La Colectiva Tsa’tsal Ontonal es una comunidad de mujeres de Chiapas que trabaja en colectivo por la autonomía económica por una vida libre de violencia, describen en su página de facebook
En México asesinan a más de 10 mujeres al día y los feminicidios aumentaron en el primer semestre de 2021 cuando se registraron 508 casos, un 3.25 por ciento más que los 492 del mismo periodo del año anterior. Es por esa razón, que el colectivo se unió escapando de la violencia machista y estructural.
San Cristóbal de las Casas, (EFE).- Reunidas en la cocina del restaurante que han abierto en Chiapas hablan y ríen. “He vuelto a tener fe” o “soy feliz siendo libre” son algunas expresiones que utilizan este grupo de mujeres indígenas supervivientes de la violencia machista y estructural.
Desde el pasado año, un grupo de unas 30 mujeres tzotziles, tzeltales y zoques pertenecientes a la ONG Tsa’tsal Ontonal (Fortaleciendo el Corazón) se han capacitado para administrar un restaurante en el municipio de San Cristóbal de las Casas, que lleva el mismo nombre que la asociación.
Además, mediante talleres, trabajan en su autoestima, reciben asesorías jurídicas y aprenden de estrategias económicas para impulsar sus negocios.
A Ángela de la Cruz Hernández, de origen tzotzil, le asesinaron su hija de 14 años, Érica del Rosario, en 2019. La niña fue encontrada tres días después de su desaparición en las faldas de un cerro con signos de haber sido golpeada y violada.
Apoyo de colectivos y ONG
Por estos hechos fue culpada su hermana Flor, a quien la justicia del estado de Chiapas pretendía sentenciar a 50 años de cárcel.
“En ese entonces mi hermana conoció a las abogadas del grupo Cereza, quienes demostraron las inconsistencias en el expediente y a los 2 años y tres meses salió libre”, dijo este sábado a Efe, Ángela de la Cruz, quien agradeció el apoyo de diversos colectivos y sigue exigiendo justicia para su hija.
Por ello, decidió ser un miembro activo en Tsa’tsal Ontonal.
En el restaurante, ella se encarga de hacer las tortillas y quesadillas para así sacar adelante a sus 4 hijos y lograr con el apoyo de las abogadas -y los recursos económicos que van obteniendo- avanzar en su petición de justicia y que se termine encarcelando al verdadero asesino de su hija.
“Pido justicia para ella”, aseveró con rotundidad.
La importancia de los talleres
Sandra Gómez Gómez, hija de padres tzeltales, solamente se dio cuenta de la situación que padeció durante tres años hasta que tomó los talleres.
La joven vivía “violencia laboral”, según relató, ya que con solo el nivel primaria terminado, trabajó como empleada de limpieza en un despacho de abogados donde se sintió manipulada, controlada, agredida e ignorada.
Por ello, valoró muy positivamente entrar hace cuatro meses a trabajar en este restaurante, en este proyecto en el que también colabora la embajada de Australia.
“Lo vi como un medio de superación, es bueno para los que no tenemos trabajo seguro”, explicó Sandra a Efe.
Su historia es parecida a la de Alicia Ruiz, que entre fogones y como emprendedora sana las heridas psicológicas que le dejó su hoy exmarido.
“Yo tenía la idea de que sólo había maltrato si había agresión física”, contó esta madre que fue “papá y mamá” de sus dos hijas durante mucho tiempo y hoy se siente “tranquila y feliz”, sin nadie que la controle.
Satisfecha con el trabajo, Alicia miró de reojo las mesas llenas de comensales y a sus compañeras, todo un ejemplo de superación en Chiapas, una de las regiones más empobrecidas de México, país donde el 43.9 por ciento de la población vive en esta situación.
En México asesinan a más de 10 mujeres al día y los feminicidios -asesinatos por razón de género- aumentaron en el país durante el primer semestre de 2021 cuando se registraron 508 casos, un 3.25 por ciento más que los 492 del mismo periodo del año anterior.
Por esto, desde 2019, el movimiento feminista ha ido creciendo en el país latinoamericano, con grandes movilizaciones y la presencia de grupos radicalizados, mientras que el mandatario, Andrés Manuel López Obrador, ha llegado a acusar a la derecha de estar detrás de las protestas.
Mensaje de la Colectiva
Colectiva Tsatsal o’ntonal
La vida nos convocó a navegar en el mismo barco, cada una con sus horizontes y atardeceres. Ahora somos un ramo de diferentes flores. Decidimos ser Caperucita Roja enfrentándose al lobo, ser las rebeldes de nuestros rebaños, desertoras de la sumisión, unas Juanas Las Locas.
¿Cómo surge la Colectiva Tsatsal O’ntonal?
