Home > Opinión > Día de las escritoras: Minar los obstáculos de ayer y hoy de las obras escritas por mujeres, por Karina Domínguez

Día de las escritoras: Minar los obstáculos de ayer y hoy de las obras escritas por mujeres, por Karina Domínguez

Karina Domínguez Domínguez es Licenciada en Lengua y Literatura Hispanoamericana por la Universidad Autónoma de Chiapas, y maestra en Ciencias Sociales y Humanísticas por el Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica, con especialidad en los estudios literarios. Su tesis de maestría obtuvo el Primer Lugar en el Concurso de Tesis de Licenciatura y Posgrado 2014. Ha realizado estancias de Investigación en el Departamento de Humanidades Contemporáneas de la Universidad de Alicante, España. Actualmente es doctorante del mismo centro de estudios de posgrado, con una tesis sobre literatura de viajes.


 

Karina Domínguez |

Desde hace tres años, el Día de las Escritoras se conmemora el lunes más cercano al 15 de octubre, con la finalidad de recuperar el legado de las obras escritas por mujeres. El sentido es rendir homenaje a las escritoras consolidadas y hacer visible el trabajo literario de narradoras, poetas y ensayistas que han sido relegadas por el canon literario, reconociendo con ello, el aporte que han hecho a la historia de la literatura.

Iniciada en España, esta celebración también cuenta con el respaldo de las mejores instituciones de educación superior en América Latina. Este año, por ejemplo, la UNAM se unirá a la conmemoración con un programa de lectura en voz alta de la obra de 34 escritoras mexicanas, que van del siglo XVII al XXI, siguiendo la temática anual: mujeres, amor y libertad. Mientras en las redes sociales, principalmente en Twitter, la cuenta #LeoAutorasOct, busca promover durante todo el mes, la lectura exclusiva de escritoras frente a un mundo –como es el de la literatura– con mayor reconocimiento, circulación y promoción de la obra escrita por hombres.

De esta manera, se busca reivindicar una historia literaria plagada de autoras menospreciadas y sepultadas en el tiempo, las cuales han naufragado en el olvido junto a sus obras catalogadas como literatura menor (aquella que en sentido amplio representa una visión del mundo identificable con un grupo humano en particular, ya sea constituido por una minoría étnica, lingüística, religiosa o sexual); frente a la avasalladora universalidad de la literatura mayor o canónica, considerada “representativa” de todos los seres humanos, prescindiendo de todas las diferencias materiales y simbólicas. A partir de esta escisión, la literatura femenina se ha constituido como un discurso minoritario; “la palabra eliminada de la vida: la palabra del idiota, la del tonto, del loco, del niño, del moribundo, en parte la palabra de la mujer”[1].

Y es que a más de un siglo de que la literatura escrita por mujeres cobró fuerza y se desarrolló, todavía es necesario echar una mirada atrás para examinar quienes forman parte de la tradición literaria. Pero ¿cómo y para qué rescatar autoras que han sido oscurecidas por el paso del tiempo, como consecuencia de la misoginia que estimula la falta de valoración y reconocimiento de su obra? Hoy más que nunca la reconstrucción de una historia literaria en la cual las escritoras posean un espacio digno de reflexión es importante porque evidencian que el camino de la escritura, con sus avances históricos en favor de las mujeres, sigue siendo una senda árida.

Un ejemplo. La escritora británica Catherine Nichols comprobó, de primera mano, como cinco de cada seis casas editoriales enviaron respuestas afirmativas para publicar su obra con un seudónimo masculino, en detrimento de su nombre real, con el cual recibió sólo dos respuestas positivas, aun cuando se trataba de la misma obra. Algo parecido ocurre con el número de autores leídos anualmente y con la cantidad de reseñas dedicadas a la obra de mujeres, quienes, además, tienen que soportar críticas más duras, como lo demuestra Joanna Russ en su libro Como acabar con la escritura de las mujeres.

Los esquemas discursivos considerados universales contribuyeron a que por siglos la producción artística femenina fuera excluida del canon por no representar los intereses masculinos que vieron en la literatura escrita por mujeres, una estética vacía de contenido intelectual. Dentro de este contexto, las mujeres que se atrevieron a romper las reglas muchas veces se enfrentaron al escarnio público y al desdén, llevándolas a esconderse detrás de seudónimos para satisfacer su necesidad creadora sin ser condenadas.

