Elena Caffarena es la feminista más importante del siglo XX chileno, debido a sus múltiples escritos y acciones con las que buscaba la igualdad de derechos para las mujeres.
«Mis estudios de derecho me convencieron de la inferioridad legal de la mujer. La necesidad de poner fin a esta discriminación me convirtió en feminista.»
Elena Caffarena, abogada, jurista y figura del feminismo en Chile, es sin duda alguna, uno de los personajes públicos más importantes del siglo XX chileno. Con una mente privilegiada y una gran sensibilidad hacia la injusticia social, dedicó su vida a luchar por los derechos de la clase obrera y la emancipación de las mujeres, en circunstancias en que los derechos reservados a éstas las situaban en plena inferioridad con respecto a los hombres. Fue la decimoquinta mujer en obtener el título de Abogada en Chile, gracias al cual desarrolló una brillante carrera jurídica-intelectual que quedó plasmada en la legalidad del país.
Hija de inmigrantes italianos, nació en Iquique el 23 de marzo de 1903. Durante su adolescencia, la familia Caffarena decidió emigrar a Santiago, instalándose en un barrio contiguo al de Recoleta. Ubicaron ahí un pequeño taller para la elaboración de calcetines y medias, en el cual la joven participó asiduamente, intercalando sus estudios secundarios y universitarios, con el trabajo en la empresa familiar.
Entró a la Universidad de Chile a comienzo de los años veinte, introduciéndose rápidamente en los talleres voluntarios para la educación de obreras y obreros. Fue así como conoció a Luis Emilio Recabarren, quien motivó aun más su interés por la igualdad de los derechos de los menos favorecidos. Por esos mismos años, ella y sus amigas María Marchant y Aurora Blondet, se acercaron a la Federación de Estudiantes de Chile, FECH, convirtiéndose en las primeras mujeres en formar parte de ese círculo con ideas claramente ácratas. Poco tiempo les costó ser honoradas por sus compañeros, lo que las llevó a incitar a más mujeres estudiantes a que formaran parte de la Federación, advirtiéndoles, explícitamente, que aquel no era el lugar para ir a buscar marido.
Ya en el segundo año de universidad, se integró a la oficina de Defensa Jurídica Gratuita en donde conoció al que luego sería su marido, Jorge Jiles. Se graduó en el año 1926 con una brillante tesis titulada El trabajo a domicilio, enriquecimiento sin causa a expensas de otro, en el Código Civil Chileno. Con título en mano, Elena se dirigió a Europa con la intención de hacer un post grado, pero al verse seducida por la gran cantidad de museos a visitar, prefirió abocarse a ello. Durante este viaje conoció a Gabriela Mistral, la cual se transformó en una gran amiga con la que sostuvo una intensa correspondencia. Volvió a Chile en 1929. En ese mismo año, contrajo matrimonio con su amigo el «sabio Jiles», con quien tuvo tres hijos.
Como feminista inagotable, participó junto a Amanda Labarca, en la formación de la «Asociación de Mujeres Universitarias» en 1931, actuando como la delegada de esta institución ante la «Federación de Instituciones Femeninas» FECHIF, agrupación que fue clave para la obtención del voto electoral femenino. Antes de ello, en 1935, junto a varias mujeres de todos los estratos socio-económicos, formó el «Movimiento pro emancipación de las mujeres de Chile», MEMCH, del cual fue secretaria general por muchos años. Polémico fue el hecho de que sus integrantes se declararan abiertamente feministas y de que Caffarena declarara que los embarazos no deseados, entre muchas otras cosas, constituían una tragedia social. Buena parte de la prensa, así como los sectores más conservadores, no tardaron en tacharlas de destructoras de la familia y comunistas. No obstante, eso no las detuvo.
Cuando en 1938 el radical Pedro Aguirre Cerda, llegó a la presidencia, surgieron esperanzas en el conglomerado por conseguir el voto femenino. Así, aprovechando la circunstancia, por la cual tanto habían luchado, Elena Caffarena junto a Flor Heredia, redactaron el proyecto de ley que les permitiría a las mujeres votar en todas las elecciones. Sin embargo, con la muerte prematura del Presidente, el estatuto legal de la mujer permaneció intacto.
Sólo en 1949, el Presidente radical Gabriel González Videla, aceptó firmar el decreto que le otorgó pleno derecho a voto a la mujer, aunque tal decisión nada tuvo que ver con los esfuerzos del mandatario, sino más bien con la lucha de las mujeres y la gestión de Pedro Aguirre Cerda. De hecho, Elena Caffarena, no fue invitada a la ceremonia que tuvo por motivo la celebración de la aprobación del decreto, y tres días después del acontecimiento, el gobierno le suspendió sus derechos civiles. Se la acusó de ser comunista e instigar la sedición, en momentos en que la llamada «Ley Maldita» proscribía el derecho a voto de los integrantes del Partido Comunista. Acto arbitrario y a todas luces injusto, ya que Caffarena, con formación ácrata y por tanto autónoma, jamás adhirió a un partido, aunque su simpatía se dirigió, claramente, hacia la izquierda. Durante esos días, la abogada decidió poner todos sus conocimientos al servicio de todos aquellos que estaban siendo perseguidos por esta ley.
Bajo la dictadura del general Augusto Pinochet, la casa de Elena Caffarena ubicada en Seminario, se convirtió en centro de operaciones y reunión para las feministas y la disidencia en general, con todo el riesgo que esto significaba para la época. Al ser allanada la casa por militares, Caffarena serenamente les dijo «miren muchachos yo voy a estar en mi pieza y no quiero ser molestada. Les recomiendo que antes de quemar los libros, los lean» (Elena Caffarena: Un siglo, una mujer, p.31.). Durante este periodo, fue una de las fundadoras del Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo, CODEPU, y la Fundación para la Protección de la Infancia Dañada por los Estados de Emergencia, PIDEE. Ambas instituciones fueron creadas con la intención de ayudar y proteger a los más desvalidos durante la dictadura de Augusto Pinochet.
Elena Caffarena fue una mujer que durante su longeva vida luchó con éxito por los derechos de todos aquellos que vivían bajo la injusticia. Escritos como El recurso de amparo frente a regímenes de emergencia y ¿Debe el marido alimentar a la mujer que vive fuera del hogar conyugal?, le valieron, en 1947, el premio Manuel Egidio Ballesteros, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Aunque luchó toda su vida por remediar todo tipo de injusticia, murió a los cien años de edad sin que se le rindiera ningún homenaje.
Fuente: Memoria Chilena