Caldero Feminista | Jimena Vio (Testigo Púrpura)
¿Por qué callar cuando queremos gritar? ¿Por qué esconder la verdad cuando queremos que se conozca? ¿Porqué aceptar el maltrato cuando requerimos dignidad? El patriarcado nos educa para las violencias cotidianas, conduce a su reproducción sistémica y promociona perversamente que la víctima se sienta co-participe del delito.
En este contexto cultural misógino las mujeres agredidas sienten una gran vergüenza por haber sido abusadas incluso percibimos que somos nosotras mismas las creadoras de esa dinámica injusta.
El entorno social ayuda a que “el acto” que nos vulnera se traduzca en una gran vergüenza y culpa para nosotras que somos las víctimas. La vergüenza se centra en nosotras como co-responsables del “acto” y la culpa se dirige hacia el entorno que nos juzga y nos provoca una auto-condenación.
La vergüenza implica una auto-descalificación global que realiza en nosotras una ruptura interna que nos auto-limita y no nos permite avanzar. Transitamos rotas con el alma triste y boicoteándonos permanentemente. Y es así como nos acostumbramos a “comer mierda” a través de las violencias cotidianas sin ninguna conciencia crítica o cuestionamiento interno. Sin embargo, debemos recuperar la memoria y develar la verdad de lo sucedido ante un modelo patriarcal que se nos impuso pero que no
corresponde a una convivencia sana.
El Feminismo incita a la valentía que se convierte en transformación colectiva promoviendo la escucha, la convivencia, el compartir saberes y el intercambio de ideas entre mujeres.
La Sororidad (pacto entre mujeres que nos permite hacer equipo y no obstaculizarnos) es una herramienta capaz de construir colectividad, desde la empatía y la simpatía, nos permite, romper ese silencio que nos encierra y QUITARNOS LA VERGUEZA; confiar, sabernos no juzgadas en entornos seguros y libres. La Sororidad nos permite sanar heridas profundas y ayuda a desarrollarnos y avanzar de forma individual y
colectiva. La Sororidad nos empuja a dejar de ser cómplices de nuestros propios agresores y nos protege de las violencias externas e internas.
QUITÉMONOS LA VERGÜENZA Y RECUPEREMOS NUESTRA VOZ. JUNTAS AVANZAMOS.