El foco de esta edición han sido las mujeres migrantes, un colectivo con discriminaciones múltiples, que tiene muchas más dificultades a la hora de ejercer sus derechos
Madrid / AmecoPress.- El Ministerio de Sanidad ha acogido la V Jornada de “Culturas, Géneros y Sexualidades” de UNAF, este año bajo el título de “Nuestros cuerpos, nuestras vidas: Los derechos sexuales y reproductivos, raíz para la salud y la autonomía de las mujeres”. En el marco del 25 aniversario de la Conferencia Internacional del Cairo de 1994, en la que 179 países acordaron un plan de acción basado en la búsqueda de los derechos sexuales y reproductivos.
UNAF es la organización encargada de organizar estas jornadas que, año tras año, ponen encima de la mesa la necesidad de reivindicar los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres en nuestro país. Una de sus mayores reivindicaciones en estos términos es que los derechos de las mujeres, también sus derechos sexuales y reproductivos, son derechos humanos.
Pilar Aparicio, la actual Directora General de Salud Pública, Calidad e Innovación del Ministerio de Salud, ha sido la encargada de introducir la jornada. Ha querido dedicar unas palabras al lenguaje que, afirma, “evoluciona a medida que evoluciona la sociedad” y que “es importantísimo encontrar las palabras para definir las diferentes realidades que vamos conociendo”.
La licenciada en medicina subrayó que el Gobierno debe hace hincapié en “el reconocimiento de la diversidad”. Además, recordó la Ley de 2011 sobre sexualidad, que, asegura, está “dormida”. Aunque ha querido destacar que el Ministerio de Sanidad tiene un convenio con el Ministerio de Educación para hacer un plan de educación sexual, que es una “herramienta fundamental y necesaria”.
En representación del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, la Jornada contó con Carmen de la Viuda, la subdirectora general de Integración y Relaciones Sociales. De la Viuda explicó que el punto más importante en el trabajo hacia los derechos reproductivos y sexuales es “el empoderamiento, la dignidad de las mujeres migrantes como colectivo con discriminaciones múltiples”. Además, resaltó el trabajo que queda por hacer en cuanto a la “protección de mujeres (migrantes) y sus hijos” víctimas de violencia de género.
“Velar por los derechos reconocidos internacionalmente y trabajar por su cumplimiento es el motivo que nos reúne hoy aquí». Fueron palabras de Ascensión Iglesias, presidenta de la UNAF, que ha querido recordar que estos derechos que se prometieron en la Conferencia del Cairo, “están fuera del alcance de muchísimas mujeres” debido a su situación administrativa, su país de residencia o al “proceso migratorio, que condiciona el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos”. No se ha olvidado tampoco del colectivo LGTBI, tan desprotegido por la legislación. “Vivimos en una corriente que amenaza los derechos de las mujeres que tanta lucha han costado”, advirtió.
“Los derechos sexuales y reproductivos: un continuo campo de batalla”
La primera mesa se dedicó a establecer “un marco para ver dónde estamos desde distintos ángulos”. Raquel López Hurtado, coordinadora del área de intervención social de la Federación de Planificación Familiar, explicó que su organización busca “transformar el marco internacional en herramientas para trabajar con las mujeres”.
De forma teórica explicó la “sexología sustantiva” como “un valor cultivable al que hay que acercarse y entender para tener las herramientas para que las mujeres sean libres y puedan vivir su sexualidad”.
López Hurtado reivindicó la posición de las mujeres y sus derechos sexuales y reproductivos en la sociedad, advirtiendo que “es fundamental invertir en las mujeres, en su empoderamiento, en la equidad. Parece que nos hemos convertido no en sujetos de derecho, sino en objeto de derecho, casi en nicho de mercado”. Además, puso en relieve la necesidad de centrarse en las personas con una ideología poco convencida, esas personas que “están en medio”, para, con un marco de referencia, hacerles entender la urgencia de estos derechos.
“Nuestras cuerpas, nuestra lucha, nuestras vidas”
Por su parte, Ángela Botero e Inma Lozano, de la Asociación Genera: Red de Mujeres por la Equidad de Género y el Desarrollo, intervinieron como “palabreras”, con la intención de “traducir entre dos mundos” y “revisar las cuestiones” que tenemos arraigadas como un ejercicio “descolonial”.
