Militante feminista, fundadora del portal periodístico con perspectiva de género ‘’Voces Feministas’’, integrante de la Red Colectiva Ciudadana contra el Feminicidio en Chiapas y actualmente es titular de la Secretaría para la Igualdad de las Mujeres del Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez.
Por Gely Pacheco
Las mujeres vivimos discriminación por razones de género, es decir, por el hecho de ser mujeres. Si hablamos de mujeres indígenas, atraviesan una doble discriminación: por género y raza; si estas no son heterosexuales, triple discriminación por género, raza y orientación sexual. Si eres una mujer, joven, lesbiana e indígena cuádruple discriminación: por género, edad, raza y orientación sexual. Y si eres feminista, súmale la discriminación ¡por ideología!. Te tachan de feminazi y serás el bicho raro. ¿Están ustedes de acuerdo con esta afirmación? ¿O hay alguien que piensa diferente?
Si hay alguien que piensa diferente, déjenme comentarles que a lo largo de toda nuestra historia, las mujeres hemos luchado por la Igualdad de oportunidades, traducida en una serie de derechos como:
– Derecho a la educación: antes las mujeres no gozabamos de este derecho porque no éramos vistas como ciudadanas. No éramos vistas como personas. Estábamos relegadas el espacio privado, es decir, al hogar: a ser madres y esposas. Aún ganado el derecho a la educación en el Siglo XVIII, pasaron décadas para que culturalmente se modificarán los roles de género. Basta con averiguar hasta qué nivel estudiaron las mamás de nuestras abuelas. Aún hay carreras donde el 80% de su matrícula es ocupada por hombres, como las ingenierías.
– Lo mismo con los Derechos civiles: no podíamos administrar bienes, ni heredar, ni adquirir propiedades mucho menos pensar en una patria potestad o el divorcio.
– No teníamos derechos políticos, como el votar y el ser votadas fue hasta el siglo pasado que se logró en México. Escuchamos y leemos «siglo pasado» como si en realidad hubieran pasado 100 años; pero veinte años atrás era el siglo XX.
La discriminación genera desigualdades, y estas dos combinaciones provocan violencia de género hacia las niñas, adolescentes y mujeres en sus distintas formas y en sus distintos ámbitos. En el ámbito político, como les mencioné anteriormente, las mujeres no teníamos ni siquiera el derecho al voto ni a ser votadas. Por ejemplo, en la Federación de Chiapas a México, los hombres votaron en representación de las mujeres de aquel entonces. Era impensable, hablar de mujeres ejerciendo cargos públicos, hasta que obtenemos el derecho al voto en México en 1953, fruto de una larga lucha a nivel mundial que se vio reflejada en el país, acentuando que fuimos el último en latinoamerica en obtenerlo.
A partir de 1953, hablamos de un proceso con avances y retrocesos, porque históricamente ha sido estudiado y demostrado que al conquistar un derecho las mujeres hay que enfrentar viejos y nuevos obstáculos, por ejemplo en la conquista del principio de paridad, seguimos luchando por:
– Que los partidos no terminen relegando a las mujeres a los peores sitios de las listas electorales.
– Mujeres sin presupuesto para realizar campaña.
– No ser discriminadas por embarazo, como si se sufriera de alguna enfermedad terminal que nos imposibilitara de participar.
– Terminar con la práctica de registrar a mujeres exclusivamente en distritos perdedores.
– Contra las expresiones que denigren a las mujeres y su imagen pública, con base en estereotipos de género.
– Inequidad en la distribución de los tiempos de radio y televisión.
– Daños a elementos de la campañas electorales de la mujeres.
Y las más actuales:
– Nominar a candidatas a puestos públicos de elección popular con el objetivo oculto adicional de hacer que esa candidata se haga reemplazar con un suplente. Qué una mujer sea elegida por las y los ciudadanos y una vez electa renuncie para que ascienda el hombre.
– Votar por una mujer para presidenta municipal y resulta que el esposo es el síndico y es el que realmente gobierna.
– Feminicidios por violencia política. La violencia extrema que puede sufrir cualquier mujer.
Nunca deja de sorprender la forma en la que muta el machismo y el patriarcado. Tenemos que continuar de-construyendo los roles y estereotipos de género. Apostarle a la educación acompañada de reformas. Simplemente reformar sin una política pública educativa con perspectiva de género, terminará como muchas leyes en la práctica, en letra muerta.