La hora de las femibandas: rock, punk, recitales y feminismo
Andrea Gentil.- Es la segunda mujer en ganar el oro en los Premios Gardel a la música. La única que lo había recibido hasta ahora había sido Mercedes Sosa, pese al talento musical femenino que desborda la Argentina. Marilina Bertorldi tiene 30 años, es rockera y forma parte de un conjunto de mujeres que hacen música, que forman bandas y que organizan festivales, todo al mismo tiempo y todo bajo la bandera del “no faltan bandas de chicas, faltan más festivales”. Feminismo en tono musical, y se viene con todo.
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“Basta de bandas de chongos”, dice la Osa, de Hienas, mirando a cámara. Y esa frase, lanzada a cámara en un video promocional de lo que luego sería el festival de rock “GirlPower 2019” (GRL PWR) reúne muchos más significados que lo que su propio significante sugiere. La segunda edición del ensamble de músicas y artistas integrado en un ciento por ciento por mujeres, tuvo su fiesta entre el 16 y el 18 de abril en la ciudad de Córdoba. Luego siguió por Rosario y una versión hermana, sorora pero más pequeña, aterrizó en Mendoza el domingo 29, bajo el nombre de “ReSisters”. Entre las dos primeras versiones del GRL PWR hubo una gran diferencia: si en 2018 las personas que concurrieron al festi fueron 1.200, en el 2019 ese número trepó a 4.000, a las que se sumaron otras 1.300 en Rosario.
Algo está pasando en la música local, algo que se fue gestando antes en otros lugares del mundo pero que explota en la Argentina: bandas musicales se unen a otras expresiones culturales feministas llegan y se multiplican en los boliches, teatros, estadios, en todo el país.
Gesto político
El GRL PWR es un festival en el que no sólo las bandas están formadas por mujeres, también hay plomas, personal de seguridad, bar tenders, pintoras, diseñadoras, expositoras, iluminadoras, sonidistas, productoras, organizadoras, decoradoras. Es un mundo femenino y feminista. La perspectiva de género se respira desde el primer minuto: son las hijas, y también las madres, que hacen música punk, metal, rock, rap, electrónica, con letras fuertes y acordes que casi siempre terminan en pogos apretados donde el glitter se mezcla y se funde con reclamos por mayor igualdad y equidad y por respeto a los derechos de los colectivos LGBT y de las diferencias humanas en general. Política, economía, exclusión, pobreza, represión, cambio climático, aborto legal, resuenan en letras que lejos están de las historias de amor, desamor, abandonos y venganzas de las típicas reinas y princesas del pop.
No hay escotes ni minifaldas tuneados para jugar a la provocación sexual, tampoco estribillos comerciales: si hubiera que comparar a estas bandas y solistas habría que pensar en Metallica, en Nirvana o en los Sex Pistols, más que en Madonna, Britney Spears o las Spice Girls. Porque, bajo el lema “No faltan bandas de chicas, faltan más festivales GRL PWR”, subyace eso: el animarse de las mujeres a mostrar su arte, abandonando el lugar de decorativas musas inspiradoras.
“Ya desde antes de pensar en tener un proyecto artístico las mujeres llegamos con una cantidad de trabas aprendidas, porque nos las enseñó una cultura machista de desigualdades -dice Lucía Amarilla, una de las productoras del festi-. Es algo que llevamos en la mente y que nos condiciona y nos limita, la idea de que no se puede. GRL PWR pone en tela de juicio esas fantasías”.
La meta del festival, que tuvo el apoyo de la plataforma ConectaSkyy (de Skyy Vodka), excedió largamente lo musical, e incluyó charlas, talleres de twerk y defensa personal, muestras de stand up, murales en vivo, foodtrucks y femiferias en diferentes escenarios, con la presencia de 20 bandas compuestas por mujeres. Los baños fueron unisex y los espacios en los que se llevó a cabo abundaron en carteles que invitaban a los varones a reflexionar sobre ciertas actitudes rayanas con el acoso y con la violencia sexista, y convocando a quienes se sintieran acosadas a pedir ayuda. “Test gratuito para chongues: respondete sí o no a las siguientes preguntas”, titulaba uno que instaba a reflexionar lo que sobre ciertas prácticas “porque eso es acoso y el acoso es violencia”. Otro, más difundido en el baño tradicionalmente pensado para mujeres, “Ayudanos a ayudarte”, convocando a quienes sintieran que estaban siendo acosado a pedir ayuda en alguna de las barras de los boliches en los que se estaban dando los conciertos.