Basaron su exposición en la obra de Gloria Anzaldúa que a través de dibujos explica su teoría feminista postcolonial. Las activistas destacaron la necesidad de acercarnos a “otras formas de mirar” o “puntos de vida”, para entender las realidades ajenas. También quisieron hablar de la sexología sustantiva, centrada en la diversidad. El eje de su intervención fue la concepción de diferentes familias, de estructuras familiares que se salen de lo convencional, ya que, las familias tradicionales sólo representan un 38% de las familias en nuestro país, por lo tanto “somos mayoría las que nos salimos de la norma” y el gobierno debería prestar más atención a estas realidades diversas.
No pasaron por alto al colectivo LGTB+ ni a las mujeres migrantes. Ángela Botero admitió pertenecer a ambos colectivos, estuvo en situación irregular durante muchos años en España hasta que consiguió normalizar su posición administrativa. “Vivir bajo términos de colonización es muy doloroso” pero al mismo tiempo es “una oportunidad para cambiar y transformar”, dijo la activista. Aseguraban que la interseccionalidad es lo que “da vida” a la lucha, ya que une las diferentes opresiones que puede sufrir una persona y le da importancia a cada una de estas desigualdades.
Ángela Botero e Inma Lozano reivindicaron, a su vez, el “derecho a la no reproducción” como parte de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. No se olvidaron de denunciar la esterilización forzosa que sufren muchas mujeres con discapacidad, especialmente aquellas cuya discapacidad es física o sensorial.
La interseccionalidad es una herramienta teórica que nos permite ver la complejidad social
El siguiente turno fue el de Yania Concepción, presidenta de la Asociación Muara y representante de Afroféminas Madrid. La activista subrayó la importancia de conocer el origen de las palabras, en este caso de la interseccionalidad, término acuñado en los años ochenta por la activista negra Kimberle Crenshaw. Por lo tanto, Yania afirmaba que es un “término negro que se ha blanqueado”, refiriéndose a cómo muchas asociaciones feministas se describen como interseccionales pero realmente no tienen en cuenta a las mujeres negras, con discapacidad, trans… “La interseccionalidad es una herramienta teórica que nos permite ver la complejidad social y las posiciones que tienen las personas en ese momento”, explicaba que “tenemos que tener en cuenta los ejes de opresión para tener una intervención social real”.
También denunció el racismo institucional que viven las mujeres racializadas a la hora de pedir información sobre salud sexual en los centros de salud. Sin olvidarse de las trabajadoras del hogar que son, en su mayoría, racializadas. Estas trabajadoras no tienen acceso a los centros de salud, debido a que por sus largos horarios laborales, cuando tienen tiempo para poder ir al centro médico, éste está cerrado.
Para ella la solución está en que “el personal sanitario tenga conciencia y no vea a las personas desde una mirada blanca. Que el personal sanitario que trabaja con la salud reproductiva incluya la raza, respeto afectivo de las mujeres migrantes, racializadas y trans, teniendo empatía hacia las otras historias”.
Tras ella, intervino Diana Fernández, sexóloga y docente que estuvo explicando, a través de ejemplos reales que han llegado a su consulta, distintos casos de personas migrantes en los que su sexualidad se veía condicionada por los prejuicios patriarcales. Uno de los casos más destacables es el de una mujer que, tras un parto, estaba preocupada por el disfrute sexual de su marido, y ni siquiera mencionaba el suyo propio. Además, a menudo los roles de género se ven reforzados en parejas de personas migrantes tras tener hijos o hijas, “aumenta la desigualdad”, afirmaba la sexóloga.
Toda la jornada estuvo marcada por fuertes reivindicaciones de raza, diversidad sexual, identidad de género para luchar por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en nuestro país. Se recordó que los derechos sociales están amenazados por las ideologías «fundamentalistas» de ultraderecha que crecen en nuestro país. Hubo consenso entre las organizaciones en que la mejor forma de luchar contra el odio es la educación sexual.