasa con Tlali, la estatua de Pedro Reyes?

El anuncio de la decisión del gobierno de Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México, de reubicar la estatua de Cristóbal Colón en el Parque América de Polanco, y en su lugar colocar la escultura de una mujer indígena, parecía un buen camino a resignificar un espacio como la famosa Glorieta Colón.

Sin embargo, al presentar el proyecto y al artista responsable, eso se vino abajo: se adjudicó de manera directa a un hombre blanco hacer el replanteamiento de lo femenino y de lo indígena, explica Rebeca Barquera, historiadora del Arte por la UNAM.


“Por qué no hubo un concurso si lo que se quiere representar es a una mujer indígena. Ahí, desde el planteamiento que se quiere hacer, creo que es lo que está equivocado”, dice la investigadora y docente, en entrevista para ‘Animal MX’.


Lenguaje colonizador

No sólo el no concurso y el artista brincan en la decisión del gobierno capitalino, también el discurso y la explicación de Pedro Reyes sobre su obra.

En distintas entrevistas y en la propia presentación del proyecto, el artista y arquitecto dijo que representará a la mujer indígena como las cabezas olmecas, tan características del sureste del país, pero de una forma estilizada.

“Esa palabra ya es sólo del lenguaje de ‘Vanguardia’ colonizador. Del ojo colonizador, del europeo al africano, que se trasladó a México desde la mirada de artistas como Diego Rivera o Siqueiros que también, como hombres blancos educados, estaban viendo al indígena”, explica Rebeca Barquera.

Durante la primera mitad del siglo XX, los artistas de la posrevolución intentaban construir “lo mexicano”.

De eso, ya pasaron casi 100 años y hoy Pedro Reyes lo reproduce nuevamente.

Rebeca cita al antropólogo e investigador Federico Navarrete para explicar que, la famosa “raza cósmica” e idea del “mestizaje” de José Vasconcelos en la década de los 20 fue útil para su programa cultural y educativo, pero “lo que hizo fue proponer una homogeneización de la población y desconocer las diferencias”.

Con Tlali, lo que está haciendo Pedro Reyes es “homogeneizar” a las indígenas mexicanas.

La representación de la mujer indígena

En una época en la que tanto se ha discutido sobre la importancia de la representación respetuosa, digna y real, la estatua de Tlali parece fuera del contexto.

¿Cómo se representa a una mujer indígena cuando hay una diversidad tan vasta en un país como México? Y, más aun, ¿por qué elegir a la olmeca como representación si ésta civilización ni siquiera puede considerarse indígena?

“Indígena es una categoría que no es cultural, si no política. Engloba a pueblos que han sufrido colonización y que en la formación de los Estados quedaron encapsulados dentro de esos Estados”, explica la lingüista mixe Yásnaya Aguilar a ‘Animal MX’.

Pero ¿por qué una mujer olmeca no puede representar a la categoría indígena? Porque es una civilización de más de 5 mil años, “cuando todavía no había ni colonización ni Estado, por lo tanto las mujeres olmecas, afortunadamente, nunca fueron mujeres indígenas“, dice.

En todo caso, ahonda, si el autor se apegara un poco mejor al desarrollo histórico, podría representar a Tlali (nombre en náhuatl que viene de tlalli–tierra, ahí otra imprecisión) como una mujer mixe y zoque, pues son los pueblos correspondientes a los olmecas.

El miedo a los espacios vacíos

¿Por qué no dejar la peana vacía? ¿No sería mucho más político remover la escultura de Colón y que el espacio que ocupaba antes de ser removido el año pasado permaneciera “en blanco”?

“El Estado, el gobierno, tiene miedo al vacío en el discurso”, dice la historiadora del arte Rebeca Barquera. “Sería una crítica, una invitación a cuestionar, y no una imposición de una idea de lo que es ser indígena o no, puesto en el centro del país por un hombre blanco que viene a replantear qué es lo femenino a partir de la construcción de una alegoría”.

¿No es eso lo que se ha hecho históricamente?

“Está muy hecho a la ligera este proyecto, no porque esté mal hecho, sino que desde el planteamiento tiene muchísimos problemas. Va a ser otro de tantos monumentos que al final se terminan por llamar de otra manera y no sirven para indicar ni conmemorar nada”, explica.

Rebeca Barquera concluye que un monumento de una mujer indígena no aclara nada y la imposición de esta intervención al espacio público, así como la construcción del gobierno “de lo indígena”, parece estar anclado en el siglo pasado.

Al final, en lugar de las mujeres indígenas de México, parece que la estatua de Tlali dice mucho más sobre una decisión unilateral del gobierno y un artista que, en lugar de resignificar un espacio público, repite -sin querer darse cuenta- esas telarañas de la historia que pretende sacudir.

 

Artículo publicado por Animal Político
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