“Este acontecimiento, este festival, trasciende lo cultural para ser social y político”, resume Amarilla.
Polémicas binarias
Este año los GRL PWR quedaron envueltos en el mal trago de las declaraciones del productor musical José Palazzo, que en febrero dijo que no hay suficientes bandas conformadas por mujeres con talento para cumplir con el cupo femenino en el Cosquín Rock.
“Cuando tenés conciencia de género y conciencia social y te gusta el arte no hace falta escarbar mucho para encontrar talento”, asegura la productora Peni Franconi. “Hay una decisión de invisibilizar a las mujeres dejándoles o bien el lugar de la cosificación o, a lo sumo, de estrella pop”. Y manda un mensaje sin rodeos: “Tenemos que mostrarle a la otra mitad de la humanidad que las mujeres pueden hacer lo mismo.”
La guitarrista Barbi Recanati (ex Utopians) va más allá: “El cambio de paradigma que estamos impulsando no es sólo por el género, sino por lo artístico. Es preciso eliminar el binarismo. Circula la idea de que por ser mujer tenés que tener un talento desproporcionado y eso no es cierto, el arte no tiene que ser perfecto”.
Marina Bertoldi piensa un rato y agrega, en cuanto al Cosquín Rock: “Nunca recibí este cariño (abre los brazos, señala al público). Nadie te da la bienvenida, te hacen bajar en medio de la ruta, tenés que dejar los instrumentos en la tierra, no importa si está lloviendo, no te dan camarines. Hay que pedirles por favor que te paguen. Creo que no es un lugar interesante adonde insistir, porque es insistir por un lugar de mierda”.
La antesala del festival fue en Club Paraguay el martes 16 de abril con la presentación de las rusas Pussy Riot, Tranki Punky, Terror Manija y Mili Burton. Al día siguiente se llevó a cabo un ciclo de cine GRL PWR en el Cineclub Municipal Hugo del Carril. El jueves 18, entre otras, estuvieron Ana Tijoux (Chile), Miss Bolivia, Sara Hebe, Marilina Bertoldi, Kumbia Queers, MS Nina (España/Argentina), Mi$$il (Paraguay), She Devils, Biza Pareo, Las Hienas, La Femme D Argent, Las ex, Piba Berreta Fresa Kill, Html Color (Fiesta Sudan), Mami, Cande Lirio, Magda Speranza.
En el GRL PWR hubo más que suficientes bandas de chicas. Pero lo que aclaran los productores es que no se trata de festivales de mujeres hechos para mujeres, sino de festivales hechos “para todo aquél que quiera disfrutar de un espacio distinto”. De hecho, en los recitales había varones, y lo más llamativo de todo es que hasta su manera de saltar en un pogo apretado era diferente. En los boliches del GRL PWR se respiró un espíritu relajado, comunitario, festivo: desde el pedir permiso para pasar a las barras a comprar bebidas hasta la naturalidad con la que las mujeres usaron los baños pensados para varones hablan de la sensación de libertad y de tranquilidad que la concurrencia, femenina, masculina, trans, bi, manifestaba a viva a voz.
Fátima Siri, de Quality Espacio, donde se llevó a cabo el grueso del festival, sintetizó: “No es un festival excluyente, sino inclusivo”.
“Estar rodeada de mujeres y tratando con ellas te da una tranquilidad que no solemos tener. Nos libramos de andar preocupadas por otras cosas”, lanza Marilina Bertoldi. Y de algún modo Peni Franconi completa su idea: “En los festivales tradicionales sos carne para el asador o sos desagradable porque no sos carne para el músico varón que te tira onda. En cambio, en estos festi se respira una camaradería y un respeto que yo nunca ví. Y guarda que eso no tiene que ver con que tengamos concha sino con una cuestión de feminismo”.
Por ahora, los números muestran que queda mucho por recorrer. Según un relevamiento impulsado por Celda Mel Gowland -ex vicepresidenta del Instituto Nacional de la Música (Inamu)- junto con otras colegas, el porcentaje promedio de mujeres incluidas en las programaciones de los 46 principales festivales de la Argentina es inferior al 15 por ciento.
Fuente: Noticias.perfil.com