María Enriqueta Burelo Melgar originaria de Chiapas ha sido Coordinadora del Programa de la Mujer, Consejo Estatal de Población 1984, Fundadora del Departamento de Género, UNACH y fue Secretaria Municipal de la Mujer, Tuxtla Gutierrez ( 2015-2018). Se ha desempeñado como articulista y conductora de televisión. Colaboró en el libro Desde mi Piel, un retrato de 20 políticas chiapanecas en el 2015.
Por la Cuarta | Enriqueta Burelo Melgar
De la infidelidad al divorcio solo hay un paso.
Tenía unos años de casada cuando mi pareja me preguntó un día, ¿qué harías sin tuviera una amante? Lo tomé a broma y le contesté, que si lo regresaba bien bañadito, alimentado y de buen humor, se lo agradecería, seríamos hermanas de leche, ya que compartiríamos… usted ya sabe. Ya sola me pregunté, qué haría en un caso así: por mi personalidad hubiera en un primer momento deshogado, gritos y sollozos, unas cachetadas tal vez, le hubiera propuesto el divorcio, yo que sé, parece fácil decir en frío, pero no sabemos con exactitud como reaccionaríamos hasta estar en una situación así. No tuve la oportunidad de comprobarlo, no metería tampoco mis manos al fuego por él, las razones de nuestra separación fueron otras.
A lo largo de mi vida me he topado con situaciones de desamor, hastío, oportunidad, o frases como que el hombre es infiel por naturaleza, como dirían las tías, tú eres la catedral, ellas son las capillitas, los hombres son infieles simplemente porque pueden y se les da la gana, tantos años de impunidad, que una canita al aire no es nada para ellos.
Las reacciones de la pareja son múltiples dependiendo de la gravedad del asunto. «La gravedad del asunto», es una categoría muy subjetiva calificada por la susodicha en el momento del incidente, no es lo mismo si lo cogieron infraganti, con lo que ello significa, con las manos en la masa sin ser panadero, si leyeron mensajes que antes eran de texto, ahora de WhatsApp, manchas de lápiz de labios en la camisa, de chismes de las amigas, etc., hay miles de formas por las que uno se entera, por las redes sociales o por un detective privado.
Un caso, cuando le bajaste el esposo a otra, en ocasiones hasta amigas eran, «en el pecado llevaras la penitencia», regularmente tipos así son infieles de por vida, y te coronaran tu cabecita no con flores, sino, con hermosos cuernitos, y aguantas o le pones un estate quieto.
Una abogada en divorcios me contaba, que el señor cada vez que se portaba mal, ya sea que se iba de coscolino o la maltrataba, ella le sacaba regalos caros o alguna compensación, con el tiempo se volvió una relación tóxica, codependiente, hasta que tronó y ella llevó la peor parte, la ha costado recuperarse tanto en lo emocional como en lo económico.
Quiero suponer «que la carne es débil» y que «la lagartona de la oficina sedujo a tu inocente maridito» y lo disculpas, las mujeres continuamos echándole la culpa a las otras, a las que tildamos de las malas, cuando quien tiene el compromiso contigo es él, no ella. Un desliz con motivo de un viaje de trabajo, o una fiesta de la oficina, las copas diluyen el súper yo, te quedaste atrapado con una joven en el elevador y para no aburrirse…. «Quería tener más sexo», «mientras no me pillen no pasa nada», «estaba muy borracho», son las excusas que muchos hombres dan cuando son descubiertos, «no iba a quedar como maricón», «todo el mundo lo hace». Y finalmente parafrasean a Thalía: Pero no me acuerdo, no me acuerdo, Y si no me acuerdo no pasó.
Con un amigo bromeábamos sobre la sagrada institución del queridaje en Chiapas, todo macho que se precie tenía o debía tener una querida. No imaginamos el dolor que nuestra broma causa en muchos hogares, ya que tener querida no es un simple desliz, es la famosa casa chica que convive junto a la casa grande, se comparten h oras, fiestas familiares, a la pareja principalmente, ambas lo saben, los hijos lo descubren posteriormente con la decepción que ello representa. Lo curioso del caso que ante la naturalización de esta situación, es una modalidad de violencia familiar. Ambas señoras son aceptadas socialmente, y a determinadas reuniones lleva a una u a otra, sin que nadie diga nada.
Esta es la parte menos grave de la tragicomedia de las infidelidades, donde ojos que no ven corazón que no siente, que no pasan de llanto, regalos, amenazas de divorcio, perdón, segunda luna de miel, «te prometo que no vuelve a pasar», pero si te hace feliz, saber que estuve con otra, vamos a decir que sí. Se dan casos, aunque usted no lo crea diría Ripley.
La parte trágica es cuando la esposa, la emprende contra la rival, golpes, amenazas; me pregunto, porqué contra ella, cuando el del compromiso es él, y en casos más graves el asesinato. Titulares periodísticos por casos de infidelidad: «La joven que está detenida habría sido quien asesinó a Raquel en un ataque de furia tras descubrir que la adolescente habría mantenido una relación amorosa clandestina con su pareja», Otro caso: «Mujer se esconde en vehículo y mata a su esposo por infidelidad, «Una mujer de Texas que mató a su esposo infiel atropellándolo repetidamente con su automóvil fue liberada de la prisión».
Las secuelas de la infidelidad o infidelidades son terribles dañan la relación, se pierde la confianza, y en ocasiones por descuido de la pareja infiel que no se protege infecta a la esposa de VIH SIDA, o alguna otra infección de trasmisión sexual. Muchas parejas siguen juntas hasta que la muerte los separa, pero viven un infierno cotidiano, en la búsqueda de una “supuesta pareja ideal”, victimas del amor romántico, ni Romeo y Julieta pudieron vivir su amor, recordemos que ambos mueren, si hubieran vivido, tal vez el final hubiera sido otro.
Existe un mito socialmente difundido que debe ser desterrado si queremos vivir medianamente felices en pareja y es el que dice: “Nuestra pareja debe satisfacer todas nuestras necesidades”, esto es una utopía. Hay que saber que nadie está en este mundo para cubrir todas nuestras necesidades. Hay una famosa frase gestáltica que dice algo así: “Yo soy yo y tú eres tú, yo no vine a este mundo para colmar tus expectativas tú no viniste a este mundo para colmar las mías, si nos encontramos puede ser maravilloso, si no es así, que se le va a hacer”.
A vivir el amor con los ojos, bien abiertos, nada de que el amor es ciego, la vida en pareja no es para sufrir, ni hacer infeliz a uno u otro, es fundamental que ambos reconozcan que el amor se acabó y que ya no es posible una relación de pareja, para llegar a eso es importante reconocer al otro como otro y no como una posesión mía. Es un otro individual, un otro autónomo con quien me relacioné y tendré que seguir haciéndolo si hay hijos.
Separarse es un proceso y también un trabajo, pero un trabajo muy poco grato y doloroso que muchas veces no se quiere hacer, por lo que si es necesario hay que recurrir a todas las ayudas posibles para salir bien librada de este paso necesario, pero no por ello difícil, un divorcio puede ser la oportunidad de un reencuentro con uno misma y de vivir en paz y amorosamente.