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La amistad entre mujeres: lazos que reconstruyen como iniciativas de paz


Ciudad de MéxicoDiana Hernández Gómez.- En el documental Volverte a ver (Carolina Corral Paredes, 2020) hay una escena donde aparecen tres mujeres, sentadas una detrás de otra, se trenzan el cabello entre ellas, son compañeras en la búsqueda de sus seres queridos, y esa búsqueda las ha convertido en amigas que se sostienen y se acompañan entre sí. Fuera de estas realidades marcadas por la violencia y la desaparición forzada, los lazos de amistad entre mujeres son trascendentales en la vida de muchas de nosotras, pues ante la violencia que nos rodea y el sistema que nos oprime, sabemos que podemos contar con el oído y el cariño de otras mujeres.

Este domingo 30 de julio se conmemoró el Día Internacional de la Amistad. La fecha fue designada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2011, y su idea al instaurar dicha conmemoración era destacar que la amistad entre pueblos, países, culturas y personas en general puede inspirar iniciativas de paz. Y esto es precisamente lo que quedó reflejado en esa escena de Volverte a ver: la amistad entre mujeres que están teniendo incidencia en las alternativas de paz y justicia en México.

Pero, como mencionábamos al inicio de este texto, lejos de esos contextos sociales sumamente complejos, la amistad también juega una parte central en la (de)construcción de nosotras mismas y nuestro cuidado personal. Es por eso que, para conmemorar este Día Internacional de la Amistad, parte de la equipa de Comunicación e Información de la Mujer AC (CIMAC) y otras morras de distintos lugares hablaron sobre cómo es que la amistad entre mujeres muchas veces nos salva, incluso, de nosotras mismas.

Las amigas que cuidan y acompañan

Pamela es una de las cuatro profesionales detrás de Violeta Radio 106.1 FM, la estación de radio comunitaria de CIMAC. Está sentada detrás de uno de los micrófonos de la cabina mientras piensa en voz alta: ¿de qué me han salvado mis amigas?

Hace realmente poco tiempo, cuenta, fue diagnosticada con depresión y ansiedad. “Me dieron medicamentos y todo”, dice. Estos procesos son siempre complicados. Desde la experiencia personal detrás de estas letras, la depresión (esa por la que necesitamos chochos para sostenernos) es una enfermedad de la que no se puede hablar tan fácilmente porque no se sabe cómo.

Oferta El problema —además del gran vacío de información que tenemos acerca de la salud mental en México— es la individualización de las enfermedades en general, lo cual se acentúa cuando se trata de asuntos relacionados con nuestro cerebro. Gracias a estos dos componentes, quienes compartimos diagnóstico nos orillamos a nosotras y nosotros mismos a atravesar el camino hacia el bienestar en soledad. Una soledad dolorosa y devastadora. Pero las amigas nos salvan del sufrimiento.

Así lo cuenta Pam —como la conocemos todas—. “Me han salvado de caer en el hoyo”, dice con una sonrisa nostálgica entre los labios y explica que sus amigas la han sostenido con consejos y haciéndole saber que todo va a estar bien. “Me han salvado de mí misma, al final”, concluye. 

Y es que una de las cosas más difíciles y agotadoras de la depresión es lidiar con una voz que no puedes ignorar tan fácil porque es la tuya. Eres tú habitando con pensamientos desoladores y ninguno de los dos puede abandonar la habitación. Cuando la depresión se instaló en mí por primera vez así lo sentía, pero yo también tuve amigas que estuvieron siempre ahí.

A una de ellas (a Brenda) le pedí guardar la mitad de mis libros porque no podía leer ni escribir. Estudié Literatura. Nunca antes me había sentido tan triste, tan paralizada por la vida. Pero ella estuvo ahí para escuchar mis pensamientos incongruentes, mis terribles miedos y mis avances y recaídas. También, para cargar decenas de libros de todos tamaños desde el poniente hasta el oriente de la inmensa Ciudad de México.

Este es un buen momento para recordar que los problemas de salud mental están íntimamente relacionados con nuestros contextos pero también con nuestras emociones y nuestra autopercepción. Berenice (reportera de Cimacnoticias, a quien todas conocemos como Bere) llega justamente a este punto al hacer referencia al síndrome de la impostora.