Iniciamos en el año 2020 mediante una serie de encuentros y talleres sobre violencias, en el marco del proyecto Ser mujer en Chiapas en tiempos de Covid 19: género, autocuidado y violencias. Elaborado por la Dra. Mónica Carrasco Gómez y la Dra. Edith Kauffer y financiado por CONACYT, quienes hicieron equipo con la Colectiva Cereza. Ellas siguen siendo nuestras impulsoras y aliadas en este camino hacia la independencia. El nombre de la colectiva surge en los talleres, nombrando en tsotsil, nuestra lengua materna: ¡Tsatsal O´ntonal! que significa ¡Fortaleciendo el corazón!
Durante estas reuniones, nos atrevimos a abrir nuestro corazón y a ver el mundo de otra forma. Iniciamos un proceso de sanación al sentirmos escuchadas, comenzamos a acompañarnos entre todas, nos dimos cuenta que no somos únicas con nuestra situación y que juntas podemos cambiar el rumbo de nuestras vidas. Además, vimos que coincidíamos con una misma necesidad y preocupación: nuestra independencia económica. Así que desde ese entonces empezamos a soñar juntas, gestionando en colectivo lo necesario ante la crisis que provocó en nuestras vidas la pandemia y las medidas implementadas para evitar contagio del COVID 19, que nos dejó en una situación económica muy dificil para nosotras y para nuestras familias.
Un día como cualquiera, pero inolvidable para todas, recibimos el mensaje de Mónica sobre una reunión importante convocándonos a todas. Durante esta reunión nos dió la noticia de que teníamos el financiamiento de la Embajada de Australia para continuar con un proyecto grupal que nos ayudara a lograr nuestra independencia económica, un Café, restaurante y Centro Cultural de mujeres, gestionado y administrado por nosotras mismas con el acompañamiento para la organización con perspectiva de derechos humanos, género e interculturalidad, iniciativa que hasta el momento es única, pues no nos asumimos como receptoras de un proyecto sino como las protagonistas del mismo.
En este recodo de nuestras vidas emprendimos el viaje juntas; a conocernos y aprender a construir colectividad, esta vez ya no solo la mirada hacia el pasado y presente doloroso de cada una, ahora nos tocaba vivir y emprender un futuro juntas. Empezar con el reto de la organización grupal; ha implicado definir nuestros principios como el respeto, el cuidado, el apoyo mutuo, la comprensión y la empatía para fortalecernos.
En estos breves meses hemos acelerado el tiempo de crecimiento; lo que se debería aprender en años lo estamos incorporando en semanas, enfrentando varias dificultades y resolviendo entre todas, porque todas tenemos voz y entre todas tomamos las decisiones.
Estamos en un proceso de reconsiderar nuestras vidas. Le estamos dando un giro a todos nuestros aprendizajes acumulados desde la niñez con la familia, la sociedad, las amigas, la escuela; estamos haciendo la ruptura entre la negación y la aceptación, la costumbre y el cambio, del no puedo al sí puedo y al ¡sí podemos.
Estamos aquí, apoyándonos, hemos tomado la vida en nuestras manos para no soltarla jamás, humanizándonos ante la situación de otras compañeras: nuestras madres, hermanas, amigas y vecinas. ¡No estamos solas! frente a los grupos que defienden al opresor y al violento, nosotras también estamos unidas fortaleciéndonos y acompañandonos ¡Ni una más!
Desde los talleres hasta ahora, no hay autoridad entre nosotras, aunque traemos ese aprendizaje de competir-mandar, estamos reaprendiendo a no replicarlo en colectivo, cuidándonos. Somos madres, hijas, abuelas, capitanas del hogar, hermanas, amigas; por que todas somos eso, es por eso que comprendemos nuestros ocasos y nos ayudamos a salir del individualismo para construir una colectividad amorosa.
Agradecemos infinitamente a nuestras y nuestros cómplices de locura: a la A.C. Melel Xojobal, al Área de vinculación del CIESAS, a la Embajada Australiana, a nuestras aliadas de la Colectiva Cereza: Paty y Marcela, y a Mónica como catedrática del CONACYT.
Con la colaboración de todas, este proyecto de vida se torna de un sueño en tiempos invernales y pandémicos a una aventura por conocer nuevos horizontes.
También agradecemos a quienes nos acompañan, porque sin su presencia, esta casa no tendría el significado que ahora tiene.
Y para cerrar nuestro discurso les invitamos a gritar con nosotras:
Por una vida libre de violencias:
¡Viva la independencia económica! ¡VIVA!
¡Viva el apoyo entre mujeres! ¡VIVA!
¡Viva la Tsatsal O´ntonal! ¡VIVA!
Página de la «Colectiva Tsa’tsal Ontonal» aquí