María Enriqueta Burelo Melgar originaria de Chiapas ha sido Coordinadora del Programa de la Mujer, Consejo Estatal de Población 1984, Fundadora del Departamento de Género, UNACH y fue Secretaria Municipal de la Mujer, Tuxtla Gutierrez ( 2015-2018). Se ha desempeñado como articulista y conductora de televisión. Colaboró en el libro Desde mi Piel, un retrato de 20 políticas chiapanecas en el 2015
Por la Cuarta | Enriqueta Burelo Melgar
Hoy estoy romántica, he bautizado a esta entrega como Otoño, porque es una estación del año que se relaciona con esa edad en que ya vamos en el carril de salida, aunque el concepto de madurez, tiene muchos significados, diría yo: madura la fruta, nosotras somos personas, porque me encanta el color de las hojas en esta época del año, y porque cuando me hicieron un estudio de color, resulte otoño y si me gustan mucho los colores de la tierra, los marrones, los tonos rojizos de las laderas de los caminos de Chiapas, pero también le he puesto ese nombre por una película francesa que habla sobre una mujer ya pasada de años, ustedes creen a los 45 años, a quien una amiga le busca pareja a través de mensajes que en una época se publicaban en las revistas del corazón.
Inspirada en la película, encontré una anécdota de Jane Juska, una mujer de 66 años que, efectivamente, decidió que había llegado la hora de practicar cuanto más sexo, mejor, y que el modo más sencillo y práctico de conseguirlo era anunciando sus intenciones de la manera más sincera y descarnada posible en una revista literaria. Obtuvo 63 respuestas y con aquella experiencia escribió un libro , A Round-Heeled Woman. My Late-Life Adventures in Sex and Romance (expresión pasada de moda para referirse a las mujeres promiscuas).
Es curioso como en diferentes épocas, las mujeres hemos tratado de gozar nuestra sexualidad, y primero tuvimos que descubrirla, escondida debajo de pudorosos calzones espanta pasiones, y brasieres de peto largo que más parecían armaduras, pero poco a poco nos hemos atrevido derrumbar mitos y hablar sin tabúes de lo que queremos o no en la cama.
En Kinsey Report, Rosario Castellanos, habla de la mujer casada, quien tras los años de matrimonio y convivencia, el matrimonio es sólo “que se levantó un acta en alguna oficina/ y se volvió amarilla con el tiempo,”. Ya no es tan «atractiva» como antes, pues ha “subido de peso con los hijos/ con las preocupaciones,”. Muestra a una mujer para la cual la vida es el cuidar de sus hijos, su casa, y su buen nombre. El sexo es un acto donde su marido “paga el débito/ conyugal. Y me da la espalda».
La sexualidad de las mujeres sazonas, me gustó más ese término que maduras, me recuerdan los mangos sazones, todavía con la carne firme aderezados con chilito piquín, se oye más cachondo, es “el gran secreto”, algo de lo que ni siquiera hablan entre ellas porque el cuerpo de la mujer, pasada cierta edad, sólo es decoroso que salga en la conversación para hablar de achaques o enfermedades, sin embargo, hoy nos tomamos diariamente nuestras pastillas de alga silicio de BLEN para las articulaciones, por si truenan en las maniobras, y después del delicioso como dicen los jóvenes, un ketorolaco o doloneurobion, y estamos dispuestas a correr la aventura de la vida, ya que corrernos, significa vulgarmente tener un orgasmo.
El sexo mejora con la edad, decía Jane Fonda a sus 79 años después de sacar del bolso uno de sus vibradores en el programa de Ellen Degeneres. En la otra punta del planeta y del deseo, la diseñadora española Agatha Ruiz de la Prada (57) aseguraba que tras su divorcio, pasa del sexo .Y ambas tienen razón porque si algo queda claro es que el abanico de opciones e intensidades sexuales de las mujeres cuando pasan de los 50 años existe y es muy variado.
Que Jane Fonda o Susane Sarandon hablen abiertamente sobre su deseo y su sexualidad cuando llegan a cierta edad ayuda a visibilizar lo que Anne Freixas considera “el gran secreto”, pero no siempre es bueno tomarlas como referente. La razón es sencilla: sus físicos forman parte de su modo de vida, responden al patrón que frustra a muchísimas mujeres que no son tan altas, tan bellas y tan ricas y es innegable que el aspecto físico tiene un papel fundamental a la hora de sentirse deseada o gustarse a una misma. Sin embargo, a la hora de la verdad, sólo al 16% las ha inhibido eróticamente alguna vez la imagen que tienen de su propio cuerpo.
“Habitualmente, hijos e hijas, pero también la familia en general, no se muestran muy favorables a que su madre se lo monte con algún señor y menos si ese señor es más joven, por una mezcla entre un sentimiento de protección fatalmente entendido, el miedo a qué dirán y cómo no, a lo que pueda ocurrir con la herencia”.
Otro descubrimiento, mientras que las mujeres queremos seguir retozando, por no decir cogiendo, los hombres se duermen, y les cuento hay una explicación científica, hasta hay un libro para explicarlo. Fíjense como existen las complicidades Why do men fall asleep after sex? (¿Por qué los hombres se quedan dormidos después del sexo?), donde los autores Mark Leyner y Billy Goldberg aseguran que “el esfuerzo físico durante el sexo y después del clímax, agota los músculos del glucógeno productor de energía. Esto deja a los hombres con sueño. Como tienen más masa muscular que las mujeres, se suelen cansar más después de hacerlo que ellas.
Una nueva generación de mujeres mayores comenzamos a asomar: son las hijas del «rock & roll» y del feminismo, que hoy tienen sesenta, setenta y ochenta años. Han roto muchos moldes, somos independientes, activas y exigentes, y los estereotipos de la vieja modosita no nos sirven.
Finalmente nos sumamos a las conclusiones de Anna Freixas, escritora y profesora universitaria especializada gerontología feminista, en su texto ‘Sin reglas. Erótica y libertad femenina en la madurez’
Sí: hay vida después de la menopausia.
No: el deseo no desaparece.
Sí: tenemos la libertad de decidir cómo y con quién seguir viviendo nuestra vida sexual.