“Cuando aparecen esas emociones de insuficiencia y autoestima baja”, afirma Bere, “ellas han estado ahí para ayudarme a ver esta realidad de lo que soy y que a veces olvido porque prefiero dar prioridad a otras cosas”.

En esos bajones emocionales, Berenice ha encontrado motivación y se alegra de tener a alguien que le recuerde lo que es capaz de hacer en varios aspectos de su vida. Pero, por otro lado (sobre todo en esas ocasiones en las que no buscamos un consejo sino solo ser escuchadas), Bere agradece contar con personas cuya sola compañía es reconfortante.

Algo similar les sucede a Saraí y Lucero, quienes comparten consola y producen la barra sonora de Violeta Radio. A Saraí, sus amigas le han enseñado a confiar en ella y le ayudan a ver cosas que ella no puede mirar. “Me han salvado de la tristeza”, piensa. Para Lucero, por su parte, sus amigas han sido un soporte emocional esencial en su vida: sin emitir algún prejuicio, la han ayudado a encontrar soluciones en momentos complicados.

Con estos cuidados, esas mujeres (cuyos cuerpos son atravesados por preocupaciones muy similares a las nuestras en medio de la agitación de un mundo patriarcal) nos procuran de dos formas: nos ayudan a sanar las heridas para calmar el dolor inmediato, pero, al mismo tiempo, nos enseñan cómo no volver a lastimarnos. Y sobre la felicidad.

Por la felicidad de estar juntas

Las amigas  nos salvan de lo que pasa en nuestro interior pero también de lo que sucede afuera. Nos acompañan en situaciones de riesgo —dice Saraí— y nos escuchan sin juzgarnos cuando estamos intentando salir de una relación violenta —complementa Bere—. Y aunque quizás no lo notan, al hacer esto, nuestras seras queridas nos enseñan mucho sobre autocuidado y sobre el mundo que compartimos.

A Pam, el acompañamiento de amigas como Susana le han enseñado a tener fortaleza, a superarse, “a ser valiente”. A Bere, por su parte, Valeria y Fanny le han ayudado a comprender cosas que ella no podía mirar estando dentro de relaciones violentas. Y para ella (cuyas afirmaciones acerca del autoconocimiento no dejan nunca de sorprenderme) es este el tipo deacompañamiento que te permite reflexionar sobre lo que está mal afuera e intentar cambiarlo o alejarte de él poco a poco.

En este proceso, la empatía es una pieza clave que también podemos aprender con las nuestras. O por lo menos así lo mira Brenda, a quien sus amigas cercanas como Jessica, Verónica y Norma le han enseñado —asegura— lo que realmente significa ese ejercicio de ponerse en los zapatos de otra para brindarle apoyo y cariño.

Por otro lado, Bren (como le digo siempre en nuestros audios larguísimos de WhatsApp) tiene amigas con quienes ha aprendido sobre la vida y la felicidad que le da forma a nuestros caminos. Con una exprofesora de secundaria, por ejemplo, aprendió sobre música y sobre lo que realmente significa vivir “más allá de lo que la vida es en superficie, más allá de lo que significa una caída o un logro”.

Curiosamente, eso es algo que la misma Brenda me ha enseñado a mí. Con ella he aprendido de música, de danza, de cómo bailar salsa sin que se me enreden los pies. De cómo amar(nos) sin lastimar(nos) y hacer de escudo inquebrantable, nuestro suave abrigo en el eterno otoño del mundo.

Las mujeres-amigas nos enseñan desde la calma y la digna rabia, desde la razón y un enloquecido amor. Con un abrazo nos enseñan que no caminamos solas, dice Bere. Porque entrenosotras nos sostenemos pese a la convulsión.

De:
Berenice Chavarría Tenorio
Diana Hernández Gómez
Brenda Patricia Maldonado Pichardo
Pamela Abigail Valencia Noguez
Lucero Zamora Castillo

Para:
Brenda
Jessica Fuentes Romero
Fanny Flores Valdez
Valería Hernández Pérez
Susana Vianey Pérez Ángeles
Y un largo etcétera

 

Fuente: Cimac
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