Por lo tanto, la reivindicación más importante de la literatura femenina se encuentra en la valoración de su propio discurso, y de sus autoras. El derecho a revalorizarlas permite evocar a través del descubrimiento de nuevas autoras, los antecedentes de una tradición literaria propia de las mujeres. Tanto las escritoras contemporáneas, como las investigadoras han comenzado a dar cuenta de ello. Rosario Castellanos entiende la importancia de evocar a las autoras que la antecedieron:

Si Virginia Woolf las evoca no es por mera simpatía, no es para comparar soledades, rechazos, burlas, escándalos, es fundamentalmente por sentido de la tradición y porque si le es preciso conocerse y situarse en tanto que escritora tiene que medir a quienes la antecedieron. Nadie es tan insignificante como para que no solicite la valoración. Hay que entender el pasado como una preparación del futuro. De los cuadernos de notas de ayer, de los esbozos de hoy, es de donde van a surgir las obras maestras de mañana.

De ahí que el poco estudio sobre literatura escrita por mujeres anterior al Siglo XX, provoque un desconocimiento casi total hacia la obra de poetas y narradoras decimonónicas, las cuales deben ser consideradas abuelas y madres de las escritoras modernas[2]. En este sentido, Chiapas no es la excepción. Al igual que en muchos estados de la república, las mujeres comenzaron a publicar su trabajo en esta centuria.

La investigación documental que realice hace más de diez años, rescató la obra de diecinueve escritoras que además de poesía, escribieron epístolas y ensayos en los periódicos estatales del Siglo XIX[3]. Y si bien el contexto social e histórico del Porfiriato contribuyó a la incursión de las mujeres al ámbito cultural del estado, no sería posible iniciar una historia crítica sobre su obra, sin el valor y la libertad que mostraron estas autoras para ejercer la escritura, en un tiempo en el que no se les permitía dedicarse más que al matrimonio y la maternidad.

Conocer, analizar e incluso editar a las autoras del Siglo XIX y XX de Chiapas, o de cualquier otro lugar del país, es una tarea en ciernes que no debe hacerse únicamente con la expectativa de que en un futuro próximo consideren añadirlas a la historia de la literatura, sino para dar cuenta del valor cultural que representa la parte marginal, la otredad que ha sido silenciada, sin la cual la historia de la literatura resulta incompleta.

En la actualidad, las escritoras contemporáneas ejercen la literatura con mayor seguridad y libertad. Sin embargo, al igual que sus antecesoras, siguen padeciendo obstáculos que minan sus avances. Las mujeres ahora firmamos nuestro trabajo con nuestro nombre real; no somos víctimas del escarnio público por intentar dedicarnos a esta actividad; ni mucho menos tenemos vedadas ciertas lecturas. Pero seguimos teniendo menos oportunidades para publicar, no somos distinguidas con tantos premios como nuestros coetáneos varones, y nuestra obra es menos difundida. Tenemos entonces que los obstáculos únicamente se transforman, más no desaparecen.

Encontrar un lugar en el mundo de la literatura sigue siendo una tarea complicada para las escritoras modernas. Su búsqueda consiste, ahora más que nunca, en buscar la solidez de un lenguaje certero que las sitúe en el umbral de un espacio donde los puntos fijos, los valores estables, el bien y el mal, el amor y la libertad son referencias absolutas que se difuminan para dar paso a la construcción de un sujeto con carácter propio.

 

REFERENCIAS

[1] BAJTÍN, Mijaíl. M, Estética de la creación verbal, México, Siglo XXI, p. 146.

 

2 Domenella, Ana Rosa y Pasternac, Nora, Las voces olvidadas: Antología crítica de narradoras mexicanas nacidas en el siglo XIX, COLMEX, México, 1991, p. 11.

3 Domínguez Domínguez Karina, 2007, Rememorando el pasado. Literatura femenina en Chiapas (1976-1910), ANUARIO, Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica (CESMECA-UNICACH)

Print Friendly, PDF & Email