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Por la cuarta: El sentido de la vida, por Enriqueta Burelo Melgar


María Enriqueta Burelo Melgar originaria de Chiapas ha sido Coordinadora del Programa de la Mujer, Consejo Estatal de Población 1984, Fundadora del Departamento de Género, UNACH y fue Secretaria Municipal de la Mujer, Tuxtla Gutierrez ( 2015-2018). Se ha desempeñado como articulista y conductora de televisión. Colaboró en el libro Desde mi Piel, un retrato de 20 políticas chiapanecas en el 2015.

Por la Cuarta | Enriqueta Burelo Melgar

Ha llegado la hora en la que las mujeres que pasan los 60 años, puedan decidir “el sentido de sus vidas”. Esto significa cambiar el paradigma del tiempo de “esperar a la muerte”, por un concepto activo de la vida.

Hoy tenemos a las abuelas, haciendo cola para su primera “date” o cita a ciegas como decíamos en los 80s organizadas por sus nietas, que afortunadamente han entendido que las dulces abuelitas ya no son seres asexuados como Prudencia Griffel o Sara García, sino más bien Jane Fondo en Solos en la Noche. La idea de una pareja, en ese contexto, abría la posibilidad de un compañero de planes y, por qué no, de vida.

Los estereotipos, también, nos han sentenciado a ejercer únicamente tareas de cuidado y labores domésticas: las personas mayores cuidan nietos, tejen y cocinan; eso hemos visto en infinidad de películas, libros y notas del periódico. Pero no. Algunas personas mayores —como mi Tía L —, también chatean, participan de la conversación por Twitter y se pasan horas investigando sobre temas que le interesan en internet. Otras, como Martha Castañeda, corren maratones. A Martha le entusiasma hablar del futuro. Y cuando alguien le dice que “ya no está para esos trotes”, Martha responde trotando hacia su maratón número ocho.

Me gusto la historia de la japonesa Atsuko Kasa, una enérgica mujer de 68 años, dice que no tiene ninguna intención de bajar el ritmo. Planea continuar trabajando el mayor tiempo posible en el Centro Silver Jinzai, cerca de su casa en la ciudad japonesa de Yokohama. A medida que comencé a envejecer, sentí que mi mundo se hacía más pequeño”, dijo Kasa. Kasa trabaja en un grupo de apoyo para personas con discapacidad en Yokohama. Me gusta este trabajo, dijo. La gente es honesta, brillante y amable. En realidad, los quiero. Además, trabajar con el personal que apoya su independencia enriquece mi vida y les estoy agradecida por eso.

La edad promedio de vida en México es de 76:6 años, es decir si una persona se pensiona entre los 60 y 65 años, todavía tiene por delante más de 10 años de vida, la tercera edad es la etapa más larga en la vida de una persona, y aunque debería ser un motivo de orgullo, la cultura occidental, el capitalismo y las narrativas hegemónicas que se tejen desde la idea de productividad han hecho que nos avergoncemos de la vejez, que ocultemos cualquier signo que delate el paso del tiempo, que enterremos bajo capas de maquillaje, litros de tinte y cierto pudor aprendido las formas del cuerpo y los cambios en la piel.

Es decir, que hay más adultos/adultas mayores que niños y niñas menores de cinco años y si la tendencia en tasas de natalidad se mantiene, pronto habrá más personas de 60 que menores de 15. ¿Por qué, entonces, hablan tan poco de nosotras?

La escritora francesa Simone de Beauvoir recordaba haber provocado indignación cuando decidió declararse abiertamente “vieja”: “Con amabilidad o con cólera, mucha gente, sobre todo de edad, me repitió abundantemente que la vejez no existe. Hay gente menos joven que otra, eso es todo”. “Cuando explico que estoy trabajando en un ensayo sobre la vejez –escribió Beauvoir- me dicen: ‘¡Qué idea…! ¡Si usted no es vieja…! Qué tema triste…’ Para la sociedad, la vejez parece una especie de secreto vergonzoso del cual es indecente hablar.

Investigando, ya que a mis 66 años, soy una fanática del internet, descubrí un texto de una diputada y periodista argentina Gabriela Cerruti, que sacó un libro La revolución de las viejas, con el afán de construir nuevas vejeces. Viejas vivas y deseantes; vejeces autónomas y disfrutables, proclama en alguna de sus páginas. La legisladora sostiene que hay que cambiar el paradigma: el tiempo de “esperar a la muerte” tiene que mutar hacia un concepto activo de la vida.

A sus 95 años, la reina Isabel II ha rechazado ser distinguida con el galardón “Oldie of the year” (“Anciana del año”): “Uno solo es tan viejo como se sienta”, declaró la soberana británica. Agarra tu muda, diríamos en Chiapas, viuda, rica y de la tercera edad podría calificar para mami sugar.

Jane Fonda que luce esplendida escribió un libro Tercer Acto: en él se dirige a quienes, como yo piensan que con preparación y conocimientos, con información y reflexión, es posible incrementar las posibilidades de tener suerte para que nuestras últimas tres décadas (nuestros terceros actos) sean la época más pacífica, generosa, amorosa, sensual y trascendente.

Y aquí van unas frases matonas pa mis compañeras sesenteras:

Porque nos tocó transitar de este modo nuestra historia es que no queremos cambiar la vejez, queremos cambiar la vida.

Sabemos que será una lucha extraordinaria, la afrontamos con convicción y libertad.

Así que no nos busquen pasivas, no nos van a encontrar.

No nos busquen infelices, no vamos a estar. No nos busquen calladas… ¡no nos callamos más!

 

 

 

 


Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura del VocesFeministas.mx
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